Se popularizó inicialmente en un contexto humorístico e irónico en el periódico Boston Morning Post en 1839. Su uso estuvo marcado por un contexto de broma y juegos de palabras en la prensa de la época y su autor fue el editor Charles Gordon Greene. Por aquel entonces, los jóvenes intelectuales usaban abreviaturas con errores ortográficos; algunas cayeron en desuso, pero otras como O.K., han llegado hasta nuestros días.
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