Setenta años de reinado dan para mucho. La muerte de Isabel II ha desatado el recuerdo de los grandes hitos a los que tuvo que hacer frente como monarca. Vivió las terribles consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, trabajó con Churchill, sobrevivió a la Guerra Fría, sorteó la guerra de las Malvinas y afrontó la muerte de Lady Di.
Pero de todas las anécdotas rememoradas a raíz del fallecimiento de la reina, hay un episodio que ha pasado desapercibido y que es, quizá, uno de los capítulos más oscuros, vergonzosos e increíbles de su Reinado: el espía comunista que Isabel II ocultó en el Palacio de Buckingham, durante décadas, en un puesto de relevancia y con todos los privilegios. Su nombre era Anthony Blunt.