Quemado vivo por tener las ideas incorrectas. Ese fue el destino de Miguel Servet, teólogo y médico español del siglo XVI, descubridor de la circulación sanguínea pulmonar.
En su juventud había abandonado España para estudiar en Francia. Se convirtió en secretario del franciscano Fray Juan de Quintana, que llegaría a ser confesor del emperador Carlos V, lo que le permitió viajar por toda Europa como parte del séquito imperial y presenciar la coronación del Emperador, en Bolonia, en 1530. Un viaje en el que la corrupción del papado le escandalizó y lo llevó a acercarse a la reforma protestante de Lutero.