El director Juan Antonio Bayona (El orfanato, Un monstruo viene a verme), que concurre este año a los premios Oscar en las categorías de Mejor Película Internacional y Mejor Maquillaje y Peluquería con la exitosa La Sociedad de la nieve, es nuestro invitado estrella.
Junto a él recorremos en este programa la leyenda de unos premios icónicos que han hecho realidad el sueño de muchos profesionales españoles.
Pablo Berger, cineasta igualmente nominado este año en la categoría de Mejor Película de Animación con ‘Robot Dreams’, y los testimonios de Pedro Almodóvar, Penélope Cruz, Javier Bardem o Fernando Trueba nos regalan momentos, anécdotas y curiosidades de la ceremonia que más mitomanías ha alimentado y alimenta en la historia del cine universal.
Transcripción
Yo recuerdo la noche en la que nos llamaron para contarnos que la película había sido seleccionada por España, porque estábamos en Austin con Sergio Sánchez, el guionista, en un karaoke cantando, y nos llamaron para para para decirnos que habíamos sido seleccionados y, claro, ya la noche ya siguió, todavía fue mucho más larga la celebración. Realmente fue fue muy bonito, ¿no? El que que un director novel apostara tan fuerte por la película. En cambio, ahora la he sentido de de de una forma muy diferente, pero igual de de satisfactoria, ¿no? El después de tanto tiempo eso estar fuera y y volver a casa y y ver que se te sigue queriendo así, pues me hizo muchísima ilusión.
Karaoke, interior noche. Ahí comienza la aventura de J Bayona hacia el Oscar con la propuesta de la Academia de Cine Española para que su ópera prima no representasen los premios más importantes de la industria audiovisual a nivel global.
Pero, en aquella ocasión, Bayono no tuvo suerte y se quedó sin iluminación. Sin embargo, diecisiete años después, el director barcelonés compite en la categoría de mejor película internacional y también en la categoría de mejor maquillaje y peluquería, con su apasionante y conmovedora la sociedad de la nieve.
Junto a él y otros españoles nominados o ganadores del Óscar, viajamos hasta el teatro Dolby de los Ángeles.
Somos Julieta Martialai.
Y Juan Silvestre.
Y esto es
Amanece que no es podcast.
Fotogramas y fundaciones Gae presenta, Amanece que no es podcast.
A mí me gustaría pensar que les ha cautivado porque les ha gustado mucho la película. Realmente, los comentarios de de toda la gente con la que he hablado son muy bonitos, películas es un es un viaje, es un viaje además sin concesiones, para poder entender lo que pasó esta gente, para de alguna forma a través de la empatía comprender todo lo que hicieron, ¿no? Para poder regresar a casa. Llevamos ahora un periplo por un montón de países donde hemos ido mostrando la película, y las reacciones son muy parecidas. Realmente, es una película que que golpea, pero es una película que, de alguna forma, la gente cuando sale de de verla no se siente hundidas, al revés.
Hay hay una sensación como de de haber visto algo que les aporta, les ofrece algo que les hace sentir bien y tener el el el reconocimiento de la academia para nosotros es es la guinda del pastel, porque la película ya en sí es un premio que exista, hayamos podido contar esta historia como queríamos.
Ese reconocimiento de la academia de Hollywood es algo a lo que cualquier profesional del cine del mundo y de nuestro país aspira.
¿Cómo debería elegir la Academia Española a sus candidatas? ¿La mejor o la que más opciones tiene? ¿Tú cómo lo ves, Julieta?
Bueno, es complicado. Yo creo que lo suyo sería la que más opciones tiene dentro de lo de las que ellos consideran la
mejor. Esto no siempre es así, tenemos que decir, o por lo menos esta es mi opinión, ¿no? Hay veces que, yo creo que hemos mandado títulos, sin pensar demasiado un poco, en que a lo mejor allí no se pueden entender del todo en su contexto, ¿no? Se me ocurre la trinchera infinita, por ejemplo.
Bueno, lo pasa que quién puede no empatizar con una historia como La Trinchera infinita, que en definitiva, como los americanos han tocado todos los temas del mundo y era una producción que, objetivamente, era espléndida, decidieron apostar por ella y no me parece mal. Es decir, lo que está claro que no siempre vamos a poder llevar a Almodóvar ni a Menávar ni a Bayona, que en este caso ha coincidido, o como hacíamos antes, y lo veremos a lo largo de este podcast, enviar siempre a Garci. La elección siempre va a resultar controvertida, pero yo creo que los académicos votan un poco en función de lo que ellos consideran que, de verdad, es mejor.
Los Óscar ya tocan el centenario con la punta de los dedos. Desde aquella primera ceremonia de mil novecientos veintinueve, que fue, más bien, un almuerzo privado multitudinario en un hotel, los premios de la Academia de Hollywood han dado muchas vueltas.
Y, efectivamente, noventa y cinco galas han dado para muchísimo, y esperamos que la noventa y seis también. No nos cabe todo en un programa, ni queremos alejarnos mucho de nuestros representantes del cine español en la historia de los premios. Pero es que estos, en concreto, nos han regalado grandes momentazos de cine. ¿A que sí, Juan?
Muchísimos. Vamos a recordar un poco más de un montón de
unos. Venga, por favor.
Venga, arranca tú.
Pues, mira, hay uno muy celebrado, que yo siempre que puedo lo veo en YouTube, que fue el de David Nieven, que él estaba iba a anunciar la la entrada de Elizabeth Taylor y de repente por detrás hubo un striptease espontáneo, creo que sí supo que era un fotógrafo, era alguien desnudo que salía pidiendo la paz. Y entonces tuvo una reacción fantástica David Nieven, porque dijo, señoras y señores, esto solo puede suceder aquí, aunque creo que la única risa que este hombre ha provocado es probablemente por el escaso tamaño de lo que nos mostraba.
Maravilla. Momentazo también el de Trueba y Wilder.
De lo más reciente, evidentemente, el fallo de Warren Beatty, que nunca se supo muy bien a quién culpar por él cuando dijo que La La La La había sido la película ganadora y no lo era.
Qué momento, qué pena, en fin. Otro momentazo, cuatro españoles en la gala de dos mil veintidós como Penélope Cruz, Javier Bardem, el compositor Alberto Iglesias y el director de cortos Alberto Mielgo Vaya poderío en el Dolby.
Vaya poderío esos cuatro nombres. El mismo año recordaremos de ese bofetón de Will Smith, que te recuerdo que estábamos todos trabajando como locos esa noche, y que en el momento en que se produjo dudamos que en realidad fuera realidad o un gaj. Y lo que realmente nos dio la dimensión de que ese bofetón había sido en serio fue cuando Will Smith dijo, fuck you.
Sí.
Y sabíamos que en las retransmisiones televisivas en Estados Unidos, los tacos jamás. Y ahí dijimos, este bofetón no ha sido un gag.
Tremendo, yo creo, fíjate, que no había habido un momento así en los Óscar, de tanta violencia, quiero decir, tan tan impactante para todos como aquel, no lo recuerdo yo.
Bueno, no tengo memoria como para eso, pero claro, es que este es tan reciente y fue tan significativo que nos dejó, fíjate que todos pensamos menos mal que no le han dado el Oscar ni a P ni a ni a Javier Bardem, porque es que realmente hubiera pasado inadvertido.
Hubiera quedadoclipsado, no hubo nada más aquella noche, no hubo nada más.
Oh, tremendo, tremendo.
Hola, Carmona, hola. Te agradezco que hayas aceptado esta corrida. Figúrate lo que es para mí torear contigo y con Puente el día de mi alternativa. Lo que hace falta es que tengas suerte. Haré lo que pueda.
Si vamos a homenajear el paso de los profesionales del cine español por los Óscar, vayamos en orden. La primera película en la que tenemos que detenernos llamó a las puertas de Hollywood mucho antes que Garci con volver a empezar.
Era tarde de toros, del Adislao Batfa, el primer largometraje seleccionado por España para competir por el Óscar a mejor película internacional en mil novecientos cincuenta y siete, precisamente el año en el que se inauguraba esa categoría. El argumento era muy español, giraba en torno a una serie de historias paralelas ambientadas en la Plaza de las Ventas que, finalmente, no pasó el corte de los académicos de Hollywood.
Un par de años después, y tras intentarlo de nuevo sin éxito con Calle Mayor, la suerte recayó otra vez en Juan Antonio Mardem con La venganza, protagonizada por Carmen Sevilla, Ralph Balón y Jorge Mistral, y esta sí ha pasado a la historia como la primera representante española nominada al premio. Muy de campo adentro se tiene que ser para comprender que cuando las espigas se doblan bajo la hoz, están cantando la apoteosis final de una historia de sudor y dolor escrita sobre la piel doblada de los segadores. Se escribió sobre esta película en la revista Fotogramas en el año mil novecientos cincuenta y siete.
Nunca me cansaré de decir qué verbo se utilizaba entonces, qué manera de escribir.
Era poesía aquello.
¿Quién manda la cuadrilla? Yo mismo. Hay trabajo para vosotros, y mucho, demasiadas fanegas para tan poca gente. Eso está bien.
Después de otras veinticinco candidaturas y algunas nominaciones para Berlanga, Roviraveleta, Buñuel, Jaime de Armiñan y Carlos Saura, llegaría el primer Óscar, no solo para una película española, sino para todo el cine hispanohablante, volver a empezar. Fue en la gala de mil novecientos ochenta y tres, y pasará a nuestra historia como otro momento inolvidable protagonizado por la actriz Louise Reiner, que al abrir el sobre anunció con gran entusiasmo, volver a empezar. Y allí salió nuestro Garci impecable con su esmoquin blanco agradeciendo en un inglés típica y Spanish.
En su extenso reportaje publicado en fotogramas en mayo del ochenta y tres, José Ruiz relataba la estancia en Los Ángeles de Garci, acompañado por Antonio Ferrandis Encarna Paso y Pilar Miró, entonces directora general de cinematografía. Nuestro compañero escogió un titular de lo más acertado y premonitorio, por cierto, para esa primera crónica de la victoria española en Hollywood, empezar a ganar.
Como decíamos antes, el director, que sistemáticamente era elegido para ir a Hollywood por los académicos españoles en una primera terna, la última en dos mil nueve con sangre de mayo, Luz de domingo, Ninet, Tío vivo, acudió a la ceremonia tres veces más, posesión continua, asignatura aprobada y el abuelo. Garci contó que con el abuelo ni siquiera se preparó el discurso de aceptación del premio, convencidísimo de que aquel año ganaría, como así fue, La vida es bella, de Roberto Becknini, quien protagonizó de los momentazos de la historia de los Óscar de los que hablábamos antes, yendo a recoger el premio dando saltos por las butacas. Rafaela Cona, Pepe García Sánchez y yo, estábamos en un restaurante y empezamos a escribir el guion por pura amistad. Así recordaba Fernando Trueba en el encuentro que organizó fotogramas por el treinta aniversario de la ya icónica Belle Époke, La Génesis del largometraje.
De la unión del talento surgió magia, y aquella encantadora película
logró el segundo Óscar
español en la categoría
de película de habla
no inglesa. Otra de la guerra civil, yo decía, si no es
una película, ocurre antes de la guerra civil, Otra de la guerra civil, yo decía, si no, esa es una película que ocurre antes de la guerra civil, otra con curas y guardias civiles, o sea, me decían, incluso amigos, algunos muy queridos y muy inteligentes, pero ¿por qué quieres hacer esa película? Pero es curioso, quiere decir que las cosas que a lo mejor luego se puedan ver más o menos obvias, en su día yo tenía que explicar, no, es que esta película no tiene nada que ver con eso que estás diciendo. Ah, sí. Es más impresionista, es otra cosa, es una celebración, es un tal, ¿sabes? Pensaban que era era un guion que la gente que lo leía no lo leía bien, leían otra película.
Hay mil historias acerca de de este guion, de cómo se rodó, del auténtico sentimiento de camaradería que generó y sobre el viaje a Los Ángeles para la gala. Pero en fotogramas tenemos nuestra propia anécdota con el Oscar de Trueba. ¿Tú te acuerdas cuál fue, Juan?
Cómo no voy a acordar. Bueno, para empezar, Trueba, que es que es un un un encantador, maravilloso, y es un gusto tenerle y y conversar con él. Él llegó en un taxi y me acuerdo que bajamos a buscarle, a a recibirle, y se bajó del taxi con un papel de periódico en el que aparecía que llevaba un lomo metido en el papel de periódico y era el Óscar.
Y era efectivamente el Óscar que le habíamos pedido que trajera para el reencuentro con todas sus actrices por Belle Poke.
Sí, que además luego él, fíjate, no le daba, bueno, no le daba nada importancia, te quiero decir, lo trajo envuelto en un papel periódico, como un salchichón, insisto, y luego él no no tenía especial interés en posar ni en cogerlo. No. Lo cogieron ellas, lo cogió Jorge, pero él
no lo cogió, él
no quería.
Son muy muy son muy humildes con con con este con este premio. Es más, no hubo redactor de fotogramas que nos hiciera una foto y un selfie con el Oscar en cuestión. Bueno, el tema es que estuvimos muy a gusto, se hizo el coloquio y entonces, todos son tal adiós, encantados, buenas tardes. Se fueron y al rato nos llamó a Trueba diciendo que se había dejado el Oscar en el taxi de vuelta a casa. Correcto.
Madre mía.
Así fue. Ese Oscar vuelve a estar en manos de Trueba, volvió a su dueño, se arregló todo, pero él se dejó, el Óscar olvidado en el taxi.
Esta película fue mi primer Óscar, mi Óscar para España, porque en ese momento representaba a España.
Y te lo di yo.
Y me lo dice tú.
Y grité Y
gritó, y gritó, y ese grito se convirtió, bueno, durante años la gente en la calle me ha llamado con ese grito.
Me ha llamado un
apuro porque se va
paseando y de pronto el Pedro ese larguísimo.
Yo era muy jovencita, estaba muy contenta
Pero yo creo
que estaba investigando tanto y tan feliz por ti, y eso fue que eso fue lo que
Pero no lo conozco, estuvo muy bien y además era era totalmente espontáneo, pero incluso yo pensé que era menos espontáneo. Fíjate, el año anterior lo había ganado Benini, Roberto Benini por La vida es bella. Entonces, Sofía Lorench fue la que lo entregó, no dijo Roberto Benini ni La vida es bella.
¿Ni estás Robert?
Nada más se dijo
Robert. Bueno, y por supuesto, no podemos olvidarnos de Pedro Almodóvar, que ha sido nominado tres veces en la categoría de mejor película extranjera, con Mujeres al borde de un ataque de nervios, Todo sobre mi madre y Dolor y Gloria, logrando el premio con la cinta protagonizada por Cecilia Roth, Penélope Cruz y Marisa Paredes, entre otras actrices pletóricas, que este año, además, cumple veinticinco años.
Almodóvar anotó otro triunfo para el cine español en los Oscar de dos mil tres. Aunque la academia había presentado Los Lunes al Sol, que no consiguió nominación, Hable Con Ella se coló en dos premios de primer nivel, mejor director y mejor guion original. Pedro, que tenía como rivales en esta candidatura a Guns of New York, y tu mamá también, lejos del cielo y mi gran boda griega, se llevó a casa el premio de guion, siendo el único español hasta la fecha que lo ha logrado.
Siempre que me preguntan si me gustaría vivirlo otra vez, digo que sí, pero no por la ambición de ganar otro, sino por por enterarme de de de de lo que pasa, porque no me acuerdo de casi nada de lo que pasó esa noche. Me acuerdo de entrar en en una fiesta en la casa de Guy O'Cirri, que es muy amigo nuestro, y ya ahí sería como la una de la mañana, y entrar y en un sofá a la izquierda estaban sentados. De Niro, Alpacino, Scorsese, Harvey Katetel, Leonardo, Joe Pesci. Y yo vi ese sofá así y y salí corriendo. Dije, no puedo, no puedo, no puedo, es demasiado, ¿cómo pueden estar todos sentados juntos?
Eso no es real, es una broma. Y salí corriendo. Y ahora digo, ¿por qué no me quedé ahí Un minutito, hacerme una foto con esa pandilla, dios mío.
Almodóvar le dio a su queridísima Penélope Cruz el personaje de Raimunda en Volver, con el que consiguió su primera nominación al Oscar, aunque fue con Vicky Cristina Barcelona de Woody Allen con el que lo ganó, poniendo a Alcobendas en boca de todo el mundo. Ella es la actriz nacional más nominada, cuatro veces las mismas que Javier Bardem.
La cuarta ganadora a mejor película extranjera y última hasta la fecha fue Mar Adentro, de la que hablamos de la mano del propio Amenavar en el pasado episodio de este podcast. Tampoco podemos olvidar que el cine español también celebraría como suyas las estatuillas que ganaron las películas hispanoargentinas, El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella, en dos mil nueve, producida por Tornasol, y Relatos salvajes, una película con la que el director Damián Cifrón obtuvo el Oscar a la mejor película extranjera en dos mil catorce, y que contó con el apoyo del Deseo, la productora de Almodóvar.
Y una última nota al margen de nuestro palmarés sería Buñuel. Se hizo también con un premio Oscar a la mejor película internacional en mil novecientos setenta y dos, pero por Francia con el discreto encanto de la burguesía.
Experimentar los movimientos catastróficos de un avión a punto de estrellarse, notar el horror del choque y también sentirse parte de la lucha por la supervivencia de unos hombres que nunca fueron mejores que en aquellas montañas nevadas, heladoras y aisladas en la sociedad de la nieve, nos da la medida del profunda amor al cine, con mayúsculas, de J Bayona. Como recuerdas siempre, tardó diez años en levantar un proyecto así, y eso que no es un director novel ni tampoco un cineasta ajeno a los grandes blockbusters.
Su ambición y la pasión por el cine como oficio que transmite cada vez que hablas con él, justifican la alegría que sentimos al verle nominado al Óscar.
Con los supervivientes hicimos un trabajo casi como si fuéramos a rodar un documental. Hicimos cincuenta horas de de entrevistas filmadas, pero luego muchísimas más sin filmar, nos reunimos con los familiares también, nos llegamos a reunir hasta con con Pablo y él sí que era el el psicólogo que les atendió en la época, que es amigo personal de ellos. El acercamiento era muy interesante, hay una frase al principio que se dice, que regresar al pasado sabiendo que el pasado es lo que más cambia, y realmente la memoria que tenían ellos era diferente según con quién Entonces, intentar realmente averiguar qué es lo que sucedió, ese era el reto, porque la memoria es algo muy caprichoso y variaba mucho de uno a otro. Y entonces, ahí lo que hicimos fue utilizar a los actores. Los actores íbamos de la mano de ellos, ellos son los que tenían que comunicar el miedo, el frío, el hambre, la soledad, y ellos tenían que vivir eso para poder comunicarlo.
Ha llegado el momento, Julieta, de hablar de la sociedad de la nieve.
Tú ya sabes que yo no soy para nada objetiva, o sea, es una película que adoro, que amo y y que es un film que yo encuentro que es épico y emotivo a partes iguales, que que devuelve la grandeza del cine y la magia que tiene. Porque la magia de una película es que tú terminas de verla, y por mucho que te duela, no puedes resistir y tienes que volver a verla y conseguir que la gente vaya al cine a ver una película. Hoy en día es un milagro y Bayona lo ha hecho una y otra y otra vez y ha seguido haciéndolo a pesar de la que de que la película se podía ver en casa.
Ajá. La cantidad de veces que la habrá visto gente en el cine y luego en casa.
Bueno, es que
Es que es una película redonda.
¿Es redonda?
Es absolutamente redonda y absolutamente magistral en todo.
En todos los sentidos, es ese espectáculo puro.
Es espectáculo puro y además hecho con un mimo y con un amor y con una cosa artesanal, que es lo que tiene Bayona, ¿no? Para hacer cine, ya que el reparto esté formado por por por estas caras tan, que son ellos, quiero decir, él él no buscaba la estrella, él buscaba el personaje y los encontró.
Tú siempre a los actores les intentas, de alguna forma, ayudar para que puedan vivir emociones análogas a las del personaje, ¿no? El hecho de vivir un viaje donde ellos estaban tanto tiempo fuera de casa, porque fueron más de seis meses rodando muy lejos de casa, con el frío, con el hambre, era muy increíble el día que rodabas muerte de alguno de ellos, porque el rodar en cronológico significaba que que ese actor dejaba el el set, ya no ya no lo veían más. Y había algo de de la pérdida, ¿no? De pérdida real, que era muy bonito cuando tú estás con la cámara y lo captabas, ¿no? Tú sabías que, ahora, cuando veo esas escenas, veo las caras de los actores y sé que, más allá de la interpretación, realmente, hay algo de verdad de de de despedirse del compañero que es muy bonito.
Este año, además de La sociedad de la nieve, hay otra película que ha caminado por las baldosas amarillas hasta llegar a Oz, o lo que es lo mismo, a la puerta de los Óscar, es Robo
Dreams. La última cinta de Pablo Berger muda como su Blancanieves, se enfrenta nada menos que al chico y la garza, Elemental, Nimona y Spiderman cruzando el multiverso por el premio a la mejor película de animación. A pesar de los nervios por medirse con Pixar, Ghibli y una de las mayores sensaciones del cine de superhéroes, el cine hasta ha sacado un hueco para nosotros.
Te voy a ser sincero, el el ensayo fue la comida de los nominados, el Lunchon nominis, y yo ahí sí que cogí trozo porque estaba en el photocall, y justo detrás mío venía Steven Spielberg. Y tuvimos nuestro momentito, yo tuve mis dos minutos de charla con Steven, y aquello fue mítico. Le pude decir cómo mi vocación como director nació con Tiburón, le expresé mi admiración más absoluta y demás, aproveché para vender Robotrips, que no lo había visto, pero pero yo sé que que tomó nota, o sea, que la primera vez que le vea a mi nuevo BF Steven, le preguntaré si he visto Robo Dreams. Es verdad, ese fue mi momento. Y la gala de de ahora de, pues, el diez de marzo, pues, voy ilusionado con muchas ganas, voy con mis productores, pero te puedo asegurar que ese ensayo de de calma, porque ya en el en en el lanchon de los nomines te encuentras con Robert Downey Junior, con Emma Stone, con George Lantimos, con Matthew Garones, está Martín Scorsese, y los tienes como aquí, como en, es muy parecido
a a
los fotogramas de plata. Tengo un recuerdo clarísimo. No recuerdo exactamente el año, creo que fue el ochenta y nueve. Casualmente, yo estaba en Los Ángeles visitando un amigo, yo siempre en aquella época llevaba mi cámara de súper ocho, y resulta que era el el la gala del del de los de los de los Oscar, y era en el, me acuerdo que era en el Dorothy Pack Billion, que es donde se hacía antes, y allí me presenté yo con mi cámara de súper ocho, pues, para grabar unos planitos, iba a estar fuera. Entonces, era el año casualmente de Almodóvar, de mujeres al borde de un ataque de nervios, estaba toda la turuiter y dije, a ver si le cojo.
Entonces, curiosamente, yo con mi cámara me fui metiendo por el photocall, avancé, la alfombra roja y sin darme cuenta o o intencionadamente, me metí en primera línea de fuego en la alfombra roja. Entonces, al lado mío estaban las cámaras enormes de CVS, NBC y todos los majors, y ahí estuve un buen rato. Cuando digo un buen rato grabé varios cartuchos de Súper Ocho, me acuerdo Share, me acuerdo un montón de actores que pasaron ese año por allí, hasta que unos matones de los Oscars me vieron y dijeron, ¿quién es ese pringao que está con una cámara de mierda? Echémoslo de aquí, y y me y me sacaron, me sacaron, pero tengo películas de súper hecho para para probar esta esta afirmación.
Berger es el tercer representante de la animación española en colar su película entre las nominadas al Óscar, después de que lo consiguieran también Chico y Rita de Trueba y Mariscal, y Klaus, la película navideña de Sergio Pablos.
En la categoría corta también hemos tenido triunfadores españoles. En dos mil veintidós,
Yo creo que es muy difícil ganar el Oscar sin una gran película. Realmente la la la película es la herramienta principal, pero es verdad que es muy chocante cuando entras en en una campaña, es una campaña casi como una campaña electoral, donde todo el día estás viajando y encontrándote con gente, básicamente, para que la gente vea la película, para para que el crear notoriedad alrededor de la película y la gente tenga la curiosidad de verla. Nosotros lo que estamos intentando ahora es estamos yendo por todo el mundo, realmente hemos ido por todo el mundo enseñando la película, hemos estado en Berlín, en Roma, en Copenhague, en Dublín, en Londres, Los Ángeles, Nueva York, y y y acompañas la película para que la gente la vea, para que la descubra, porque para nosotros la la la herramienta más importante es la película. Sin una buena película, es muy difícil llegar ahí.
Esta es la cara b de los Óscar. Por muy romántico que se optara un premio de semejante calibre al Premio Cinematográfico por excelencia, llegar hasta él implica no solo tener una buena película entre manos, sino trabajar mucho en ello, entrevistas, proyecciones o eventos que requieren meses de atención. Por algo le llaman la carrera al Óscar, todo y todos cuentan, como demostró Martin Scorsese presentando a los académicos españoles los asesinos de la Luna. Escuchamos al director general de la Fundación SGAE, Rubén Gutiérrez del Castillo.
El pasado año, desde la Sofe General de Autores y Editores, a través de su fundación, recuperamos, EGEDA y la American Cinematec, la Reasen the Spanishtineman. Es una pequeña muestra, pero muy significativa, que se hace en Los Ángeles para enseñar la cosecha más actual de la cinematografía española, ¿no? Esta, en esta última edición, se exhibieron películas de muy distintas estéticas, como La Sociedad de la Nieve, Veinte mil especies de abejas, maridos, robot dreams o la maternal, ¿no? Que llegaron a un público muy amplio, por un lado un público generalista, pero también un público seleccionado entre la comunidad española del audiovisual que reside en Los Ángeles y una parte muy importante de la industria, que desde sí tiene acceso nuestra cinematografía más reciente.
Tener que estar tan presente en Estados Unidos también tiene su lado negativo, que se te suba la cabeza y los pies se te despeguen del suelo. Por eso, Javier Bardem nos contaba que para él, el rodaje de Los Lunes al Sol, de Fernando León de la Noah, fue una tabla de salvación para su cordura.
Un rodaje complicado, largo, de mucho frío, pero también donde había una hermandad y una unidad y una historia que se contaba importante, donde uno sentía que estaba haciendo una película que merecía la pena hacer porque lo que contaba era era interesante y lo contaba además de una manera realmente hermosa, dolorosa, a veces también divertida. Y era una época en la que me en la que yo estaba muy movido con todo el tema de la nominación, del Oscar, no sé qué, y me vino, fue un ancla maravilloso, ¿no? Al suelo, a decir, ay, dios mío, aquí en España, con esta gente hablando de este tema, haciendo este personaje, me me ayudó muchísimo a a ese vuelo primero que que tuve de de antes que anochezca, ¿no? Que era mucho viaje allí, mucho estar fuera de España, y y me vino me vino terapéuticamente hablando muy bien y profesionalmente hablando, pues, maravillosamente bien, porque estoy muy orgullosa de esa película, pero sobre todo personalmente, ¿no? Por por las amistades que hice y por lo que por lo los frutos que ha dado esas amistades.
Fue con No es país para viejos con la que ganó su Óscar Bardem, gracias a un papel, el del asesino a sueldo Anton Chigur, en el que él no se veía en absoluto.
También un personaje que yo le dije a los Cohenpro, ¿para qué? O sea, yo no me gusta la violencia en las películas, no hablo inglés y no conduzco, y es todo lo que hace la película, por eso te queremos. Dije, bueno, pues venga, vamos a probar. Me pusieron una este pelo, que no era peluca, era mi pelo. Cuando vi el pelo dije, cojonudo, los Cohen.
Por esos procesos los Cohen. Y fue un trabajo que lo pasé bastante regular, o sea, porque era una película que me vino en un momento en el que yo necesitaba estar más en casa que otra cosa, y de pronto estuve en los sitios desérticos, estuve en sitios que me aparecían Las Vegas, Texas, Marfa, haciendo una película donde yo no tenía interacción con nadie, yo solamente mataba gente. Yo leía el guion, pero yo no sabía lo que los demás personajes estaban haciendo, ¿no? Y claro, la sensación y experiencia mía fue la de estar acribillando y matando y ejecutando gente sin parar, mientras ellos se descojonaban de risa porque les encantaba.
Además de las cuatro películas con Óscar y los triunfos de Javier y Penélope, hemos obtenido nominaciones y premios en otras categorías. De hecho, como decíamos al principio, el de La Sociedad de la Nieve sería el tercero por maquillaje.
El director de fotografía Néstor Almendros tiene cuatro nominaciones al Oscar por trabajos norteamericanos, y lo ganó por Días del cielo. Gil Parrondo, en diseño de producción, ganó por Patton y Nicolás y Alejandra, cinta por la que también obtuvo el premio de vestuario I von Blake. El músico Alberto Iglesias ha logrado cuatro nominaciones, y el diseñador de vestuario Paco Delgado dos, por Los miserables y La chica danesa.
Y, por supuesto, no nos podemos olvidar de esa generación de cortometrajistas que perdían el Oscar, pero que a cambio se lo pasaban pipa en la gala. Han sido siete en total Juan Carlos Fresnadillo, Nacho Vigalondo, Javier Fesser, Borja Cuveaga, Esteban Crespo, Juanjo Jiménez Peña y Rodrigo Sorgoyen.
Taika Waititi ganó a Vigalondo y años después contó con él para dirigir en la serie Nuestra bandera significa muerte. Fresnadillo, que estrenará pronto en Netflix una película de fantasía titulada Damsel, con Mill y Bobby Brown como protagonista, nos recuerda cómo vivió su noche de Oscar.
Veintisiete de marzo de mil novecientos noventa y siete, Recuerdo que llegamos a al Shrink Auditorium y la gente en las gradas esperando a las excitado por un lado pero con mucho vértigo, o sea, impresiona. Excitado por un lado pero con mucho vértigo, o sea, impresiona, impresiona el escenario. Y caminar por esa alfombra roja llena de los actores y directores que tanto admiras, ¿no? Recuerdo que que pasó algo así como un poco divertido y extraño, y es que nada más entrar en el en la alfombra roja pisé el vestido de la mujer de Will Smith. Recuerdo que se giró y me miró con cara así como como una cara un poco enfadada.
¿Qué hubiese pasado si Will Smith hubiese visto? Al momento, no lo sabemos. Pues ya dentro, dentro del auditorio, hay algo que también resulta peculiar, ¿no? Y es que si te levantas de en medio de la ceremonia y vas al cuarto de baño, por ejemplo, que por cierto, estás compartiendo baño con mucha gente que admiras, como como todo el mundo podrá imaginar. Pues, cuando regresas a tu asiento, descubres que hay alguien sentado en tu asiento.
Alguien que tiene además una plaquita colgando por detrás para que no se vea, que pone relleno de asiento. O sea, durante la ceremonia no se puede quedar ni un asiento vacío, ¿no? Entonces, si por algún casual tienes que levantarte, pues inmediatamente alguien ocupa tu lugar, ¿no? Esto te hace sentir que todos allí en esa ceremonia, sea quien seas, pues todos somos figurantes de un gran espectáculo, de un gran show.
Podéis imaginar, para una redacción como la de fotogramas, la noche de los Oscar es la más importante del año. Los nervios se mezclan con los discursos emotivos, las noticias se teclean aderezadas con café Red Bull o bolsas de patatas, mientras vemos si nuestras favoritas se llevan o no el gato al agua. Es una noche maravillosa y terrorífica al mismo tiempo, debo decir, porque se trabaja mucho, porque hay que hacerlo muy rápido, porque, bueno, van empezando las horas, pero también es una noche en la que se hace mucho equipo, se pasa muy bien, se come mucho, luego hay que estar tres días sin comer nada para perderlo todo, porque además come sin control, una pizza, un donuts, me bebo un vaso de leche, ahora una Coca Cola, entonces, bueno, al día siguiente es es terrorífico todo, duerme poco, pero merece la pena, es una experiencia que hay que vivir. Pero, Julieta, a mí me interesa mucho que cuentes a nuestros oyentes cómo cómo era el ambiente o cómo era vivir la noche de los Óscar antes de que existiera todo el mundo digital, antes del online, porque yo te he oído la redacción, comentar cosas muchas veces que me parecen fascinantes.
Bueno, sobre todo teniendo en cuenta una cosa, y es lo que era criminal es tener que salir, fotogramas, como sabéis, es una revista mensual. Entonces, se retrasaba el cierre siempre que los Óscar caía en fecha de cierre, es decir, como a final de mes. Y, entonces, se salía con un suplemento especial que había que hacer a toda mecha. Pero claro, a toda mecha con las mejores fotos posibles, porque Lisenda Nadal en eso era implacable. Entonces nosotros veíamos los Oscar en la agencia de fotos Cordon Press, y nuestra misión era robar, o sea, robar sistemáticamente la mejor foto para que fuera fotogramas la que tuviera esa foto.
Es decir, que tuviéramos, asegurarnos, porque Licenda nunca estaba segura, de que íbamos a ser los primeros en elegir, y una vez que hubiera elegido fotogramas, ya podían salir a vender las fotos a los demás medios.
¿Y entonces esto cómo se hacía? Llegabais los primeros, había una cola, o sea, tú llegabas el primero y el que llegaba detrás No,
no, no, no, no. Solamente iba fotografías. Entonces. Iba a fotogramas a la oficina del Cordwn Press y veíamos con ellos la gala. Entonces, a medida que iban llegando las fotos de los premios o las fotos de ambiente, nosotros estábamos ahí antes de que cogieran las carpetas donde iban metiendo el material para luego distribuirlos, para ser nosotros los primeros en ver ese material.
Entonces, imagínate qué responsabilidad, porque nosotros teníamos que elegir las fotos que se suponían que le iban a gustar a la directora del medio.
Claro, luego imagínate que Lisenda veía otra foto que le gustaba más en otro medio.
Bueno, pero eso sí lo, eso ya no lo recuerdo. Yo creo que no, que éramos muy certeras eligiendo, te lo puedo asegurar.
Pero teníais enchufe entonces un poco, al ir las primeras, o sea, había una relación ahí como muy
No, no,
claro, no, no, es que no es que fuéramos las primeras, es que pasábamos la noche allí. O sea, es que no dormíamos allí, yo recuerdo dormir una siestecilla y a las dos de la mañana despertarme para ir a Cordomprés.
Como ha cambiado todo, Sí. Esta mañana lo recordábamos con un compañero de foto, con Fernando Roy, que estábamos hablando de cómo, hablando de los fotogramas de plata. Analógica. La época analógica, ¿no? Cómo se vivía todo, que tú te ibas a los fotogramas de plata, disfrutabas de la fiesta y al día siguiente, pues, duerme uno a dormir y ahora aquí no duerme ni tíos.
No duerme ni tíos. De todas maneras, es que anécdotas como estas hay muchas. Y una de las últimas, pues, nos la cuenta Ruíz Alvanz, nuestro redactor jefe, que tiene una muy graciosa sobre la noche en la que la la lan casi gana el Óscar.
Viajamos en el tiempo hasta la noche del veintiséis de febrero de dos mil diecisiete. Estamos todos reunidos viendo la gala de entrega de los premios, y vemos que La La Land gana el premio a mejor película, y todos contentísimos porque nos la habíamos jugado y habíamos ido con portada la la la, como habíamos hecho antes con Matthew McConaughey o con Julián Moore o con Leonardo DiCaprio, porque teníamos que lanzar la portada a imprenta antes de terminar todo el número y, bueno, pues confiábamos en nuestras opciones. Y la alegría de ver que habíamos acertado pasó rápidamente cuando vimos que los productores de La La Land decían que no, que había habido un error y que, en realidad, la película ganadora era Moonlight. La revista salió con la portada mejor película, sí que ganó la mayoría de premios, llevó seis estatuillas de catorce nominaciones, la recepción en en quioscos fue fantástica, porque la gente dijo, gracias por reconocer que La La Land era la película que tenía que ganar.
Sí, yo recuerdo que era, bueno, y y todavía me sigo levantando de madrugada para ver los Óscar, porque, básicamente, lo lo que haces es quedar con amigos y es una excusa para para ver los Óscar mientras los comentas, echas unas risas. Son importantes estos eventos, es importante que la prensa al día siguiente ponga en portada al cine, es importante que se hable del cine, son todos los todos los este tipo de acontecimientos culturales son importantes para que se siga hablando del cine, más allá de de de lo que tengan de de de frívolo, ¿no? Todo el tema de las alfombras rojas, ¿no? Esto lo ves también cada año en Cannes, o sea, es Cannes tiene algo mucho cante porque de golpe entras a a al al palacio de al gran palé del festival de Cannes para ver una película iraní y y y una alfombra roja antes de entrar, que es muy contradictoria con con con lo que vas a vivir dentro del cine, pero forma parte de llamar la atención para que se hable de de las películas, para que las películas se vean, y a veces tienes que pagar ese ese precio, ¿no?
Que es tan contradictorio, pero pero es importante que se que que todos los acontecimientos culturales, todos los premios más pequeñas, más grandes, son importantes para que se siga hablando del cine y el cine siga formando parte de la conversación.
J llega a una reflexión parecida a la que hizo Koysette respecto a los festivales de cine, que al final son un instrumento para que se hable de películas y lo importante es que se consiga que la gente vaya a verlas.
Y en eso los Óscars se llevan la palma, tanto si un español gana como si no, esa gala que tantas vocaciones y mitomanías ha provocado desde que nació, se convierte en el único evento cultural capaz de protagonizar, al día siguiente, las portadas de todos los periódicos.
Desde septiembre llevamos haciendo screenings, proyecciones, encuentros, visitas a a un montón de sitios, y ahora ya he perdido la cuenta. Hay una película que clarísimamente es es la gran competidora. Yo voy a llegar muy relajado a los Oscar, porque realmente lo de no ser favorito te te deja una posición como mucho más más calmada.
Has escuchado Amanece que no es podcast, un proyecto sonoro de fotogramas y fundaciones GAE. Conducción, Julieta Martialai y Juan Silvestre. Guión y producción, Antonio Rivera y Álvaro Unieva. Agradecimiento especial, Flicsole.