En un mundo donde a menudo se busca la fórmula mágica para hacer que los niños sean más inteligentes y duerman mejor, y el efecto Mozart no es la única respuesta.
La clave está en la conexión emocional, en lo que realmente nos gusta y nos hace sentir bien. ¿Qué música nos inspira? ¿Qué canciones nos cantaban nuestras madres? La música no es una receta universal, es comunicación. Una madre inventándose una canción y abriendo las puertas al mundo sonoro y musical de su bebé puede ser la mejor sinfonía.
Debemos escuchar lo que nos conecta con nuestras propias experiencias y emociones. La música relajante no es solo una herramienta para mejorar la concentración o ayudar a dormir, sino una forma de explorar el mundo y crear recuerdos. Cada niño es único, y su álbum sonoro personal se va construyendo a lo largo de su vida. Debemos tener siempre presente la importancia de la música en los bebés.