Los hermanos Lumière fueron los padres del cinematógrafo y, sin quererlo, del primer gran susto del séptimo arte. Ocurrió en 1896, cuando proyectaron en un café de París un corto de apenas 40 segundos en que se veía una locomotora acercándose a cámara al llegar a una estación.
Según escribió sobre el suceso otro grande del cine, Andréi Tarkovski, “a medida que el tren se acercaba empezó el pánico: la gente saltaba y corría, pensando que el tren se les venía encima”.