Ahora, con el paso de los años, las décadas y las películas, puede costar hacerse una idea del contexto y desarrollo de los acontecimientos en lo que respecta a las sorpresas y revelaciones de la vida de Lobezno, porque las tenemos interiorizadas en nuestra Wikipedia mental. Pero lo cierto es que el recorrido editorial de Lobezno está plagado de descubrimientos sorprendentes, misterios interminables, pistas o recuerdos falsos, retrocontinuidad por doquier y nuevos añadidos a su pasado, a veces en la serie principal de los X-Men de Claremont… y otras muchas lejos de ella, en contra incluso del control del bueno de Claremont. De entre todos los añadidos, todas las piezas, que fueron haciendo de Lobezno uno de los grandes iconos de la Casa de las Ideas, destacan por encima del resto dos proyectos: Arma-X, de Barry Windsor-Smith, y Lobezno: Honor, de Chris Claremont y Frank Miller. Hoy centramos nuestra mirada en esta segunda.
Así pues, viajamos a comienzos de los años 80, en el apogeo de la popularidad de los X-Men de Chris Claremont y en plena ascensión del talento de Frank Miller, destinado a obras mayores en la industria del cómic USA. Un excelente caldo de cultivo en forma de contexto histórico que juntaba los talentos del Patriarca Mutante y del autor de Daredevil, para ofrecer un relato en el presente de Lobezno, deconstruyendo la esencia del personaje y su búsqueda de humanidad, civilización... y honor. Cuatro números que, como si de un proto-Born Again se tratase, marcaron a Logan para siempre y a muchos lectores de los mutantes. Hoy desgranamos aquel contexto, miniserie, consecuencias y otros elementos de interés.