A las 6:07 horas del 12 de abril de 1961, se oyó el rugido ensordecedor de los motores de la nave Vostok 1. En su interior viajaba el primer humano y futuro héroe soviético en convertirse en astronauta. Este hecho marcaría un punto de inflexión en la carrera espacial entre la URSS y los Estados Unidos, que ya habían sido humillados por el viaje de Laika, la labradora, el primer animal en viajar al espacio, en 1957.
Aquel joven pionero tenía 27 años se llamaba YURI GAGARIN y se había ganado el puesto frente a 154 candidatos. Su grito, lleno de inocente ilusión, en el momento del despegue fue: “¡Vamos, adiós, hasta pronto, queridos amigos!”, pero enardeció los ánimos en la sala de control del Cosmódromo Baikonur. Era el presagio de un triunfo pero, también, el de una despedida. Quizás un triste presagio de lo que sucedería apenas siete años más tarde.
Porque, ¿sabías que después de hacer historia como el primer hombre en el espacio Gagarin falleció en un accidente de avión, mucho más simple y que podía haberse evitado? Sucedió el 27 de marzo de 1968.