El hedor a sangre y muerte copaba los muros de San Juan de Acre, el último faro de la cristiandad en Tierra Santa. Nada quedaba aquel mayo de 1291 de la vieja gloria de los guerreros de la cruz. El viento traía aires musulmanes; mamelucos en concreto, que eran los soldados que se hallaban a las puertas dispuestos a acabar con los pocos defensores que todavía podían sostener una espada. Los asaltantes tomaron la Torre del Rey y la Torre Maldita, accedieron como una exhalación hacia la ciudad y dirigieron sus pasos y sus cimitarras hacia la muralla interior. Allí aguardaba el Gran Maestre de la Orden del Temple, Guillaume de Beaujeu.
El templario se defendió como un león. Hasta intentó lanzar un contraataque desde la puerta de Saint-Antoine. Pero no sirvió de nada. Cayó entre estocadas y flechas. «Señores, no puedo más. Mirad el golpe», se despidió. Le pusieron a resguardo, pero se marchaba de este mundo. «Bajó de su caballo y pidió que se lo dejara en paz. Sin decir nada, entregó su alma a Dios. El Señor tenga el alma de él, ya que gran daño fue su muerte», narraron las crónicas de la época. Perder mil soldados era entonces una masacre, pero la muerte de un Gran Maestre suponía una tragedia. ¿Cómo fue el auge y la caída de este personaje?, ¿cómo cayó San Juan de Acre? Estás a un 'click' de averiguarlo.
Voces - Jesús Calero y Manuel P. Villatoro
Montaje - Javier Nadales
Guion - Manuel P. Villatoro