No es un brasileño cualquiera. Y lo sabe. Un tipo tímido que se enamoró de España en una visita con el Corinthians al Teresa Herrera. Sí, vio sol en Galicia e hizo todo lo que pudo para jugar en La Liga. Y lo consiguió. No sabía donde estaba Vila-Real, pero aquí se quedó para echar todas sus raices. Y no sólo eso, porque es Campeón de Europa con España y aún lamenta no haber subido el último escalón camino del Mundial. Le costó 4 años asimilarlo y dejarlo atrás.
Ahora sólo piensa en la final de Gdansk, esa final europea que no pudo disputar tras aquella semifinal con el Arsenal. Es curioso, pero 15 años después, ahora sí eliminó al conjunto londinense camino de un título europeo. Al menos ya puede dormir mejor.
Recuerda su penalti ante Italia, cómo fue su españolización hasta decidirse a jugar con La Roja de Luis Aragonés, quien apenas le dio indicaciones el día de su debut. No quiso irse del Villarreal el año del descenso a pesar de tener un fichaje apalabrado, y sí lo hizo después de conseguir el ascenso para irse al Cosmos, donde coincidió con Rául.
Y hablamos del racismo y del clasismo que nos rodea en este mundo, y en el deporte. No es lo mismo como se vive en España y como se vive en Estados Unidos, y relata con detalle como han sido sus experiencias en todos estos años en España y esos dos años en Nueva York. Qué es y que no es racismo. Y él lo tiene claro. Y lo explica en #ElPelao.
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