Durante el reinado de Felipe II el espionaje marcó las relaciones entre los estados europeos a partir de la Edad Moderna. La política internacional se desarrollaba en un clima de recelo y continuo secretismo. El engaño era práctica común y ningún estado podía confiar en la lealtad de sus aliados, sobre todo si eras la primera potencia mundial del momento: es decir el Imperio de la Monarquía Hispánica. Y voilá… la profesionalización política del espionaje.