Los días posteriores a la batalla de Trafalgar fueron una pesadilla. Tras paladear una de las derrotas navales más amargas de su historia, varios buques de la armada franco española quedaron varados o se fueron a pique.
En su interior, cientos de marineros luchaban por sobrevivir y llegar a las costas de Cádiz, su última salvación. Sin embargo, como por cada nubarrón hay un rayo de esperanza, otros tantos ciudadanos españoles se lanzaron a las aguas para salvar a aquellos pobres desgraciados. Esta es la otra cara de la contienda, una que nos muestra Agustín Guimerá, historiador y coordinador de la obra coral ‘Trafalgar’