Al final se ha impuesto la lógica. Ha costado. El presidente del Gobierno se ha cansado de las chorradas de las acólitas de Pablo Iglesias y ha ordenado que se modifique la ley del «solo sí es sí». Es una derrota humillante para la ministra Irene Montero que lleva semanas asegurando que no sucedería. Hemos escuchado a las ministras y secretarias de estado podemitas, así como a sus palmeros mediáticos y algún catedrático o juez desorientado, defendiendo que la norma era perfecta y que los culpables eran los magistrados que, por lo visto, no saben Derecho.