Mi querida señorita

00:00 /1h48

Rodada durante la dictadura, MI QUERIDA SEÑORITA, Jaime de Armiñán (1972), ofrece a dos enormes actores, José Luis López Vázquez y Julieta Serrano, en una delicada y cuidadosa, demostrando verdadero amor hacia sus personajes, reflexión sobre el género y lo que significa ser hombre o mujer… Una superficie sencilla de película de bajo presupuesto oculta una enorme inteligencia y sensibilidad.

MI QUERIDA SEÑORITA https://www.filmaffinity.com/es/film257805.html

Usando este enlace puedes probar MUBI, nuestro servicio de streaming favorito. Y si te suscribes, uno de nosotros consigue un mes gratis. Pero no te vamos a decir cuál de los dos…

https://mubi.com/es/t/web/global/KUv5-JK8

Pedro, ese enlace es el de Pedro. Paco ya tiene MUBI para rato…

Puedes usar Mastodon para comentar, quejarte o lo que sea…: @devuelta, @pjorge y @GuionAusente.

Y si te gusta más el email: guionausente@gmail.com.

Transcripción

No, no. Son todas abominables y horripilantes. Pero la de mango está muy rica. Es un refresco estupendo. Me encanta. Me encanta el mango también. Nunca he sido de ese tipo de bebidas. Pues ha pasado una cosa curiosa. Ayer estuve en Numax. No pude ver mi película japonesa porque el disco duro le pasaba algo.

Una frase que nunca pensé que podría pronunciar en mi vida. No he visto una película en el cine porque al disco duro le pasaba algo. Ah, vale. Al disco duro del cine. Sí, a mí me pasó una vez en el festival. Sí, pero en 1999. Tú me dices, no, irás al cine y no podrás ver la película porque el disco duro del cine...

¿Cómo? ¿Dónde? ¿Hay un disco duro? ¿Cabe una película en un disco duro? Porque imagínate un disco duro en 1999. Cuando vi Matrix, por ejemplo. Claro, yo recuerdo... Además, estos cines eran de los que tenían como peceras enormes donde estaba metido el proyector y veías los rollos de películas en enormes planos además.

Y claro, ahora nada de eso existe. Y me dieron una alegría. Por otra parte, me dijeron que van a poner Barbie. Y yo pregunté ¿por qué? No por nada. No porque crea que la película es mala. Todo lo contrario. Es la única película de 2023 que quiero ver. Pero ¿por qué? Es un cine de arte y ensayo. Luego me dijeron que aquí hay pocas películas para julio.

Entonces, una semana después de su estreno, ponen Barbie en NUMAX, que me hizo muchísimas, muchísimas, muchísimas gracias. Sí. Además, para la alegría de todos, ayer o antes de ayer anunció Warner que va a estrenar la película de Nolan un día antes, el jueves. ¡Qué bien! ¿Para no competir con Barbie? Para no competir el mismo viernes.

Entonces, el jueves iremos a ver la de Nolan y el viernes iremos a ver Barbie. Muy bien. Vete, vete. Muy bien. A mí lo que me hizo gracia es que, además, no habían visto el tráiler original. El tráiler, no, el teaser original de 2001. Que yo no sé cómo puedes ver eso y no pensar. Aquí hay algo, ¿no? Yo creo que como es de Warner, sí.

Como es de Warner, pues a lo mejor no tienen acuerdos con ellos o tienen que llegar a acuerdos puntuales o cosas así. Porque con las mayors suele ser bastante… Bueno, Warner, por ejemplo, tenía una política de que no aceptaba descuentos en el Día del Espectador y cosas así. Muy bien.

Como viendo el cine. Estos cines independientes, a la hora de poner películas de grandes distribuidoras o productoras, a veces lo tienen más complicado. Como no lo suelen hacer habitualmente, pues… No, no. Estoy muy feliz porque, además, este mes, ya que estamos en junio, me toca la de Wes Anderson. ¿Mañana estrenan la de Spider-Man? Sí.

El problema es que la de Spider-Man no está en versión original. Aquí la ponen en el yelmo, sí. Porque, por alguna razón, las copias en versión original, que, a ver, es de nuevo un disco duro, no las mandan a Santiago. Ya pasó con la primera, con la anterior. Tenías que irte… La solución que te daba Sony era irte a un cine de Coruña, que está a 65 kilómetros, para ver la película en versión original, porque la película no se puede ver en versión original en el cine en Santiago.

No está en versión original. Como le dije yo a alguien, vamos a ver, no me puedes sacar, en el caso de la primera, a Nicolas Cage y pretender que no vaya a oír la voz de Nicolas Cage. Aquí hay un problemita. O el que hacía de John Mulaney, era el que hacía de Peter Parker. Es decir, señores, hay una serie de cosas que a mí me gustaría oír.

La imagen está muy bien. En este caso es una película que podrías oír solo con la música y no pasa nada. Y es muy innovadora técnicamente pero, hombre, una sesión en versión original, algo que me permita ir y decir, bueno, la vi en pantalla grande en versión original, a mí me parece muy triste, pero bueno, que estamos en pleno siglo XXI.

Ya es 2023 y mandas las cosas en disco duro, con lo cual supuestamente mandas varias pistas de audio. A nosotros nos pasó el otro día, cuando fuimos a ver la película de Guardianes de la Galaxia, que fuimos el viernes del estreno. Llegamos mi hija y yo al cine por la mañana, por alguna razón la pusieron durante todo ese fin de semana una sesión en versión original a las ocho de la tarde.

Son estas cosas que hace Yelmo de repente, de forma totalmente... Lo único confirmado es que los martes hay versión original en el Yelmo de la película que se haya estrenado. Es decir, esta vez Spiderman, por ejemplo, si la ponen el próximo martes en versión original. Pero Guardianes de la Galaxia la pusieron durante el fin de semana también en versión original, por alguna razón.

Entonces fuimos el mismo viernes del estreno. Había ocho o diez personas, tampoco era un exceso aquello, y fue llegar a sentarnos y vimos, prácticamente a nuestro lado, a un padre con su hijo y es esto de que los hueles, de que estos se han confundido, estos se han equivocado. Efectivamente empezó la película.

La película empieza con una canción y entonces, claro, la canción sí estaba sustitulada. Pensarían que era la canción sustitulada y en el momento que empezaron a hablar y se dieron cuenta de que la película era en versión original, cogieron, se levantaron y se fueron. Esto lo he visto yo ya miles de veces de ir a... Vamos, en Avatar.

En la última de Avatar yo tenía a dos delante, que efectivamente, a los cinco minutos de película, en cuanto se dieron cuenta de que la película era en versión original. Entonces siempre que entras, claro, no siempre, pero muchas veces cuando entras te dicen la película es en inglés, la película es en versión original, porque ocurre muy a menudo que mucha gente no les avisa y se confunden, compran la entrada y a los cinco minutos de película se levantan y se van.

Yo el otro día fui a ver la de Fast and Furious, la de Fast 10 y éramos dos en la sala, en la sesión en versión original. Éramos literalmente dos personas. Y encima a mí no me costó, me costó gratis porque Yelmo había sacado una promoción de que ibas dos veces al cine dentro del mes, te regalaban la tercera entrada, por lo que en esa sesión les costó dinero a Yelmo, porque fui a ver la película gratis, sin pagar, y éramos dos personas.

Es decir, si el otro chaval pagó, pues ganó cinco euros por esa sesión. En Santiago tenemos mucha suerte. Eso que acabas de comentar no pasa o pasa muy rara vez. La gente no se confunde. La gente va deliberadamente a la sesión en versión original. Y hay películas, bueno, las de Marvel te puedes imaginar, en versión original, las ponen ya directamente en la sala grande y se llena hasta arriba la sala.

Yo vi Infinity War rodeado de seres humanos. Sí, sí, sí. Yo Infinity War también la vi con mucha gente. Y algunas, Arrival, por ejemplo, en versión original, estaba llena de gente. La de Blade Runner, lo mismo es irse, dependiendo de la… bueno, Joe Wick es la última que vi. Estaba la sala grande llena de gente.

Una de las salas grandes, no la más grande. Aquí lo que pasa es que hay dos cines habitualmente de versión original. Numax es un cine de versión original. Lo que pasa es que solo tiene una pantalla. Pero luego hay otro cine que se llama Cine Compostela, que es habitualmente versión original. Eso sí, las salas son del año catapum.

Esa es la típica sala de mi época. Si te sientas antes de alguien delante ya no ves. Y eso que tú eres alto. Sí, sí, sí. No, no, yo ya no veo. Pero eso es otro problema. Si yo me siento delante de alguien ya no le dejo ver. Yo ha habido… no recuerdo ahora mismo qué película era hace relativamente poco.

Vi la sala en la que la ponían en un Cine Sur, que es una cadena que hay aquí, y era una sala como de 30 butacas. Y dije mira, es que para pegarme… y además tengo que ir un poco más lejos, ¿no? Tengo que hacer como 15 o 20 kilómetros. Digo, para ir a 15 o 20 kilómetros y verlo en una pantalla algo más grande que mi tele, no me gasto el dinero. Yo comprendo.

Renovar una sala de cine debe costar una fortuna. No debe compensar nada. Cinesa es un cine nuevo el que hay aquí. Lo hicieron cuando hicieron el centro comercial, pero debió costar una millonada. Y luego, pocos años después, les vino lo del COVID, que claro, deben haber sufrido muchísimo. Pero bueno, ya veremos. Estamos en Guión Ausente.

Este es el episodio 81. Paco Casado. Hola, Paco. Te dejo saludar. ¿Qué tal? Buenas tardes. Muy bien. Y yo mismo. Yo conocí un programa de radio en Radio Campus en La Laguna. Decía mi nombre así. Pedro Jorge y yo mismo. Y Pedro Jorge y yo mismo. Les encantaba el yo mismo ese.

Luego, mis amigos se reían de mí y estas cosas. Fue simpático. La película que venimos a hablar hoy no precisa de subtítulos ni versión original porque está en español. Es una obra maestra del cine. Además, yo recuerdo haberla visto. Probablemente, ahora que lo pienso, me mandaste un clip de José Luis García presentando la película en la tele.

Supongo que era presentando la película. Es decir, que a continuación se emitía la película. De hecho, yo recuerdo que la primera vez que la vi, la vi en ese pase, que fue en el programa este que tenía José Luis García de ¿Qué grande es el cine? Y hubo un año en el que hicieron ¿Qué grande es el cine español? Y durante un año estuvieron poniendo películas españolas con el mismo formato que el programa, esta de una presentación y después un coloquio de cuatro señores hablando durante una hora.

Y yo recuerdo que yo la vi en este pase y según estaba mirando fue en el año 94 o 95. Ah, no, no. Entonces yo no la vi en ese pase. Yo la vi mucho más pequeño. Yo la vi a principios de los 80 quizás, finales de los 70, principios de los 80. Una de las primeras veces que la pusiste en la tele. Sí, porque yo recuerdo que era pequeño.

No, no, el 94 es imposible. No, no. Esto era del 94-95. No, el 94 ya había terminado la universidad y todo. Y lo que recuerdo, verla muy pequeño, y es la típica película que la ves y se te queda grabada. Y pensar, esta película es muy buena y es la típica película del cine español de la que se habla menos de lo que uno esperaría que se hablase como una película que, vamos a ver, lo voy a decir directamente, como claramente la obra maestra que es.

Es un peliculón donde además la actriz protagonista y el actor protagonista, Julieta Serrano, no sé por qué lo he pronunciado, y José Luis López Vázquez están brutales. Son la película, donde el guión es de acero, dentro de sus limitaciones, que ahora iremos, Jaime de Armiñán y José Luis Borau, que creo que era el productor también, ¿no? Era un famoso productor, ¿no? Y la dirección es de Jaime de Armiñán.

Esta película está hecha con dos duros y en el año 72, que, para los que no recuerdan la historia o sean demasiado jóvenes, esto es el posfranquismo, el pretransición, el premuerte de Franco. Ahí hay un periodo raro que nadie sabe definir donde la cultura española hervía un poco y la sociedad también iba viviendo porque se sabía que esto iba a acabar en algún momento.

Es decir, la dictadura iba a acabar en algún momento y España cambiaría. Y había aires de, hombre, habría que integrarse en el mundo moderno, ¿no? Pero es una época muy mala para el cine. Sí, sí, pero bueno, a lo que iba. Pero es una época donde esto se da y luego tengo aquí una anécdota, bueno, no una anécdota.

Hay una serie de televisión que se llama Este Señor de Negro, protagonizada por José Luis López Vázquez, que va de un señor vestido con traje negro, conservador, que tiene una joyería, que habla con el cuadro de su antepasado, un señor mucho más conservador, que es también José Luis López Vázquez. Es una serie que está...

es muy simpática el dispositivo. Entonces, José Luis López Vázquez, actual, es un señor que se pasea por el mundo moderno. O sea, los hippies, el racismo, pues uno trae una novia de raza negra y ese tipo de situaciones modernas. Y él, su reacción no es la que uno esperaría, que es la de oposición total. Su reacción es la de curiosidad y muchas veces aceptación y tremenda empatía, en plan, las cosas cambian.

Y el cuadro, en la medida en que es un cuadro, y habla con el cuadro, el cuadro está vivo, el cuadro representa eso, el cuadro. Es una cosa ya hecha, fija, conservada. Mientras que el sexto, Sabanetta, que es el protagonista, es un señor que no sólo sabe que el mundo está cambiando y que la España en la que él vive está cambiando, pero sabe que tiene que cambiar.

Él puede estar confundido, él puede estar sin saber qué es lo que está pasando exactamente, pero reacciona siempre con curiosidad. Es una serie de una España que se sabía... una España que estaba fingiendo ser moderna, ¿no? Es una época en la que la cultura intenta mostrar su mejor cara, de cara al exterior, en el sentido de, oye, no, no, que nosotros somos un país.

Lo curioso de esta serie es que el primer episodio se vistió en octubre del 75, un mes y poco antes de la muerte de Franco en el 75. Hay alguna cultura española de la época que sabe que todo está cambiando. Lo curioso de esta película, que es del año 72, en plena censura, en pleno franquismo, va de una señora que se llama Adela, que tiene 43 años, que un día el médico le dice, no, usted no es una mujer, usted es un hombre.

Y el resto de la película, el cambio o lo que sea que suceda, es un hombre en Madrid, cortejando a la que era su antigua sirvienta cuando era Adela. Ahora se llama Juan, creo recordar. Si uno ha visto cine de la época, que es mi comentario adicional, sobre todo cine ya en plan Los Vingueros o Fernando Esteso, y uno se imagina que la película es de ese tipo, uno se imagina pues una comedia violenta y agresiva de mofa total al personaje.

Esta película es de un mimo, un cariño, una empatía y una sensibilidad con el personaje, con las limitaciones de la época y del pensamiento de hace 50 años. Aún así, hoy la ves y no tiene, quiero decir, vamos a ver, parece hecha ayer. Sí, no hay que verla ni siquiera con la condescendencia de decir, bueno, es que en esa época, no, es decir, es una película que vista hoy en día no es rancia.

Es rancia en algún aspecto porque está reflejando la época, el año 72. Porque la época era rancia, pero no es así. De hecho, en la película sí se ve esa diferencia entre el mundo de la provincia, del pueblo y el de la gran ciudad. Sí, hay ese reflejo de esa ranciedad de los dos lugares, como va llegando la modernidad.

Sobre todo al principio, en el primer tercio de la película, cuando José López Vázquez interpreta a Adela y además con una decisión muy inteligente de que la doble Octavio Tírez. Es decir, en ese primer tramo de la película él tiene una voz de mujer porque es una mujer que él le dobla y ya cuando se cambia a, digamos, a hombre, obviamente tiene su propia voz.

Pero vamos viendo cómo van a aparecer, cómo se van viendo chicas en minifaldas, chicas vestidas de una forma un poco más moderna, al contrario de ella, que la primera imagen que vemos es de mantilla de la iglesia, con la peineta y con el... Sí, sí, sí. Es totalmente del movimiento. Claro, del movimiento más rancio que podamos imaginar.

Yo decía que es una época un poco complicada para el cine español y yo creo que una de las razones por la que esta película no es más conocida y no es más conocida a nivel internacional... El otro día, bueno, ayer estaba mirando el Letterboxx y, por ejemplo, nada más que tiene 600 votos. Es decir, tiene muy pocas votaciones en comparación, por ejemplo, con Carlos Saura, que es el otro, digamos, gran cineasta, un poco de esta época, que es el cine más conocido internacionalmente.

O, obviamente, Víctor Erice, que al año siguiente, que en el año 73, ya hace el espíritu de la colmena. Como digo, sí es una película más conocida. Aquí vamos a dejar a un lado a Buñuel, que va entrando y saliendo de España. Pero sí, es verdad que es una época un poco complicada para el cine español porque, vamos, yo estaba viendo las películas producidas en estos años y, como he dicho, más allá de alguna película de Saura o el par de películas

de Víctor Erice o Tristana de Buñuel, el resto del cine español es, o cine de género, bueno, La cabina, que sí es también de este mismo año. También José Luis López Vázquez. José Luis López Vázquez, también del año 72. El cine español, digamos, más popular, por decirlo de alguna manera, es el cine de género.

El cine de género, el cine de terror, el cine que se hace mucho de ello en coproducción con Italia, sobre todo, el cine de James Franco y compañía. Porque, como digo, obviamente, cineastas como Saura, o como no ocurriría con esta película, tuvieron muchos problemas para sacar sus películas adelante. Ya lo comentaremos, pero que esta película pasa a ser la censura en su momento, porque recordemos que en esta época la censura era sobre guión.

Para empezar, primero el organismo de censura tenía que aprobarte el guión que ibas a rodar y después, obviamente, tenían que aprobarte la película una vez terminada y comparaban a ver cuánto te había salido del guión. Y esta película solamente tuvo problemas en una escena, en un plano, donde al personaje de Mónica Randall, que interpreta a una prostituta, se le veía un poco... Bueno, no está claro que sea una prostituta.

Viendo esta película, sí. Pero bueno, tampoco es explícito, ¿no? Bueno, pero es el único personaje, digamos, que tiene... Es el personaje liberado sexualmente. Exactamente, es el personaje liberado sexualmente y parece ser que en una escena se le veía un poco un pecho y tuvieron que cortarlo.

Es decir, es lo único que tuvieron que tocar de la película a la hora de la censura. Pero es que hay censura previa, porque por supuesto, según contaban, según estuve leyendo, se documentaron muchísimo sobre todo el proceso médico que significa cambiar... Vamos a ver, la película tiene claramente una bisagra en medio donde se cambia de Adela a Juan y nunca vuelve a ser Adela.

Hay una escena maravillosa donde él vuelve a ser Adela, se vuelve a vestir de Adela, para ir al banco y sacar todo el dinero que supuestamente le corresponde. Vamos a ver, aquí no sobra ni una escena, todas las escenas están para explicarte cómo son los personajes y lo que están haciendo. Es uno de estos guiones donde chapó, ¿no? Tiene un ritmo que no... Es asombroso.

Es brutal. Entonces documentaron sobre todo el proceso médico y no lo incluyeron porque eran perfectamente conscientes de que el proceso médico no iba a pasar la censura, ¿no? Si lo discutían explícitamente. No es como otra película, hay una película posterior que se llama... Yo solo he visto dos fragmentos porque no la conocía, que se llama Cambio de Sexo. Sí, la de Vicente Aranda.

Con Victoria Abril haciendo de chico de instituto que descubre que... Pero es una película mucho más explícita en dos aspectos, en la parte médica y en la parte de que el personaje de Victoria Abril, por lo que estuve viendo en los fragmentos que vi, articula sus emociones internas. Aquí Adela nunca articula sus emociones internas.

Se le ve en la cara de José Luis López que, vamos a argumentar, es muchísimo más complicado. El control que tiene José Luis López Vázquez sobre sus expresiones faciales en esta película vería como un sol porque es espectacular y tengo dos o tres escenas donde se ve a un actor en absoluta posesión de su cuerpo y capaz de hacer con su cuerpo lo que le dé la gana.

Entonces omitieron toda esa parte. Entonces a mí me fascina la escena del médico porque sale el médico, le pide a la enfermera que se vaya. Por ejemplo, hay mucha juventud de fondo. Muchísimas, muchísimas mujeres jóvenes pero no están necesariamente sexualizadas. Solo está sexualizada la sirvienta pero sexualizada por Adela.

Es Adela la que la mira menos que otras escenas también. Pero la juventud sale cuando está en Madrid, por ejemplo, Juan se pasea por la calle y salen chicas claramente de universitaria. Hay mucha juventud. Hay una sensación... Uno podría leer la película políticamente diciendo que la película está hablando de España, que Adela es España y que simplemente va a cambiar en algún momento y no le queda otra.

Bien, el médico le dice... El médico está así como reticente. No está reticente, pero como que quiere ser cuidadoso porque sabe la reacción con la que se puede encontrar. Y ella le dice soy una mujer fuerte y valiente. Y él le dice, tienes razón, es fuerte y valiente, pero no es una mujer. Entonces, ¿cómo haces esto? A mí la solución me pareció espectacular, brillante, de una inteligencia brutal.

Porque la cámara, cuando el médico dice esto, la cámara simplemente no hay diálogo porque no lo puede ver. Es decir, la censura no lo hubiese permitido. Entonces la cámara se fija un primer plano de Adela, de José Luis López Vázquez como Adela. No habla. Desaparece su voz que hasta ese momento, como tú decías, es la voz doblada de una mujer.

Y empieza su cara mínimamente a cambiar mientras se empieza a producir un fundido a negro. Y antes, pero dos, tres, cuatro fotogramas antes de que el fundido sea negro total, tiene una sonrisa. Una media sonrisa. En la cara. Un fundido negro. Empezamos a oír el tren y descubrimos que estamos en un túnel saliendo del túnel. La imagen está típica de Hitchcock donde nos metemos con un tren en un túnel.

No, no, aquí salimos de un túnel y durante varios segundos vemos las vías del tren. Y en los caminos que podríamos ir tomando, las vías separándose, y llegamos a Madrid y Adela ahora es Juan. Y seguimos a él con su maleta y vamos viendo cómo el mundo a su alrededor lo trata como un hombre, con su bigotito.

Y Adela Juan en ese momento, en ese estado intermedio, se siente contento. Hay una especie de alegría en el personaje, de felicidad. Esta felicidad apenas expresada en la cara. Quiero decir, es una cosa súper contenida pero que ves claramente de que el hombre brilla cada vez que lo llaman hombre, cada vez que lo llama el señor. Y de hecho, en esas primeras escenas, cuando él llega a la ciudad, hay un momento en el que se escucha, está muy presente en la película, como tú decías, esa idea de los hombres

acosando a las mujeres. En el personaje de la sirvienta siempre tiene pretendientes por todos lados y siempre hay hombres diciéndole cosas en mitad de la calle. Y en esas primeras escenas en la ciudad vemos un detalle muy pequeño, pero que dice mucho, obviamente, de la sutileza que maneja esta película, que él escucha a un señorita de fondo.

Y hay un momento que se para, simplemente. Él está de espalda y, además, reacciona a esa señorita. Es decir, él todavía interiormente reacciona a la palabra señorita, que ahora como cuando ya hablemos del final, es una palabra que tiene mucha importancia en toda la película. No sé si lo he dicho, creo que sí, pero la película se llama Mi querida señorita. ¡Ojo! Es decir, este título es súper importante.

Es uno de los títulos de estos también perfectos porque el título, una vez que ves la película, revela muchísimo. La película a veces se ve, por lo que he leído, de una forma muy rígida. Adela se transforma en Juan, pero la censura no le molestaba porque está simplemente solidificando las ideas de género que tenía el régimen.

Es decir, una mujer es una mujer, un hombre es un hombre y estas son las características. A mí la película me parece claramente muchísimo más compleja que eso. Y la interpretación tanto de Julieta Serrano como la de José Luis López Vázquez complican toda esta idea. La idea que la película tiene del género y de la sexualidad, el sexo y de la identidad es muchísimo más compleja.

Sobre todo en las interpretaciones se ve muchísimo, sobre todo en José Luis López Vázquez, en Julieta Serrano, la manera en que no cambia de sexo. Pero hay elementos muy complejos. Claro, la película no podría ser explícita en toda esta complejidad de género como podría serlo después cualquier otra película posterior que podría hablar con más libertad.

Entonces, aquí todo eso se transmite con gestos, con pequeños comentarios y con muchas elipsis. Pero el título, mi querida señorita, claro, ese título es de la sirvienta. Es desde el punto de vista de la sirvienta. No es desde el punto de vista de la protagonista, que se llama Isabelita. Y claro, eso ya de por sí ofrece una lectura el título.

Cuando conoces el final y has visto el final, que es, por cierto, uno de los mejores finales que he visto jamás en una película, es demoledor perfecto de estos que tienes que volver a ver la película porque la rehace. O sea, todo lo que tú has visto hasta ahora, que podía estar insinuado y podías ver, se vuelve muchísimo más explícito con el final.

Depende también cómo interpretas el final. Si nadie lo ha visto y quiere verla sin spoilers, porque vamos a hablar con spoilers de la película, como hacemos siempre, pues pare ahora y que la veas. Está en Flixole. Si tienes Amazon Prime hay una prueba de 14 días gratis. Puedes ver la película y darte de baja después. Hay muchos cines españoles que valen la pena en Flixole, así que… Y además, en Flixole suele tener bastante… En fin, tiene muy buena calidad de streaming.

Y la película tiene muy buena calidad. Siendo películas antiguas, muchas de ellas están muy bien masterizadas. Y esta película, recuerda, está hecha con cuatro duros. También hay otro elemento… Y fue la película más taquillera de su año. Y candidata a los Oscars por España.

Y candidata a los Oscars. Representó a España. Que dicen que no ganó porque estaba Buñuel ese año con el discreto Encanto de la burguesía. Y que había que dárselo a Buñuel porque no se lo habían dado con la anterior. Y entonces tocaba a Buñuel como fuese, ¿no? Pero que esta es un peliculón que según Garci, del que en Hollywood se hablaba de él.

Porque este es incomprensible. Es una película… Vamos a ver, el nivel de sensibilidad y de emotividad y de cariño por los personajes y de empatía, en una cosa que tiene elementos de comedia, pero la comedia nunca es contra el personaje, es por la situación en la que el personaje se encuentra, ¿no? Que tiene muchísimo comentario social sobre el final del franquismo, que sale de un país que era una dictadura en ese momento.

La película, una de las lecturas, obviamente, viene referida al papel de la mujer, ¿no? Al papel de las mujeres en esta época y cómo han sido educadas, ¿no? Es decir, cuando él llega a la gran ciudad con idea de ponerse a buscar trabajo, hay una escena magnífica. Todas son magníficas.

No sobra ni una escena. No, no, no. Hay una escena donde él va a buscar trabajo y empiezan a preguntarle qué sabe usted hacer. Él le sabe dos años de piano y costura, que lo de la costura no lo dice porque, obviamente, es una actividad femenina en la época que después veremos que adquiere mucha relevancia porque es como él se termina ganando la vida.

No tiene ninguna formación. Tiene cultura general y dos años de piano, que obviamente dice mucho de cuál era la formación y qué era lo que se esperaba de una mujer en esa época. De una mujer de 43 años, Heider Frankl. Una mujer de 43 años, pues si la película está ambientada, entendemos que es una mujer que ha nacido en los años 30, que ha nacido a mediados de los 20, en los años 30.

Es decir, que ha vivido la guerra y los primeros años. Además, no recuerdo ahora mismo si se llega a decir dónde se desarrolla la parte inicial de la película, pero bueno, entendemos que es un... Tuvo que nacer alrededor del año 29. Se transcurre en un pueblo de provincia que no especificado está rodado, sobre todo, por ejemplo, en Galicia, en Tui, por el tipo de arquitectura que necesitaban para la película.

Sí, pero bueno, en realidad es cualquier pueblo español donde una mujer se ha criado en un entorno. Entonces, para empezar, esa idea que da esa escena de la educación, que ha recibido esa idea de que el hombre es el que tiene que trabajar y el hombre es el que ha recibido una educación para incorporarse al mundo laboral, y él no tiene nada que ofrecer a esa sociedad porque en 43 años no ha recibido ninguna formación, que obviamente

dice mucho de el problema que sufrían las mujeres en esa época. Por eso cuando vemos universitaria, vemos una España nueva. Luego Juan intenta hacer el bachillerato, se pone a estudiar, una vez que ya ha conseguido sus fondos y ha regularizado su situación, que es otra parte de la película, también vemos muchas mujeres.

Están de pronto presentes las mujeres en la educación. Es un mundo claramente nuevo. Por cierto, la escena esa, él no tiene ni carnet de identidad como hombre. Su carnet de identidad es de Adela. Y luego, cuando dice los 12 años de piano, hay una escena anterior donde dice, cuando eres Adela todavía, está con Isabel, vamos a renovar el piso, vamos a darle color, vamos a ponerlo moderno, y se pone a tocar el piano.

Y lo toca fatal. Toca Chopin, que es una melodía que se repite una y otra vez. Se llama Tristeza o algo así, no recuerdo cómo se llama. Tristeza de amor. Y que luego compusieron una canción, y es la que suena al principio de la película. Tristeza de amor.

Cantada por José Luis López Vázquez. Y entonces, tú no sabes muy bien por qué esta escena, tocando el piano, es fatal, pero luego descubres que es lo único que puede poner en el currículo en dos años de piano, y que ni siquiera sabe tocarlo realmente bien. O sea, desafina continuamente. Se equivoca continuamente de notas.

El piano, si está afinado, lo puedes desafinar. Pero es lo que quiero decir. Hay toda una serie de elementos encajados ahí, y en una película de 80 minutos no sobra nada. O sea, no hay nada que no esté ahí para indicarte cómo es el personaje. Porque básicamente la película empieza con una serie de fotografías que nos va contando la vida de Adela.

Y la vemos desde que nace, básicamente, hasta las bodas, y la vemos por ahí de fondo con rasgos de hombres, que son los de José Luis López Vázquez. Además, uno se pregunta que en la época de hacer eso, hoy en día es trivial con Photoshop, pero en aquella época debía costar mucho. Además que están muy bien hechos los montajes.

Sí, sí, sí. Y entonces vamos viendo fotografías, y es curioso porque son fotografías en blanco y negro, claro, son de la época. Vemos a una jovencita con los rasgos de José Luis López Vázquez y así, y de pronto vemos una imagen en blanco y negro de una señora mirándose en un espejo, que parece un retrato, y de pronto cambia de color porque es Adela ya.

O sea, hay una continuidad fotográfica y Adela atrapada en el marco del espejo, claro. Y ese está, bueno, viene Isabelita, le traen un clavel para que se lo ponga porque van a ir a no sé qué cosa de un acto religioso de algún tipo. Ella se sube en su coche, mira mal al novio de Isabelita, bueno, que sabe que es el amigo de Isabelita porque se da a entender que, hombre, que a Adela, mujer, le mola mucho Isabelita, su sirvienta, y que la mira así con lujuria, que intenta contener.

Y que siente celos de los hombres. Y además reacciona muy mal cuando descubre, cuando hay una escena genial que ella está cosiendo con la máquina de coser Singer de la época, que por supuesto, esa escena cumple varias funciones simultáneamente, una es indicarnos que sabe coser a máquina para que luego no nos sorprenda que sabe coser a máquina y no tengas que recurrir al prejuicio de que es una mujer y por tanto sabe coser

a máquina. Y mira a través de las ventanas, además las ventanas están súper bien usadas porque son las típicas ventanas del norte antiguo, que hoy se siguen usando porque hoy son tradicionales. En la época era porque no se podían hacer paneles de vidrio grandes, entonces pues los paneles de vidrio eran pequeñitos, de menos de 15 por 15 centímetros o menos, y entonces tú miras una ventaja, que es una rejilla, y entonces ella como que

está encerrada, además hay un plano doble, ella mira hacia afuera y luego la cámara mira hacia adentro, se la ve como encerrada, y ve a Isabelita con el novio paseándose por ahí, divirtiéndose, que no es realmente un novio, es así como un chico con el que habla básicamente.

Y ella se enfurece y el otro clavel que había quedado, que era Isabelita, que había puesto en un vaso con agua, lo tira directamente con furia. Hay ya esa idea del lesbianismo ya metida porque todavía tú no sabes. Se sube al coche, como decía, va a la cosa esta, va rapidísimo por el coche, por unas calles de ciudad que es imposible ir a esas velocidades, acaba chocando porque se le cruzan dos chicas jóvenes, acaba chocando contra un coche elegante antiguo negro de la época, y es como descubrimos que esas

son las hijas de Santiago, que fue alguien al que conocía, que ha vuelto ahora al pueblo como director del banco, pues hablan, y inmediatamente Santiago, que es viudo y las dos chicas estas que se cruzaron son esta juventud repelente, ¿no? Esta imagen de la juventud repelente de la época, de chicas que ya hacen lo que les da la gana, y él empieza a pensar, hombre, soy viudo, me podría casar con esta señora, a la que siempre le tuve un...

Y es un personaje muy curioso el de Santiago, a mí me encanta. Está interpretado por Antonio Fernández, por el chaquete. Y es porque es un hombre, ella dice, bueno, soy muy fea, los hombres nunca me han hecho caso, siempre he estado sola, y él dice, porque los hombres son tontos y no saben mirar más allá de la capa, pero hay algo más importante.

¿Cómo se dice? Y ella dice sexapil, que es una cosa muy curiosa. No dice personalidad. Bueno, se encuentran varias veces. Es curioso, porque en ese punto se da a entender que Santiago la ve. Hay algo de... si antes había algo lésbico, ahora aquí hay algo homosexual, ¿de qué? ALFREDO MARTÍNEZ De algo homosexual, sí, sí.

Porque además hay un cortejo claro, ¿no? Hay un momento en el que ella, al principio, le encarga, que le lleve, que tiene unas tierras, ¿no? Le dice, tengo unas tierras y quiero a ver que me las gestiones tú. En la película tú decías las ventanas, pero hay mucha importancia de las manos también, ¿no? FELIPE SALGUERO Sí, pero las manos.

Tengo una escena con las manos, pero las manos son súper importantes. Hay muchos planos de manos, sí, sí. ALFREDO MARTÍNEZ Sí, sí, sí. Y hay un momento cuando ellos están firmando los papeles que vemos que él le está cogiendo ya a ella la mano, digamos que haya un contacto carnal ya ahí.

Y bueno, cuando entra una de las hijas que es muy repelente y una cosa que tú mencionabas, ¿no? Lo de la repelencia de estas dos chicas. Hay dos pares de personajes femeninos repelentes, que son las dos hijas de este hombre y el personaje de Chulán Preávez y Lola Gaos en la pensión, que son dos pares de personajes femeninos muy negativos. FELIPE SALGUERO Sí, pero unos modernos y otros antiguos. ALFREDO MARTÍNEZ Claro.

Y representan dos conceptos de mujeres. La mujer antigua, el personaje de Chulán Preávez, digamos, es la ascensora, la que no deja que se haga nada, la que siempre hay que tenerla vigilante, todo el rato mirando, escuchando, poniendo la oreja en la puerta, no dejando que se cierre la puerta con llave, porque dice que la puerta siempre hay que tenerla abierta para que pueda entrar y salir y ver qué es lo que está pasando. FELIPE SALGUERO Es que es un espacio de paso.

Hay varios detalles geniales con todo el proceso de Madrid, pero él acaba en una pensión donde duerme en un pasillo. A los efectos prácticos, es un pasillo. La habitación de Feli… ALFREDO MARTÍNEZ Sí, porque el personaje de Mónica Randal tiene que pasar por ahí para salir a la calle. FELIPE SALGUERO Las dos espacios están conectados y entonces un personaje que ha cambiado de hombre a mujer tiene que dormir en un espacio de paso, en

una zona liminal. Está todo tan pensado y él llega a Madrid con una maleta y tú no sabes lo que hay en la maleta hasta que se abre y descubren que está la ropa de Adela dentro de la maleta. Viene cargado con equipaje, como se dice en inglés, con baggage, y carga con esa maleta.

Lo ves moverse y luego descubres que en su maleta están las ropas de cuando era Adela. No sobra nada en esta película. Todo está ahí para algo. ALFREDO MARTÍNEZ Tú mencionabas antes lo de la máquina de coser que él de repente descubre, lo que vemos al principio con la máquina de coser en su casa, y descubre que en ese pasillo, debajo de una manta o de una sábana, la quita y descubre que hay una máquina de coser.

Tiene una cara de satisfacción cuando descubre esa máquina, ese objeto, y comienza a coser lo primero que pilla para volver a sentir un poco esa satisfacción, de hacer algo que sabe hacer y algo que se le da bien, que finalmente tiene que buscar. A la hora de buscar trabajo, consigue trabajo mintiendo y diciendo que va a ser su hermana la que va a… FELIPE SALGUERO Porque es el único carnet de identidad que tiene. ALFREDO MARTÍNEZ El carnet de identidad que tiene.

Va a una tintorería a hacer unos trabajos, pero va con el carnet de la hermana diciendo que es mi hermana la que está buscando trabajo. Entendemos que se gana la vida haciendo esos trabajitos en la tintorería, porque es algo que se le da bien. El personaje de Chulian Perape siempre está pendiente de las sábanas. FELIPE SALGUERO Sí, porque además en ese espacio de paso está el armario donde se guardan las cosas de toda la pensión.

Es una cosa demencial. Ese doble par de personajes femeninos con una carga tan negativa contrasta mucho con el resto de personajes. Los otros cuatro personajes que hay en la película, que son Adela e Isabelita y el personaje de Antonio Ferrandi, Santiago, y el personaje de Mónica Randall, son cuatro personajes que tienen una sexualidad al menos indefinida. Y además son los que reaccionan con más empatía y cuando se enfadan no se enfadan

exactamente por lo que tú esperarías. El Chulian Perape y Lola Gauss se enfadan de nuevo. No hay nada que sobre. Es decir, él se puede ganar la vida fingiendo ser Adela la que va a hacer las cosas, porque es la máquina que sabe manejar de verdad, la máquina de coser.

Y entonces eso le permite empezar a ganarse la vida, con lo cual automáticamente le permite entrar a una cafetería y descubrir a Isabelita que está allí trabajando de camarera y empezar el cortejo, aunque reacciona a él con una especie de ataque de nervios e intenta conseguir que un niño vaya. Pierde el paquete de las telas que le han dado para ser monos para coser, con lo cual de alguna forma hay que volver a entrar a la cafetería. Esta escena es brutal porque además el personaje sufre muchísimo.

De pronto se da cuenta que es Isabelita y sale huyendo. Escapa porque no quiere ser reconocido, pero luego se da cuenta que no lo ha reconocido o no lo parece. Y así todo este proceso. Pero luego le quitan la máquina de coser. Jules Lampreave y Lola Gauss, esos dos personajes, son los que ejercen de policía de género.

Él había puesto una manta para amortiguar el sonido de la máquina para que no se le oyese coser, pero esos dos personajes no soportan que un hombre cosa. Y le quitan la máquina y descubren que tiene ropa de mujer en la maleta, cosa que no molesta a los otros personajes. Pero bueno, para terminar con Adela, da un chute en un partido de fútbol porque se supone que es una persona conocida en las actividades benéficas.

Da un chute tan brutal que sale disparado. Luego sale la foto en los periódicos. Es como Pirri. Ah, mejor que Pirri. Pero hay un cierto humor. El cura, sale el típico cura de la época que ya es más de izquierdas, ya empieza a hablar del cambio, de que bueno, el pecado es no sé qué y redefine el pecado.

Se da a entender que es un hombre súper empático. De hecho, es el que le manda al doctor. Esa escena también es muy interesante. El propio Santiago, las varias escenas del cortejo, vemos a Adela no acabando de aceptar ese tipo de contacto físico y esa intimidad. Hay algo en los hombres que no le gusta. Como tú decías, había empezado ahí un cierto cortejo y mientras el cortejo estaba en el terreno de las formas, es decir, del intercambio social que no tenemos que pasar más allá, pues bien, porque claramente

Adela está acostumbrada al mundo social, es decir, lleva toda la vida. Pero en cuanto empieza a volverse la posibilidad de ser más íntimo, y hay una escena en que se alejan en la playa, él tiene la mano apoyada en un bar, en una lancha, con lo cual, bueno, ya la idea del viaje y del movimiento es que esto va a cambiar, y ella se confiesa.

Y la escena de la confesión es muy curiosa porque el temor del cura, porque resulta que descubrimos, aunque ya lo sabíamos, nosotros lo habíamos visto, pero lo confiesa, que se afeita, que Adela se afeita de siempre. Esa escena está con una naturalidad tremenda, porque hemos visto varias escenas de cotidianidad, de, como tú dices tú, el fútbol, de ella yendo para arriba o para abajo, tocando el piano, y de repente, ahí, a los 10-15 minutos, meten

en medio una escena donde vemos que se está afeitando. Y ya está. No hay ningún subrayado, no hay ningún subrayado dramático, creo que casi que no tiene música. Es una escena que entra dentro más de la cotidianidad de esa persona, pero obviamente es una escena de repente muy marciana, porque obviamente se entiende que desde el principio estamos viendo a una mujer.

Y claro, no es que la veamos afeitarse como se afeitaría una mujer poco, sino con la cara bien llena de espuma de afeitar y afeitándose con una cuchilla. Que quede claro. Es una escena de… Esto es importante que quede claro. Hay que ver la película porque es muy difícil de explicar. Todo lo que pasa en la parte de Adela, a ver, el lenguaje corporal de José Luis López Vázquez es perfecto.

Está hecho todo con una gestualidad delicada y estudiadísima y claramente súper consciente de cómo se está moviendo. Está siguiendo claramente un patrón que es, de nuevo, muy importante para la segunda parte de la película, por lo que ahora lo comentaremos. Bueno, el asunto está en que va el cura.

El cura, el temor del cura, es más el lesbianismo que otra cosa. Cuando ella le dice que se afeita, pues le dice que tiene un médico en Zaragoza, un amigo médico en Zaragoza. Es el típico cura que conoce a todo el mundo, ¿no? Vale. Pero es un cura modernito, ¿no? Entonces, tiene Adela una última pelea con Isabelita, pero ya tan demencial que Isabelita se harta y se va y no consigue… Bueno, hay escenas donde Adela le cierra la cremallera y cosas así.

Hay escenas muy delicadas, muy de amor, muy de una intimidad física mucho más satisfactoria que la que puede tener Santiago, que es cuando el personaje de José Luis López Vázquez, que además me encanta, recorre la casa antes de caer en la cama llorando, de nuevo, con muchísima naturalidad, como si realmente estuviéramos viendo a un ser humano que recorre su casa solo y de pronto se tira a llorar en la cama, que es cuando llama por teléfono.

Además, es un teléfono muy antiguo. Es todo como muy deliberado, muy antiguo. Llama preguntándole al cura quién es su médico. Y así es como llegamos al pivote de la película. Cuando volvemos a ver a Isabelita, digo, a Adela como Adela… bueno, a Juan vestido de Adela… Ahí está disfrazado ya. Ahí está disfrazado. Entra al pueblo e intenta sacar dinero, pero las firmas ya no coinciden, porque ha aprendido a firmar de otra forma, porque ahora tiene que firmar como Juan.

Y entonces, como que la retienen por la fuerza y la obligan a entrar en el despacho del director, que es Santiago, y Santiago está enfadado. Pero está enfadado porque se escapó de la clínica. Sí, porque él le dice claramente, es que soy un hombre. Es una de las pocas veces donde se verbaliza, donde el personaje verbaliza esa idea y parece que a Santiago es lo que menos le importa que diga soy un hombre.

Se da a entender que el cura y Santiago lo organizaron. Una vez que ella habló con el médico, Adela, ellos lo pusieron todo en marcha. Es decir, Santiago sabe exactamente lo que ha pasado y el cura también sabe exactamente lo que ha pasado y no es eso lo que les molesta. Sobre todo Santiago. Santiago está muy enfadado, pero es por que haya desaparecido y le diga, a ver, ¿dónde vas sin dinero, sin documentación y sin nada? ¿Qué hiciste? Esto es absurdo.

Entonces entendemos que buena parte de lo que hemos visto en Madrid es sin nada. O sea, se tiró a la aventura sin pensarlo. Una persona que, entre comillas, tiene dinero, ¿no? Y entonces cuando le dicen, no, no, no, esto hay que arreglarlo, un forense, y se da a entender. Hay una escena donde ya lo vemos y es un hombre, es decir, está desnudo de cintura para arriba, se pone en la camisa, es un hombre y el forense firma como que es un hombre y alguien hace un comentario, bueno,

ahora que decida el fiscal. Da a entender que ahí existe ese procedimiento, lo cual es extrañísimo porque no sé si en el franquismo realmente existía ese procedimiento, pero está ahí y que hay un reconocimiento legal de Jure para hacer eso, ¿no? Y el cura viene a visitarla, bueno, a visitar a Juan y no le abre la puerta, que a mí me pareció fascinante porque era su confesor, ¿no? Pero hay como un rechazo, ¿no? Hay como una negativa, que

no sé si es una negativa la iglesia, no, el cura, porque el cura es un tío súper simpático y tal, que aparentemente está de su parte y que ha hecho todo lo posible, pero hay ahí, de pronto, un dar la espalda a lo de antes, ¿no? En una escena que no es nada. Sí, y sobre todo esa escena de cuando él va a sacar el dinero, él tiene que ir, digamos, al banco de su pueblo a sacar del dinero y, como sigue teniendo el DNI de Adela, se disfraza

de Adela. Y los gestos cambian. Y los gestos cambian y toda su corporeidad, porque en toda esta primera parte vemos, obviamente, a José López Vázquez caracterizado de mujer, pero no es una caracterización burda, no, no es una caracterización...

Está caracterizado de mujer, pero estamos viendo una mujer en todo momento. Estamos viendo a Adela, estamos viendo un personaje, digamos, femenino sin ningún... sin que quede burdo, ¿no? Pero aquí no, aquí ya, en esa escena, cuando él ya se tiene que disfrazar, ya estamos viendo a un hombre disfrazado de mujer. Vamos a decir que estamos viendo a Juan vestido de Adela. Claro, estamos viendo a Juan vestido de Adela, ya no estamos viendo a Adela. Es la parte compleja de la película.

Estamos viendo a Juan vestido de Adela, que es... Disfrazado, ya, con un disfraz, ya. Y se nota, es decir, está hecho para que se note. Y está hecho para que se note ya que no es la caracterización de la primera parte de la película, sino es, digamos, ahí ya sí queda más burdo ese disfraz de mujer, ¿no? Ya no sabe ser Adela, que es lo curioso de él. Pero en esa gestualidad, porque él sigue, cuando ya es Juan, sigue teniendo una gestualidad donde todavía quedan, digamos, rasgos, y sobre todo en las manos, está muy bien trabajado

el tema de la manicura, en las manos. Sí, hay una escena, hay un primer plano que de pronto tú piensas que es arbitrario, pero está ahí para que tú veas que todavía tiene las uñas largas. Y tú dices, jo, qué gente, ¿no? Pequeño detalle. A mí me fascina, porque en uno de los encuentros, él sabe que ciertos días a la semana Isabel recibe magdalenas de su casa, no sé si se las manda a su abuela o a su madre, ¿no?

A su abuela, sí. Y entonces, un día vuelve a la cafetería para encontrarse con Isabelita y le dicen que no, que ella libra ese día por no sé qué, y él entonces suma dos y dos inmediatamente y sabe que está recibiendo magdalenas de su abuela, entonces va corriendo para hacerse el encontradizo con ella y charlan y no sé qué, y ella la invita a comer las magdalenas y estas cosas que, bueno, están comiendo magdalenas como en un merendero.

Hay unos hombres como muy desagradables ahí al lado que se dan cuenta inmediatamente de que ese Juan es un poco afeminado, ¿no? Y entonces tiene esta reacción inmediata de hombre rudo. Pero cuando come magdalenas, empieza a plegar el papelito de la magdalena con una gesticulación tan absolutamente maravillosa, delicada, perfecta, y lo hace dos veces por si no te quedó claro en la primera, que es decir, hay algo de Adela que persiste en Juan, mucho de Adela que persiste

en Juan. Otro detalle es que él va súper pulcro siempre, o sea, va con traje, corbata, perfecto. Sí, la forma de andar que tiene, con los brazos así muy pegados al cuerpo y con un andar muy delicado en contraposición a estos dos señores rudos que se encuentran, lo de José Luis Pepa, es que es tremendo en esta película. Cada vez que se le ve las manos y cómo opera con esa delicadeza, toda su operación de

la máquina de coser, que además es una de las típicas que si tú tienes mi edad has visto mil veces, mi abuela tenía una así, has visto mil veces, y es lo que te da a entender el hecho de que él esté en una zona de paso cuando vive en la pensión, esté en una zona intermedia, que todavía lleva la maleta con la ropa de Adela, da a entender que el personaje no es estrictamente un hombre tal y como el franquismo lo entiende.

O sea, es que esa caracterización de una masculinidad del régimen no es exactamente lo que la película está diciendo. Está diciendo, ¿Juan está compaginando elementos masculinos? ¿Se siente claramente un hombre? Es que igual que el régimen y la época dicta cómo tenía que ser una mujer, también dictaba cómo tenía que ser un hombre.

Y él no encaja en ninguna de las dos categorizaciones que el régimen impone de qué debe ser un hombre. Pero claro, la película está criticando las otras dos y está colocándolo a él como el modelo. Y por eso el personaje de Antonio Fernández tiene también esa delicadeza en la que no nos queda claro si este hombre, que es viudo, probablemente esté atraído por la masculinidad de Adela.

Y por esa idea de que Adela no sea tan femenina como se supone que tiene que ser una mujer de la época, a pesar de que obviamente haya estado criada en ese rol. Pero ella varias veces remarca que yo no soy tan femenina como el resto de mujeres. No soy muy agraciada, creo que dicen. En un momento soy fea, cuando una mujer tiene que ser guapa, una mujer tiene que ser bella. Cómo está construido el personaje de Antonio Ferrandi, que podría haber sido mucho más negativo y podría haber sido mucho más hostil con esa idea.

Y como he dicho antes, hay un momento que cuando va disfrazada dice que soy un hombre, haciendo un poco más referencia a la película de Con faldas y a lo loco, de la que un poco también, yo creo que es el final. Pero este final es devastador comparado con el otro. El otro es muy bueno, pero este es devastador. Claro, pero juega un poco en esa… El final de Con faldas y a lo loco es un broche perfecto para la película, pero no te hace

reconceptualizar. No, no, no tiene nada que ver. Esos dos personajes, el personaje de Antonio Ferrandi y el personaje de Mónica Randall, del que ahora hablaremos, están construidos con muy poca moralina. Es una película que podría haber caído en la moralina.

Y son dos personajes que, como digo, el personaje de Antonio Ferrandi, que parece ser que no tiene ningún problema en esta idea de soy un hombre, no le pone ninguna pega, y después en el personaje de Mónica Randall, que hay un momento en el que él la conoce, como he dicho antes, porque vive en ese pasillo y la ve pasar continuamente.

Y ella le dice que trabaja en un bar, que cuando vamos es lo que en esa época se conocía como una huisquería, ¿no? Es una palabra que… ¿La palabra es esa? Sí, sí, sí. Vale, vale. Es que no sé si es una palabra que se usa aquí en Andalucía o en general de toda España.

Y ella dice que trabaja en un bar, pero como digo, resulta ser una huisquería pues que es como un bar puticlub de la época. Él va a visitar al personaje de Mónica Randall en ese bar en el que trabaja porque ya se ha dado un beso con Isabelita y está temiendo que llegue el momento en el que la relación vaya a ir a más y no sepa qué hacer. Además, aquí hay una cosa.

El tío consigue el dinero, consigue cambiar su situación social. Es decir, ya es un ser humano que la sociedad reconoce como persona y como hombre, y ya tiene dinero. Da la entrada a un piso, se pone a estudiar porque se quiere sacar el bachillerato. Allí los cambios siguen a más, es decir, él quiere seguir a más. La relación con Isabelita, aparte de esto de que me fui sin avisar y tardé en volver, pero bueno, yo estoy aquí. Sí, se entiende que está un tiempo sin verse.

Él le enseña el piso, el piso está totalmente vacío, está por hacer todavía, y es cuando —eso es lo que tú dices— en algún momento habrá que pasar a más. Cuando van a enseñarle el piso, el momento de la cama, ¿no? El momento de hacer la cama, a Isabelita le sale la sirvienta que lleva adentro y ve la cama sin hacer y dice, ay, yo es que no puedo ver una cama sin hacer. Y él la ayuda. Y él la ayuda.

Y entonces los dos están haciendo la cama y, de nuevo, esta complicidad y esta delicadeza con la que están realizando toda esta operación, porque claro, los dos saben hacer una cama perfectamente, y él está haciendo una cama y es un... No hay escena en esta película que no revele algo sobre los personajes que están en escena. Es de la cosa más... Y que probablemente no sea la primera vez que los dos juntos hacen una cama.

Es eso, ¿no? Hay diversos elementos que prefiguran el final. Los vingueros es una película de siete años después, es de cárcel los comentarios que hacen sobre cualquier colectivo que no se salga de lo más heteronormativo posible. Llega a la violencia, al odio y al desprecio, una película que ya es de la transición, ya es post-constitución. Y esta, que es del 72, hecha en el franquismo, es el polo opuesto en delicadeza y en empatía

y en ponerse en la mente de ese personaje, y en sus circunstancias, y en seguir al personaje sin juzgar. Y la cantidad de personajes, como tú decías antes, que no juzgan, porque Chus Lampreave y Lola Gauss, que son las de la pensión, y las hijas del Santiago, reaccionan por puro instinto desde su punto de vista y tampoco van más allá, ¿no? Reaccionan por sus cosas. Pero por ejemplo, Feli, el personaje que tú decías, Feli, el personaje de Monica Randall,

pero que él lleva ropa de mujer en la maleta y no tiene mayor importancia desde su punto de vista. Santiago está enfadado porque se escapase de la clínica sin haber resuelto todo, sin haberse asegurado. Su preocupación es su seguridad. No puedes andar por el mundo, sobre todo en la España de Franco, sin documentación y sin nada. El cura claramente está preocupado por él ahora. Isabelita, Isabelita quiere a Adela, claramente la quiere.

No puede vivir con ella porque Adela reacciona con una furia interna que se da a entender que deriva de que hay una contradicción interna que no es capaz de reconciliar. La escena cuando Isabelita está haciendo la maleta para irse, que se le muestra a ella en sujetador y en ropa interior, que la mirada, que el personaje, en este caso Adela todavía, le lanza, es una mirada incluso libidinosa y es curioso que la veamos a ella prácticamente

desnuda en ropa interior, en bragas y sujetador. Lo más desnuda que se podía estar sin que le censurase la escena, como he mencionado antes con el personaje de Mónica Randall, que también se le ve un poco la espalda y se le ve un poco en ropa interior. Las miradas que le lanza, además el personaje de Isabelita siempre está sexualizado en el sentido de que es una mujer guapa y es una mujer claramente atractiva.

La mirada que los hombres obviamente le lanzan son siempre las cibas en la escena, cuando va a recoger las magdalenas del autobús y sube la escalerilla del autobús y le vemos las pantorrillas, su novio reacciona y le vemos las pantorrillas y hay un chico que se le queda mirándole las pantorrillas, es decir, queda claro que el personaje de Isabelita es una mujer sexualmente atractiva y que tiene muchos pretendientes.

Bueno, pretendientes no, tiene una serie de burros alrededor, porque además está muy bien hecho. Ella, por ejemplo, cuando va al paquete con magdalenas, a alguien se le ocurre. Le podemos quitar las cosas a las mujeres y jugar con ellas como queramos, porque son mujeres y por eso están. Hay niñas como te ponen. Sí, hay niñas como te ponen. Pero lo curioso aquí es que esta no es una de estas películas que la cámara sexualiza

a las mujeres, porque la cámara sexualiza a las mujeres. La cámara, cuando sexualiza a Isabelita, lo hace mucho menos con Feli, porque a Feli, el personaje de Madónica Randall, es muchísimo más independiente y la cámara la respeta más solo en algún momento porque su función es otra. Pero Isabelita, cuando la sexualiza, es porque es el punto de vista de alguien. Habitualmente de Adela, cuando por ejemplo está limpiando, está fregando una entrada,

no sé qué, los pétalos de flor o algo así, también la mira es libidinosa. Cuando Isabelita de pronto tiene la reacción de darle un beso, porque la perdona por primera vez, la primera riña que tienen, y la otra claramente se queda así como conmocionada por el beso. Es un contacto físico que no esperaba. No es que le resulte desagradable, la reacción con el contacto físico con Santiago es muy diferente.

Pero entonces la cámara está usada con una intencionalidad que no es por defecto. No es la típica... Sí, sí, no es la sexualización de los vingueros, obviamente. No, y ni siquiera es la mirada masculina de... No, todo lo contrario. La mirada masculina que hay aquí es porque es la mirada masculina, es decir, es deliberado porque se está dando a entender cosas sobre los distintos personajes y cómo tratan a

esta mujer. Sobre todo con la relación con su novio, porque el noviato no entiende, le trae flores, cuando ella se despide desde el balcón, cosas así, ¿no? Isabelita es un gran personaje, está interpretado de fábula porque crees que es tonta, pero una mujer de enorme sensibilidad, pero a lo que íbamos, lo que tú decías, cuando él descubre que esto va a pasar a más y entonces habría que probar primero porque es un hombre

y los hombres han tenido experiencia, entonces va, a Feli le había prestado 500 pesetas, él se la devuelve porque ahora tiene dinero, ha podido pagar la entrada a un piso y se da a entender que ni siquiera llegan a intentar el acto, que él ya directamente se levanta y se va. Hay algo que no puede hacer y entra en una especie de barrena depresiva donde deja de ir a clase, deja de hablar con Isabel, se encierra en su dormitorio y ella, aquí es

otro detalle curioso, porque Isabel se vuelve como, o sea, ya era activa, en la primera parte es activa porque es ella la que deja el trabajo, no Adela la despide, ella es la que decide, no, esta situación no puede sostenerse, no podemos seguir así, me voy. No podemos seguir así, le dice ella, que creo que es como una frase muy de pareja. El final te permite recontextualizar toda la película y entonces estos diálogos que

al principio parecen de empleada y empleadora, de pronto cobran otra dimensión curiosa. Y de nuevo vemos a Isabel activa, bueno, hay una escena, mi escena favorita, hay una escena genial, cuando él vuelve a la cafetería, después de que ya no le queda más remedio, la madre al niño que quería mandar por un duro, por un duro que 5 pesetas en aquella época era una fortuna, le estaba dando, y la madre se lo quita porque, bueno, no hables

con extraños, y entonces no le queda más remedio porque quiere recuperar el paquete, claro, Adela ha dejado el carnet de identidad de Adela en prenda. Entra, lo recupera y Isabel empieza a decir, para eso estoy nervioso, estoy un poco así nerviosa, y le quito café. Y empieza a quitarle café con otra taza, vierte una taza en la otra y lo mira así en plan, ya queda menos de la mitad de la taza y le quita más.

Es como si supiese cuál es la cantidad de café que le gusta. Sí, sí, sí, de pronto, pero hay una preocupación, el personaje está valorando, se debe entender una mirada más observadora de la que tú le puedes atribuir al personaje, así de fondo. Pues bueno, esto falla, entra en la experiencia depresiva, Isabel se vuelve activa de nuevo, se vuelve a activar, intenta localizarlo, va a hablar con el profesor, el profesor le

dice, oye, está a punto de fallar, también hemos visto una escena en clase donde se equivocaba porque tiene cultura general, pero no tiene cultura colegial, entonces no ha ido al colegio, se entiende, no sabe cosas que aprendes en el colegio, que no aprendes en la vida diaria, no es como saber quién es Napoleón. Y le dice, no, corre peligro de no poder hacer los exámenes y no puede no sé qué, al final

lo localiza en el piso, consigue entrar porque además aporrea la puerta, lo obliga a entrar, se pone a gritar, entonces a Juan, con Adela en la cabeza, le puede el hecho de que está armando escándalo en el edificio, le abre la puerta, pues bueno, hablan y tal. Se entiende que mantienen relación sexual. Y aquí es donde voy a contar el final. Yo te aconsejo... ¿Se entiende? Espera un segundo. Antes de que llegues a la escena final, porque nuevamente he comentado antes lo de la cantidad

de elipsis que tiene la película y de cosas que ocurren sin que las veamos, y cómo está contada ese antes del final. Es un corte. Antes le hemos visto cómo le baja la cremallera del vestido, como antes se le había subido, cuando al principio de la película, es decir, que ahí vemos que desde el punto de vista de guion y de puesta de escena está todo muy trabajado para que todo vaya haciendo ecos de un lado al otro.

Y directamente al corte pasamos a la espalda de Isabelita y lo vemos a ellos dos en la cama dándose la espalda, es decir, cada uno mirando para un lado, que no me queda a mí tan claro que la que han consumado la relación. Entiendo que al menos lo han intentado y no sabemos hasta dónde han llegado. Porque si hubiesen consumado una relación sexual como mínimo satisfactoria, la postura sería otra. La postura sería, como estamos hartos de ver en el cine, cuando se produce esa elipsis

donde la relación satisfactoria te lleva al final a fumar tu cigarrito, a estar en una postura más cómoda. Pero la imagen que vemos es una imagen más tensa porque los vemos a los dos dándose la espalda entre ellos como que probablemente no haya ocurrido la relación o si ha ocurrido no ha sido toda la satisfactoria que ambos personajes esperarían. Y me parece muy interesante cómo simplemente corta de ese plano de la cremallera bajando

al plano de espalda sin que otras veces sería un fundido a negro y un fundido desde negro o algo así. Y hay un corte muy brusco que nos ahorra, que es lo que ha ocurrido en medio, que yo creo que también es por ese respeto a los personajes, ese respeto a la intimidad de los personajes que la película tiene en todo momento. A ver, yo la leo de otra forma, te voy a explicar cómo la leo yo. Los dos son vírgenes.

Sí, también. Juan, Adela, claramente, y Isabel se da a entender en más de una ocasión y además cuando discuten ella lo dice. Y yo leo esa escena, ese plano donde están mirando al otro como el Hanover front, ¿no? Uno mira a un lado, uno es el lado masculino, otro es el lado femenino, y en ese momento lo están representando. Y entonces hay un punto de más, yo lo entendí más como un punto de incomodidad de qué

es lo que acabamos de hacer, qué es esta operación rara que acabamos de realizar, cómo se ha hecho, porque no queda claro, efectivamente hay una ambigüedad ahí súper interesante relacionada con el final, y entonces empiezan a dar la vuelta y mirarse uno a otro en un plano contraplano, y Isabelita empieza a sonreírle, y él le empieza a sonreír, y ahí de pronto hay una satisfacción, como si viesen durante unos segundos reflexionando

sobre lo que acaba de pasar y acabasen aceptando que bien, o sea, esto es lo que tenía que pasar, esto es lo que tenía que hacer. ¿Por qué es la parte ambigua, que es donde el final, donde él le dice, cómo es la frase final exacta, porque es muy muy muy chula, no? Ah, sí, porque él le dice algo así como, un día te contaré, no sé, no recuerdo lo que dice, algo, ¿no? Se da a entender que un día le contará que él era Adela.

Y ella responde, ¿qué me va usted a contar, señorita? Y termina la película. Que es una frase que le hemos escuchado a ella decir un par de veces al principio. Entonces, lo que acabamos de ver es una relación lésbica, entonces, ¿no? Lo que acabamos de ver es una...

es decir, da a entender que Isabel es lesbiana. Es una relación que yo creo que va más allá del género. Exacto. Es una relación que va más allá del género. No es una relación lésbica, no es una relación heterosexual, es una relación que ella, es decir, Isabelita, entendemos que estaba enamorada de Adela y estaba enamorada de...

pero es que después también está enamorada de Juan. Que remite al comentario que hace Santiago de ir más allá del físico. Y entonces, toda la primera parte de la película es más una relación de amor que de sirvientes templadoras. Y hay un gesto de José Luis López Vázquez, justo al final, de otra media sonrisa, otro mmm. Y nuevamente las manos, ¿no? Cuando ella dice que me va a contar señorita, ella obviamente hace como un suspiro de que

se me ha escapado, ¿no? O sea, he tenido un lapsus y se me ha escapado. Y obviamente nos da a entender que ella en algún momento ha averiguado que Juan es Adela, no sabía además, es otro de las grandezas, que es un poco lo que reconstruye todo. Porque no sabemos en qué momento Isabelita ha averiguado que Juan es Adela. Julita Serrano se echa la mano así a la boca. Pero antes de eso, de pronto se da cuenta de lo que ha dicho y pone cara así de sorpresa,

no de sorpresa como he dicho algo que no debía decir, ¿no? Se me ha escapado. Y luego se lleva las manos a la boca, como tú dices, para morderse las uñas. Y que es algo que él le ha echado en cara, ¿no? Adela le echaba en cara. Que se mordía las uñas, ¿no? Varias veces. Hay dos o tres escenas en la primera parte donde le reprocha que se muerda las uñas y de pronto esa es su reacción, morderse las uñas, ¿no?

Entonces ahora tú tienes que volver atrás y decir, cada vez que ella se mordía las uñas, ¿por qué se mordía las uñas? ¿Qué estaba pasando en esa escena que a ella le hacía necesitar morderse las uñas? Hay más en esas escenas con Adela de lo que parecía. Sobre todo, Isabel no es este personaje ingenuo. Isabel es más consciente de lo que está pasando de lo que la primera parte de la película

te daba entender. Termina la película y te obliga a volver a verla sabiendo que Isabel es más perspicaz. Sí, sabiendo que en la primera parte ella tiene ese deseo, aún siendo cortejada por muchos hombres, tiene un deseo hacia Adela y en toda esta segunda parte que es consciente de que Juan es Adela y no sabemos cuándo lo ha averiguado. A lo mejor es en ese mismo momento, simplemente se da cuenta, pero no lo sabemos.

Es de estos finales que te reconstruye todo el personaje y le da una grandeza. Y es que además que Julita Serrano tiene esa mirada tan limpia, ¿no? Tiene una mirada muy... Tan ingenua, tan infantil, ¿no? No es inocente, pero como digo, una vez que vas pensando y vuelves a ver ciertas escenas te das cuenta que no, que es una mujer que sabe lo que quiere y precisamente es mucho más activa de lo que en principio parece y con mucha más agencia que se podría pensar

en el papel de una sirvienta o en los otros personajes femeninos que hemos visto durante la película. Con muchos recursos. Claramente sabe buscarse la vida, más allá de él buscarse la vida, pues sabe estar en el mundo. Y José Luis López Vázquez pone así una cara un poco de... ¿No? Y entonces baja a besarla por última vez y ahí termina la película. Hay otra escena que me encantó porque es de una fracción de segundo.

Cuando él está caminando con Isabel, Isabel le está contando, pues tuve una... Además, hay varias escenas donde hablan de Adela, Isabel habla de Adela y entonces es una que va caminando y dice, no, porque mi antigua empleadora, pues sí, aquello era insoportable. Y de pronto, claro, él se siente la obligación de preguntar por qué, ¿no? Pero digamos que en ese momento Juan, con la mentalidad de él, está sometido a las

convenciones sociales de seguir la conversación con la que está, independientemente, porque es lo que haría una persona que no sabe quién es Adela. Y está convencido, se le ve en la cara, de que va a decir una cosa horrible sobre Adela. Pero dice una trivialidad, no recuerdo qué era, pero era un absurdo. Y de pronto, el personaje de Julio de Serrano se adelanta un paso, el personaje de José Luis López Vázquez queda un paso por detrás y le dedica una mirada, según la fracción

de segundo, en plan, la que me acabas de hacer pasar. O sea, por poco me da un ataque, por lo que ibas a decir, ¿no? Y cuando están en el merendero con el rollo de las Magdalenas, que él intenta comportarse como un hombre y enfrentarse a los otros, y es Julieta de Serrano la que se lo impide, porque sabe que es serona, y vuelven a hablar de Adela, y como que Isabelita está alabando a Adela. Y no sabes, claro, una vez que llegas al final, no sabes.

Si es que ya se ha dado cuenta, ya lo sabe, o de alguna forma es consciente, aunque sea inconscientemente, y entonces todos esos diálogos adquieren otra dimensión completamente distinta. Y eso es lo que me resulta curioso de esta película, porque es mucho más ambigua y es mucho más compleja en todo lo de género de lo que la lectura evidente te permite, ¿no? Sí, porque esa idea de que el personaje de Adela ha estado viviendo toda su vida, ha

construido y le han construido su identidad como mujer durante 42, 43 años, y parece como si nunca la hubiese puesto en duda, más allá de me afeito, y más allá de soy fea y me afeito, que digamos que parece ser los dos únicos problemas que le comportan, ¿no? Esa construcción de esa identidad, obviamente nos está hablando mucho de cómo se construían las identidades en esta...

cómo se siguen construyendo hoy en día, ¿no? Porque es una construcción continuamente, pero sobre todo cómo se construían en esta época tanto las identidades masculinas como las entidades femeninas, ¿no? Y esa idea de que durante 42 años haya estado viviendo en un entorno donde todos han aceptado que es una mujer, aunque se da un poco a entender, o al menos por el personaje de Antonio Ferrandi, se da un poco a entender que siempre ha existido un poco esa sospecha hacia esa mujer a la

que es, como vemos al principio en los créditos, que vamos viendo las diferentes fotos, que son, yo creo que es muy interesante ese inicio, porque precisamente lo que nos está diciendo es cómo se ha construido a esta persona, y cómo se ha construido la identidad de esta persona y la sociedad. En algún momento, entendemos que en algún momento, se ha construido que esta persona es una mujer sin serlo, y todo el mundo ha aceptado esa realidad, aunque todo el mundo,

digamos en cierto modo, sospeche o tenga unas ciertas dudas sobre esta persona, habla mucho un poco como lo de Simón de Beauvoir, de que el género, no recuerda cómo era, que el género es que una mujer se hace o no se hace. Obviamente, yo creo que tanto José Luis Borau como Jarmiel Millán eran dos señores de prueba de inteligencia, y seguro que conocían este tema, y obviamente si se documentaron

esta idea del género como construcción social, que podemos pensar que ahora mismo es una cosa muy moderna, pero obviamente para nada, es una cosa que ya obviamente en el año 72 ya había la suficiente literatura, y si querías buscarla, la encontraba, pero como digo, que una película con tanta sutileza, pero también con tanta claridad, porque la película sí es muy clara en ese sentido, de esa idea del género como una construcción, como algo

que socialmente, entre todos, acordamos cuál es el rol de la mujer, cuál es el rol del hombre, y por ejemplo esa idea del personaje de Antonio Ferrandi, como dice, es que me siento solo, sin mi mujer, siendo viudo me falta algo, porque un hombre tiene que tener a su lado a una mujer y si no, hay algo de obligación social en que él tenga que rehacer su vida, aunque obviamente las hijas estén en contra, un poco porque se dan cuenta y

ven que no es una mujer normal, que no es una mujer en el sentido clásico del término, y por eso son hostiles, ellas dos son las hostiles, además son dos chicas rubias. Una de ellas es francesa además, es curioso. Además están muy bien elegidas las dos actrices porque parecen suecas, no son dos chicas tradicionalmente españolas, sino son dos chicas incluso europeas y están muy bien elegidas, que las dos actrices que interpretan a las hijas de Antonio Ferrandi

no son tampoco españolas, y sean dos chicas modernas y además deslenguadas, y un poco hostiles. Y una de ellas, cuando le dice que probablemente sea su nueva madre, dice, y dejo de estudiar. Te mueres de la risa con esas reacciones. Y obviamente los dos personajes de las dos caseras, del personaje de Julia Ampriave y Lola Gaos, que son esas dos mujeres con una represión ya tan absoluta, que ya no es que ellas mismas estén reprimidas, sino que quieren que el resto esté reprimido, que

quieren que el resto de mujeres, ya no de mujeres, que el resto de personas que viven a su alrededor estén también reprimidas y sufran esa represión tan fuerte que probablemente hayan sufrido ellas. El personaje de Jules Ampriave, que se llama Jules, el personaje de Lola Gaos, así que el personaje de Jules Ampriave es el sobrino de Jules simplemente, es, primero, Lola Gaos ya sabes que va a ser de señora despreciable como pocos, es decir, no solo tenía el físico,

sino tenía la capacidad de poner unas miradas y unas caras que dan miedo solo de verla. Pero Jules Ampriave, que uno recuerda como el personaje este gracioso del cine ya de la transición y posterior, está despreciable también aquí, lo hace de fábula, la odias desde el minuto uno que sale. Más que es un torbellino. Y esa vigilancia continua a la que somete el personaje José Luis López Vázquez, a

Juan en este caso, y a la propia Feli, pero la Feli no se atreve tanto, es una mujer potente de armas tomar que si se te ocurre plantarte delante de ella y decirle algo, destroza a Jules Ampriave, es un dragón comparado con Jules, pero el otro, es lo guay del personaje de José Luis López Vázquez, hay esa ambigüedad, ese ser a la vez con rasgos masculinos y rasgos femeninos, esa fluidez suya que como los bullies del merendero, Jules Ampriave identifica inmediatamente

como debilidad y por tanto va al ataque, igual que los otros atacan porque lo identifican como débil y bueno, y está con una mujer, él es mayor, pero mayor, digamos, tiene 43 años, hoy se consideraría joven, pero está con una chica mucho más joven y entonces ya ahí las risas están garantizadas y además va impecable.

Juan se viste con la misma precisión de hombre que Adela se vestía con la misma precisión de mujer, en eso cambia, hay rasgos de personalidad muy bien preservados de un cambio a otro, deliberadamente preservados, y entonces eso, en cuanto te vean a ver débil te van a atacar, que por cierto es un tema que toca al principio la otra, el cambio de sexo, es decir, el personaje de Victoria Abril cuando es chico sufre acoso en el colegio, y hay una frase que dice incluso si me intento

integrar es peor, porque dicen que estoy imitándolos, que es una caracterización del acoso estupendo. Que es lo que intenta hacer el personaje de José López Vázquez ahí, intentar imitar que un hombre tiene que defender a una mujer, y esa idea de que él tiene que salir a defenderla de ese ataque que está sufriendo, que no solamente lo están atacando a él, porque él le pide una madalena y ella le dice sí, sí, coja usted una madalena y él empieza

a tirar la madalena a las palomas, al suelo totalmente despreciable y él se enfada, porque entiende que es lo que un hombre de esa época tendría que hacer, que es defender a la damisela en apuros. Y a mí me encanta el comentario que has hecho sobre la escena final, en que esa relación, lo que sea que ha pasado, trasciende el género.

Y lo fascinante de esta película es que ese punto trasciende el género, es decir, Julieta es una mujer y Juan es un hombre, digo, si no, Isabel es una mujer, Juan es un hombre, como podrían no serlo, o podrían ser las dos mujeres, o los dos hombres, o lo que fuera, son, ante todo, dos personajes, y la película lleva 80 minutos asegurándose de que los dos sean personajes.

Esa escena no es de arquetipos, es curiosamente una escena metafórica muy concreta, muy de esos dos personajes. Y eso es todo el guión. Todo está de fábula, la puesta en escena, todo, como los movimientos, una película que costó dos duros, porque creo que son ocho millones de pesetas en la época, que no era nada, y se nota la falta de medios, pero es una falta de medios de estas que enriquecen la película, que te hacen buscar soluciones a todo lo que

está pasando, con dos actores tan espectaculares que son capaces de transmitir lo que los diálogos no están diciendo. Lo que los diálogos no están diciendo, y como hemos dicho antes, todas esas elipsis, esas partes que tiene la película donde no sabemos qué ha pasado, no lo vemos, y en un diálogo no.

Cuando él va en busca de ella la última vez, después de entendemos que ha estado un tiempo, un mes, unos meses, sin verse, porque a él le ha dado tiempo de ponerse a estudiar, pagar la entrada de un piso… Es decir, entendemos que él ya tiene… Obviamente ha ido al banco y ha cogido todos sus ahorros, pero entendemos que cuando él va a buscarla, ya va a buscarla con algo que ofrecerle.

Con algo que ofrecerle, tanto material, digamos que ya tengo un piso, ya he pagado la entrada de un piso, y el resto a 10 años, que ya veremos cómo lo pagamos. Hacer una hipoteca a 10 años, eso hoy en día es impensable. Y está intentando ofrecerle algo intelectualmente. Ya estoy estudiando, me estoy formando.

Es decir, tengo algo material, que es un piso, y estoy trabajando en tener algo también en la cabeza, que es sacarme el bachillerato con alguna intención para buscar después trabajo. Y entendemos que ahí ha pasado unos dos meses, ha pasado un tiempo que ella le echa en cara y dice, bueno, me podías haber llamado por teléfono. Y dice, no, es que, ¿por teléfono a dónde? Porque él no sabe nada, no sabe dónde vive, lo único que sabe es que trabaja en esa cafetería.

Pero la película juega mucho con todas esas miradas, elipsis, con todos esos tiempos que en un par de diálogos, o incluso en un par de miradas, entendemos que ha pasado un tiempo donde ha habido una serie de acontecimientos que no tiene la necesidad de contarte. No sé si serían elipsis provocadas, como muchas de ellas están provocadas precisamente para evadir la censura, para un poco no decir las cosas claramente.

Es decir, cuando vemos esa escena del perito forense, del forense que está acreditando, que es un hombre, y lo vemos a él descamisado, y se le ve, que no sé si sería cosa del propio Osiris Vespaz... Hay algo en la postura, es deliberado. Hay algo en la postura que se le ve el pecho un poco marcado. Sí, sí, exacto.

Se le ve el pecho, se le ve el pecho, pues bueno... Es deliberado. No un hombre con sobrepeso, pero sí un hombre que no está fit y tiene el pecho un poco marcado. Pero está en esos pequeños detalles, que es un plano que lo vemos a él reflejado un poco en el espejo y el médico saliendo.

Es un plano que dura nada más de diez o veinte segundos. Lo que le da tiempo a decir la frase del firmo y ahora es de que decida el fiscal. Dice otro personaje que está por ahí y ya está. Pero solamente ya en ese plano ya te está marcando que algo ha pasado ahí. No sabemos si una operación, porque cuando lo vemos a él vestido de mujer sí le marcan bastante los pechos, es decir, se entiende que haya algo en medio ocurrido de alguna manera y la película está llena de todos esos pequeños detalles de puestas en escena,

detalladas, subrayados, pero que dicen mucho y como lo hemos mencionado antes, todo el trabajo gestual de manos que hay en todo momento, tanto en la parte... De hecho, la película arranca con un plano frente a un espejo, con la mantilla y con la mano jugando con un clavel. Isabel le toca la oreja al final también, después de decir esa frase.

No, justo antes le está tocando la oreja. Hay toda una gestualidad deliberada. Es que es de estas películas que no puedes cortar nada. No, y además es una película que en esa apariencia de sencillez que tiene la película hay un trabajo de puesta en escena, no solamente de guión, sino de puesta en escena en que todo diga algo pero sin subrayarlo especialmente.

Yo creo que la primera escena donde te das cuenta de ese detalle de cómo están marcando las cosas es la que he dicho antes del afeitado. Cómo te metes en medio de esa escena sin darle ningún subrayado, no darle importancia, sino presentarlo como un acto cotidiano más de su existencia, sin que tenga una mayor aparente relevancia.

Dice que es de una película que, obviamente, es mucho más sutil que tú la que has mencionado antes, de Cambio de Sexo de Vicente Aranda, que sí es una película más militante en el sentido de... Y ya en el mismo título, en el mismo título. Sí, sí, directamente. Ese título no se podía poner en el 72, claro. Claro, ya en el mismo título de la película.

Aquí él solamente dice una vez lo de soy un hombre, que es cuando el personaje de Antonio Ferranti le está echando en cara que se haya ido y le da a entender que bueno, que podemos retomar la relación y le da a entender que bueno. Y él le dice, no, es que soy un hombre. Y es la única vez que hay una claridad meridiana en cuanto...

porque el médico le dice, usted no es una mujer. El médico no le dice, usted es un hombre. Le dice, usted no. Y le dice que hay que hay operaciones, pero nunca da detalles tampoco. No está claro qué es. Porque además no puede ser... Hay tratamientos, creo que le dice. Habrá que intervenir. Habrá que intervenir.

Es que usan unos términos muy precisos para no pillarse los dedos porque obviamente aquí usar el término cambio de sexo pues hubiese sido totalmente... No, no, ya está. No pasan la censura y punto. O sea, directamente, claro. Cambio de sexo puede hacer que el personaje de Victoria Abril cuente su experiencia. El personaje de Adela nunca cuenta su experiencia, ni el Juan tampoco.

Y uno se pregunta qué es mejor. Bueno, a lo mejor ninguna de las dos es mejor. No hacen falta las dos. Hacen falta películas que cuenten la experiencia y el mundo emocional y películas que simplemente te lo muestren cómo hace esta. Claro, esta no podía hacer otra cosa porque estaba sometida a la censura y sabía cuáles eran los límites, lo que podía tratar.

Claro, lo que yo no sabía, es decir, ahora como señor ya que entiende la situación social del momento, es que los límites eran tan amplios. Hoy la ves y dices, esto no se pudo hacer durante una dictadura como la franquista. A ver, explícame cómo pasó esto. Y llega un punto en que tú dices, claro, también hay un detalle que hay que entender.

Había una serie de nuevos escritores, entre ellos por ejemplo García, era uno de estos, que empezaban a usar... Vamos a ver, hay algo de fábula en esta película. Hay algo de fábula que permite, al no ser concreta en detalles, como lo puede ser cambio de sexo, esta no es concreta, hay un punto casi de ciencia ficción.

No lo digo porque crea en esto, sino porque en esa época se usaba mucho la ciencia ficción como forma de hablar de otras cosas. Sí, como metáfora. La cabina es un gran ejemplo. Es del mismo año. Es del mismo año. El asfalto es otro ejemplo. Había toda una serie, incluso en televisión, con historias para no dormir. Había una serie de usos de la ciencia ficción, o de lo fabuloso, o de lo fantástico, para poder hablar de cosas que explícitamente no se podían decir.

Y entonces, esta película, que vamos a ver, está anclada en el más absoluto realismo, es decir, tiene sin embargo un cierto tono fabuloso en la medida en que elide ser concreta en los aspectos en los que sabe que no puede ser concreta. Entonces, concreta en otros, es decir, no pasa nada que no sea real. No pasa nada que trascienda el más absoluto realismo, pero elide aquellos aspectos que saben que podría ser problemático.

Pero eso, hay un debate de hace muchos años, que es absurdo, lo sé, pero es curioso, da la impresión en ocasiones en que la censura ayuda. Que impone una limitación, en este caso, como las personas que hicieron esta película son tan increíblemente ingeniosas, encuentran soluciones a esas limitaciones que elevan la película. La censura es un poco la hija de la elipsis, la madre de la elipsis, porque precisamente tienes que contar las cosas de una manera que...

Yo creo que la censura es lo último, por ejemplo, que esperaba de esta película que se convirtiese en la película más taquillera del año 72, de su año. Pero era un poco, obviamente, por ese morbo extraño de ver a un actor tan popular, porque obviamente José Luis Vázquez ya era un actor muy popular, verlo vestido de mujer, pero no creo que la gente esperase...

Yo creo que, probablemente, la gente esperaba una comedia, en plan de Con faldas y a lo loco o algo así, antes que un drama tan íntimo y tan soterrado, ¿no? Con algún punto de comedia, ya he dicho, pero no comedia contra el personaje. Pero es que, además, el título ya de por sí se llama Mi querida señorita.

Ya apunta que aquello no es una comedia en ese sentido. Hay un punto de delicadeza, y luego cuando ves el final, en realidad, toda esa frase, claro, es Julieta. Es Isabel, la que está poniendo título a la película, la que está marcando el tono ya de intimidad, de cuidado, de empatía, de sentimiento.

¿Quién contaba la anécdota esta? Creo que era el productor, no recuerdo quién era el productor de esta película, La caza, esta película famosa. Sí, el otro. Sí, sí, el director es Carlos Saura, no recuerdo. El productor era famoso, no recuerdo quién era. Y comentaba que había ido a la censura y le habían dicho, sí, pero la película no se...

Bueno, vamos a ver, si he visto La caza, La caza no puede ser más explícita. Es decir, la película va de lo que va, contada también en un tono como de fábula, dentro de que es realista. Hay una combinación en estos años de la capacidad de contar las cosas más reales como si fueran fábulas. Elías Queregeta. Eso, Elías Queregeta, como si fueran fábulas.

Entonces contaba que la película se iba a llamar La caza del conejo. La caza del conejo. Y la censura le dijo que no. Y el tío preguntaba, ¿por qué no? Y el tío dice, pues hombre, ya sabe usted qué conejo. Y el otro dice, ¿conejo qué? Y claro, los otros no le explicaban claramente lo del conejo y él preguntaba, haciéndose el ingenuo, ¿por qué conejo no? Y luego terminaba toda esta entrevista que le estaban haciendo diciendo, bueno, realmente les tengo que dar las gracias porque La caza es muchísimo

mejor título que La caza del conejo. En lo cual la censura al quitarme el conejo me dejó mejor título para la película. Es una película del año 66 que hoy es súper clara. Es decir, tú la ves y dices, es que va de las dos España. Vamos a ver, no estamos aquí. Igual que esta, mi querida señorita, inevitablemente tiene una lectura política y social que es clara por el cuidado con el que lo está haciendo.

O sea, hay un punto en que una película como Los vingeros, que es una basura, que quede claro, es decir, podrías leerla, podrías verla en plan, soy investigador y quiero ver cómo era el mundo de la época. Antropológicamente. Pero mi querida señorita, no sólo es una obra maestra y una película que puedes ver por la película, por todos los aspectos en los que la película está desarrollando, sino es, por su mirada, más documento antropológico.

Algo como Los vingeros, que sólo representa el tipo de cine que se podía hacer en la época, de pronto, cuando descubrimos que había libertad. Esta película, junto a Calle Mayor y La muerte de un ciclista, son dos películas que tienen personajes femeninos y hablan también de cómo se construye la mujer dentro de esta sociedad.

Se me viene a la cabeza también La tía Tula, que es una película también muy interesante de la época, también una obra maestra. Son estas películas de las que en realidad no había tantas, porque digamos el estereotipo de mujer que existía en esta época veníamos de la niña mujer Marisol y las folclóricas.

Es decir, ese era el cine, entre comillas, femenino que se hacía en la época. De hecho, la primera película de Jaime Darmillán, una película con Marisol, era la imagen de mujer que había en la época. Estas películas, que al final son pocas, las que realmente construyen personajes femeninos, en este caso, cien por cien femeninos, como es el de Isabelita, son limitados precisamente porque, obviamente, al construir estos personajes de esta manera estás diciendo mucho de la sociedad en la que viven, aunque parezca que

estás hablando de una anécdota, aunque parezca que estás hablando de un caso concreto anecdótico, lo que estás hablando es de cómo esta sociedad construía. Estamos hablando, obviamente, de un régimen que tenía claramente un manual de cómo ser mujer, un manual de texto me refiero. Sí, sí, sí, había un manual. Había un manual. Había una sección femenina, había un manual. No era algo insinuado, no era algo en esta sociedad hay que ser mujer de esta manera,

sino que había un manual de instrucciones. Ahora se están poniendo muy de moda en TikTok, por ejemplo, el sacar anuncios antiguos de esta época, anuncios de televisión española, y de vez en cuando mi hija me enseña algún TikTok, algún anuncio de estos antiguos, de mi marido va a ir a comprarme una lavadora y cosas así, y la pobre lo ve totalmente escandalizada.

Pero bueno, está bien también que, como digo, me gusta que de repente este contenido se haga viral o se ponga de moda en lugares como TikTok porque, obviamente, te hacen ver cómo se construía la feminidad, cómo se construía qué era ser mujer en esta época donde la ayuda que tu marido te daba era ir a comprarte una lavadora. Sí, sí, sí, y regalarte una batidora por Navidad. Hay un anuncio en el que está el señor leyendo el periódico en el salón y está la mujer toda agobiada en la casa con los niños y tal y tal, y de repente él se levanta, tira

el periódico, se va, y en el principio tú entiendes que el hombre está enfadado y lo que está haciendo el hombre es ir a comprarle una lavadora a la mujer para que le ayude en las tareas de la casa y su vida sea mucho más placentera gracias a esa lavadora. Sí, la vida placentera para él, claro. Claro, porque así ya no hará tanto ruido. Entonces, como digo, esta es una de esas pocas películas donde, de forma muy sutil pero

muy clara y muy transparente, precisamente nos está hablando de esos estereotipos de género y de esas construcciones que se hacían en torno a lo que tenía que ser una mujer y un hombre. Y además tiene esa grandeza que no cae en ese, sino que tiene esa doble lectura que habla también de cuál es la construcción, que un poco la caza. También tenía esa idea con el personaje del yerno, con el personaje de Emilio Gutiérrez

Cava, que era un hombrecito, un jovencito, un jovencito que quizás no era tan hombre como se le pedía en la época. Es una película de la que tenemos que hablar algún día. Sí, algún día. Hay mucho cine español que lo ve hoy y dice, hombre, es más cañero que si le hicieran hoy la película. O sea, hay un punto donde las patadas o los comentarios que no son explícitos pero que quedan claros por la construcción de la película.

Hay un asunto aquí en el cine que casi nunca es necesario que los personajes expliquen las cosas. O sea, nosotros no vamos por el mundo explicando nuestros estados internos. La gente entiende nuestros estados internos por nuestro comportamiento. Y la mayor parte del tiempo, el cine de la época sobre todo, era muy dado a que el diálogo fuese de una cosa y lo que tú hacías mientras contabas eso, aunque fuese tus razones, revelase

tu mundo interior. Porque tu mundo interior no podía ser explícito por distintas razones. A mí lo que me asombra de esto es que tiene 50 años. Yo comprendo que hoy en día una persona que sepa más que nosotros o haya pasado por la experiencia y tenga la experiencia subjetiva de una transición de este tipo, le podrá encontrar seguro que un montón de puntos, pero de puntos negativos quiero decir, o aspectos

que hoy en día habría que cuidar más. Pero esta ambigüedad que es capaz de crear en los personajes, es decir, que tenga personajes que no estén claramente definidos en su sexualidad, que juegue con la ambigüedad y que deje en suspenso de ser un hombre o una mujer y de entender que en realidad no importa tampoco tanto y que podemos vivir dentro de esa ambigüedad y explorarla y ser felices y desarrollarnos

como personas. En el año 72, en España, a ver, ¿entiendes? Yo tenía miedo cuando lo volví a ver hace unos días porque el recuerdo que yo tengo era de un peliculón cuando lo vi de niño. Esas películas que te impactan, ahora entiendo por qué impactan, porque está tan bien construida que aunque tú no sepas lo que estás viendo, o sea, aunque tú no puedas leer la imagen, como lo puedes hacer tú, que eres de historia del arte y crítico de cine y que puedes decirme,

pues claro, cuando hace esta transición de aquí a aquí o cuando el personaje se mueve de aquí a allá, ¿esto qué hacemos nosotros cuando hablamos de tal, no? Aunque tú no hagas eso, la fuerza de eso... Eso permea, eso permea. Exacto. Es lo que hace que la película gane fuerza. El ingenio con que algunas cosas están hechas, la delicadeza, la transición mínima con la sonrisa, el primer plano de José Luis López Vázquez que lo sostiene durante segundos

y empieza a hacer la transición a negro y los micro gestos del actor van revelando cómo está aceptando lo que le acabas de decir. Esa idea de salir del túnel, ¿no? La idea de salir del túnel, pero luego las vías, porque no es salir del túnel e ir a Madrid. En plan Madrid es el único sitio donde puedo ir, el único sitio donde puedo pasar desapercibido, sino que vemos las vías, vemos las vías como de pronto los cruces que se van separando

y cosas así. Las posibilidades, el mundo que de pronto se abre, ¿no? Por eso se hacen películas, ¿no? Por eso es una película y no es una novela, claro. Claro. Bueno, terminas. Di algo. Pues nada, que ya me he quedado sin ideas. No, no, yo creo que...

vamos a ver. No, sobre todo eso, es ver una película que, como tú decías ahora mismo, yo tenía también un poco el miedo. La había visto en su momento cuando la emitieron en televisión, después me la compré en DVD en una colección que sacó el país a principios de los años 2000 y, claro, vista hoy, digamos, con todo lo que sabemos sobre el tema, yo creo que, por ejemplo, una película como Cambio de Sexo de Vicente Aranda será una película que probablemente haya envejecido

peor en ciertos aspectos ideológicos y de concepción de la identidad de género que esta película que, al tener ese componente tan sutil de no decir las cosas en voz alta, de cuidar mucho qué se dice y qué no se dice y al eludir esa explicitud en muchos momentos hace que finalmente quede menos anticuada que otras películas que han venido después y habrán intentado ser mucho más explícitas. Entonces yo creo que muchas veces, como tú decías, como decía Elías Querejeta, la

censura pues les hacía ser imaginativos pero muchas veces ese ser imaginativo a la hora de decir las cosas hace también que tú como espectador pues digamos te sientas menos violentado porque no entiendes que te están imponiendo una visión del mundo sino que te están, como en esa escena de las vías del tren, te están proponiendo diferentes caminos y que tú elijas con qué camino quedarte y que incluso tú elijas en qué momento Isabelita se dio

cuenta que Juan era Adela o si se dio cuenta o cuánto sabe Antonio Ferrandis o hasta dónde está dispuesto a llegar o qué ha pasado en la escena de cuando él va a ver a Mónica Arranda a la whiskería entonces que precisamente tú como espectador no te cierres esos caminos y principalmente te dejes esos caminos abiertos es lo que es lo que la hace que es una película que hoy en día siga no se vea no se vea rancia y como te digo que probablemente creo que

lo que sí le ocurra a cambio de sexo que es una película como digo mucho más comprometida en el sentido de que tiene más claro qué es lo que quiere contar y hasta dónde y sin miedo a no ser sutil y sin porque Vicente Aranda no era el cineasta más útil del mundo tenía otra tenía otras aptitudes pero la sutileza no era una de una de ellas y probablemente sea una película que he visto hoy en día pues sea más incómoda de ver o caiga más

en una serie de lugares comunes propios de la época que está que como digo es una película que hoy en día sigue totalmente vigente y no se hace para nada incómoda de ver y sino que al contrario es delicada y maravillosa como no esperas que sea una película que trate ese tema en esa época en esa época claro que te quedas de piedra viéndola está en flix olex en flix olex obra maestra si tienes amazon prime tienes 14 días gratis

te lo puedes ver puedes ver muchas películas en español que está lleno de la plataforma es una plataforma maravillosa el cine español tiene películas chulas chulas chulas de las que debemos hablar más bueno estamos intentando hablar de las menos conocidas no porque ya hablamos de la de fernando fernán gómez que también tenía un retrato femenino aquí lo curioso es que no es una es una película con un tremendo abanico de personajes femeninos

que tampoco es como hemos dicho positivos y negativos y los negativos precisamente porque han sufrido una una educación que les ha hecho ser negativos entonces no no no es esta idea de que todos los personajes femeninos tienen que ser obviamente son todos son víctimas todos son víctimas de una de una represión y vemos como unos han aprendido a manejar esa represión de unos de una manera y otros de otra manera pues eso mismo exacto gran

película gracias paco entonces nos vemos en el próximo episodio nos vemos en el 7

Episodios recientes