La historia está repleta de monarcas que tenían un rechazo visceral a la ducha o el baño como manera de aseo personal. Una historia que incluye una parte de leyenda, pero también de realidad.
Entre los monarcas españoles se habla habitualmente de Isabel la Católica, Enrique de Navarra o Fernando VI por diversos motivos, algunos inciertos. Pero fuera de nuestras fronteras también pasaba, como es el caso de los reyes franceses Luis XIII o su hijo Luis XIV.
En el lado contrario, está Cristina de Suecia que, debido a un trastorno obsesivo compulsivo, tenía una fijación con la limpieza, llegando a tratar e eliminar a las pulgas... a cañoñazos.