El primer campo de concentración de la historia estuvo en el isla española balear de La Cabrera. Aunque nuestra mente nos lleve a la 2ª Guerra Mundial y los campos de exterminio nazis, el primero es muy anterior a esta época. Aislado de cualquier vínculo urbano, este recinto no necesitaba un vallado para evitar la huída de los presos confinados en el mismo. La razón era bien sencilla: se encontraba en una isla española de poco más de 15 kilómetros cuadrados en pleno Mediterráneo, por la que, entre 1809 y 1814, pasaron 11.286 soldados franceses tras la derrota del ejército napoleónico en la batalla de Bailén.