Psicología de inversión: Los problemas

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En el episodio de hoy hablaremos de psicología. En concreto de cómo la psicología influye en la forma en que los seres humanos tomamos decisiones de inversión.

Es un tema relevante porque en un entorno tan estresante como el mercado, nuestro cerebro utiliza inconscientemente atajos y filtros emocionales que le permiten tomar decisiones con mucha velocidad, pero que pueden apartarnos de la lógica y llevarnos a cometer errores.

Dedicaremos dos episodios a la psicología de inversión: hoy nos centraremos en los problemas que genera la psicología y en el próximo propondremos las posibles soluciones.

Transcripción

Bienvenidos a Valor con b, un podcast de Bestinver para que nos acompañes en nuestra pasión por la inversión. Bestinver es la gestora independiente de fondos de inversión y pensiones con más de treinta años de experiencia perteneciente al grupo Acciona.

Hola a todos, soy Pepe Díaz, miembro del equipo de inversión de Bestinver, Y, como siempre, el valor con b me acompañara mi compañera Marta Vila, nuestra especialista de producto. ¿Qué tal, Marta? ¿Cómo estás?

Hola, Pepe, muy bien. ¿Tú qué tal?

Muy bien, también. Veo que para el episodio de hoy has traído un cómodo diván, que voy a ocupar inmediatamente. Espero que imites bien el acento argentino, porque hoy vamos a hablar de psicología.

¿No? Y vamos a hablar, vamos a atender una de las peticiones que nos han hecho nuestros clientes. ¿Es así? Así es, hoy hablaremos de psicología. En concreto de cómo la psicología influye en la forma que los seres humanos tomamos decisiones de inversión.

Es un tema importante, porque los inversores, como seres humanos que somos, no pensamos como un robot, Nuestro cerebro utiliza inconscientemente atajos y filtros emocionales, que permiten tomar decisiones con mucha velocidad pero que, como veremos, nos apartan de la lógica y nos llevan a cometer errores. Vamos a dedicar a la psicología de la inversión dos episodios. En el episodio de hoy veremos los problemas que surgen en la mente de los seres humanos cuando nos enfrentamos a a la toma de decisiones de inversión, y en el próximo nos centraremos en las soluciones para esos problemas. Unos problemas no queremos que parezcan cuestiones teóricas en las que solo piensan los académicos de de las universidades, porque son desafíos reales. ¿No?

Cuestiones prácticas que que forman parte del día a día de cualquier inversor. Totalmente, forman parte del día a día, pero son especialmente fuertes en los momentos difíciles. Me gustaría poner un ejemplo un ejemplo que vivimos hace no mucho en marzo de dos mil veinte. La mayor parte de nuestros inversores, especialmente los que llevan a investigar esos años tienen una mentalidad largoplacista y saben que, bueno, en momentos de incertidumbre es importante mantener la calma, y aprovechar las rebajas para comprar, nunca para vender. Pero no todos los inversores son así, todos todos conocemos casos entre amigos, familiares que en pleno pánico decidieron vender y liquidar sus inversiones en bolsa.

Yo misma, hablando con con amigos, con gente joven, que tiene un horizonte temporal largo y suficiente para poder recuperar la caída que produjo la la pandemia, les explicaba que pensar a la a largo plazo. ¿No? Que las empresas líderes y sin deuda tienen capacidad para recuperarse y salir más fuerte de la crisis. Que las valoraciones estaban a niveles de derribo. Pero, a pesar de eso, algunos amigos míos le cogieron, bueno, pues, miedo a la bolsa.

Y vendieron justo en el mínimo. Sin entrar a hablar del comportamiento que han tenido nuestros fondos desde mínimos, el mercado ha tenido unas subidas muy importantes, importantes hablamos de cifras superiores al al cincuenta por ciento. La mayor parte de los que vendieron se han perdido esta recuperación. ¿No? Y y no lo han hecho por no ser gente inteligente, sino por por no pensar, por dejarse llevar por las emociones y por centrarse únicamente en el corto plazo.

Todos conocemos casos parecidos. Cada vez que llega el fin del mundo, cosa que los mercados suele ocurrir con cierta frecuencia, como en del año dos mil, en dos mil ocho, dos mil doce, dos mil veinte, dos mil veintidós, más recientemente, la psicología causa malas pasadas. Unas malas pasadas que vamos a explicar en el episodio de hoy, pero que también crea oportunidades. ¿No? Que estas vamos a verlas en el en el próximo episodio.

Pero antes de entrar en los problemas psicológicos de los inversores, si te parece, vamos a ver vamos a definir qué es esto de la de la en psicología de inversión. ¿Te parece bien? Me parece perfecto. Vale. Pues, lo que siempre hemos llamado, psicología de la inversión, por lo menos los que tenemos alguna acana, Hoy se llama finanzas del comportamiento, que es seguro que nuestros clientes lo han oído por ahí.

Las finanzas del comportamiento, son una rama de la economía conductual. Y la economía conductual se diferencia de la economía, digamos, tradicional, ¿Por qué introduce aspectos psicológicos o emocionales en sus modelos para entender y prever el comportamiento de los actores económicos? Chicos. O dicho de otra forma, la economía conductual trata a los actores económicos como seres humanos, no como robots que que decía antes Marta. Y esto quiere decir que entiende que somos seres emocionales, que tenemos caprichos, miedos, tenemos deseos y todos afectan a nuestra forma de tomar decisiones.

Y por su culpa, muchas veces nos alejamos de la lógica sin saberlo, simplemente porque somos así, porque no podemos evitarlo. Esto rompe con la economía tradicional, que asumía que somos seres racionales y que, por tanto, bastante predecibles, pero la realidad es que no no somos así. Al documentarnos para este episodio, leí una frase de un premio nobel de física que se llamaba se llama Richard Feynman, que dijo ¿Qué difícil sería la física si los electores tuvieran sentimientos? Pues para las finanzas del comportamiento, los electores económicos, somos nosotros, tenemos sentimientos. Así que si te parece bien podemos empezar hablando de de de esas emociones, de esos sentimientos, nos diferencian de los electores centrándonos especialmente en en la culpa y el orgullo, que son dos dos emociones que tienen un gran impacto en las decisiones de inversión.

Muy bien. La verdad es que no hace falta altaser psicólogo para saber que los seres humanos tratamos de evitar lo que nos puede hacer sentir culpables y que, por otro lado, tratamos de acercarnos a lo que nos causa orgullo. ¿Pero a qué me refiero con culpa y orgullo al hablar de decisiones financieras? La culpa es el dolor que sentimos cuando nos damos cuenta de que una decisión que hemos tomado ha sido equivocada y nos ha hecho perder dinero, mientras que el orgullo es la satisfacción por haber tomado una buena decisión que genera beneficios. Son emociones muy influyentes, en la relación de los seres humanos con el dinero y que se manifiesta en, bueno, pues en muchos ámbitos.

Por ejemplo, Pepe. ¿Tú tú vas a la lotería? Pues, vaya, alguna vez, pero no, no, la verdad es que no. Conozco a mucha gente que sí. Bueno, pues piensan esas personas.

Muchas seguro que llevan jugando durante años al mismo número, Desde el punto de vista estadístico, jugar al mismo número no tiene ni más ni menos sentido que ir cambiando, porque todos tienen la misma baja probabilidad de que les toque. Pero pregúntales si quieren cambiar. Ya verás como te dicen que no. Y y no porque su combinación tenga algo especial desde un punto de vista matemático, sino por la injerencia de la culpa. Porque si no juegan a su número y toca, pues, pues les da algo.

Ocurre lo mismo cuando un inversor tiene una mala inversión en su cartera que no deja de caer. ¿Sabes por qué en en esos casos no se suele vender? Pues supongo que por lo mismo, por lo que no se cambia de número la lotería, ¿no? Porque si venden y después sube y les da un Tabardillo. Exacto.

No hay un análisis racional de la inversión, sino que es la culpa la que la mantiene en cartera. Como te he dicho antes, hacemos cualquier cosa con tal de no sentir culpa. Sí, sí, es que la culpa es un factor poderosísimo en en los mercados. Acabas de hablar de la culpa por comisión, que es la culpa que sentimos por haber hecho algo que que sale mal. Pero también hay culpa por omisión, que es el arrepentimiento por por no haber hecho algo.

Esta culpa por omisión es lo que sentirá con el paso del tiempo ese inversor que mantiene posiciones perdedoras indefinidamente, pero Fíjate, lo que pasa es que a corto plazo es mucha mayor la culpa por hacer, que por no hacer, y por eso la gente se resiste tanto a vender sus posiciones perdedoras. Te voy a poner otro supuesto muy frecuente. El caso de un inversor que quiere meter un fondo nuevo en su cartera, pero como no tiene liquidez, tiene que vender uno de los que ya tiene. Pues fíjate, es mucho más normal que busque candidatos para la venta, entre los fondos que le están dando beneficios, que entre los que le están dando pérdidas. Pues, mira, yo te digo una cosa, a mí esto no me parecen necesariamente mal, Si después de analizar cada cada fondo, el inversor piensa que lo que le los que le están dando beneficios han subido demasiado, y y ya están caros, mientras que los otros que no han subido piensan que están baratos.

Sí, por supuesto, pero es que lo normal es que ese análisis no ocurra. Lo que pasa es que Inconscientemente, tenemos una predilección a vender los que han subido por la satisfacción de realizar un beneficio. O 0 dicho de otra forma, no analizamos de la misma manera un fondo en el que estamos ganando y otro en el que estamos perdiendo, sino que es la rentabilidad que está teniendo cada uno y, sobre todo, la sensación que nos produce, lo que nos sesga para elegir cuál mantenemos y cuál vendemos. En ese caso, está claro que no es un análisis racional de los negocios que hay en cartera ni la valoración, lo que nos llevaría a tomar la la decisión, sino que sería efecto de las emociones. Creo que es un que es un buen ejemplo de decisión tomada por la influencia de la psicología, porque claramente se ve que ahí no hay intervención de la lógica.

Está muy demostrado, Pepe, nuestro cerebro, nuestra psicología, hará todo lo posible para que realicemos ganancias cuanto antes y retrasemos el reconocimiento de las pérdidas lo más posible. Esto es un es un error muy grave. Es es un error grave porque, al actuar así, no nos damos cuenta de que, aunque la frecuencia de las operaciones ganadoras, es verdad que es algo importante, también lo es la relación que hay entre lo que ganas y lo que pierdes en cada operación. Porque Si imagínate, en el ochenta por ciento de tus inversiones ganas un cinco por ciento. Tiene el veinte por ciento restante, pierdes el noventa.

O sea, al final tu resultado es es muy malo. Es importantísimo que dejemos correr los beneficios porque es lo que hace posible que el capital crezca de manera compuesta. Y si lo que hacemos es justo lo contrario, que es dejar correr las pérdidas y cortar los beneficios, pues ni crecimiento compuesto ni nada. Estaríamos estaríamos muertos. Fíjate, Fíjate sobre esto lo que decía Peter Lynch, que es uno de los mejores gestores de la historia.

Para él, un inversor que aceptara el sesenta por ciento de las veces era un máquina, el sesenta por ciento de las veces. Lo normal es aceptar mucho menos, Así que lo que lo que nos dice links con esto es que debemos centrarnos en la tasa de ganancias, no en la tasa de aciertos, que son cosas totalmente distintas. Pues déjame dar un dato más sobre la culpa que que me ha parecido fascinante. En un estudio se ha analizado lo que sienten los inversores cuando una de sus posiciones sufre una pérdida significativa. Me refiero ahora a posiciones en acciones, no en fondos.

¿Vale? ¿De qué factor dirías que depende la culpa que provoca una mala operación? Pues, entiendo que del tamaño de la pérdida. ¿No? Que a más pérdida, más culpa.

Pues no. Está bien. En este estudio se compararon pérdidas similares, pero con una diferencia. La mitad estaban generadas por una mala noticia de las propias compañías y que solo les afectaba a ellas. Y la otra, la otra mitad estaban causadas por una mala noticia macroeconómica que afectaba más o menos a todas las empresas.

¿Y y sabes qué? Los resultados, los resultados demostraron que que sufrimos una culpa mayor cuando la pérdida está causada por malas noticias propias de la compañía, que si es por una mala noticia macro. Yo estoy muy curioso. ¿Y esto por qué crees que es o por qué es? Bueno, porque la mala noticia macro la consideramos algo que estaba fuera de nuestro control, sin embargo, si es por un problema de nuestra empresa, nos sentimos los los principales responsables.

Así que, para evitar la culpa, los inversores al final tendemos a mantener en cartera compañías que van mal por problemas propios, mientras que no dudamos en vender si las pérdidas son causadas por el entorno, porque, bueno, nos sentimos menos culpables. ¿Sí? Pues no conocía este estudio, Marta. Lo que sí sabía es que estamos, los seres humanos más predispuestos asumir riesgos con el dinero que hemos ganado, que con el dinero que hemos aportado inicialmente. Es verdad que los dos son igualmente nuestros, Pero como perder las ganancias en el peor de los casos nos deja igual que como estábamos, no nos dejan números rojos, pues nos importa menos.

Ahí como como si hubiera menos menos apego emocional en ese capital, pero esto es totalmente ilógico, porque mal perderemos las ganancias, ya me dirás para que para que invertimos. ¿No? Y según he leído, esto es otro ejemplo, muy significativo, muchos chicos estadounidenses que recibieron ayudas del gobierno norteamericano se las fundieron comprando las kryptos más chusqueras, porque realmente les daba exactamente igual perder ese dinero. Así que lo que lo que hicieron fue jugarse y no a ver si daban si daban un pelotazo y se quedaban con los beneficios. O sea, que tú fíjate hasta qué punto es importante entender la psicología de la finanzas.

¿YYY en qué cosas llega a influir? Es increíble esto. Ajá. Pues hay un estudio entre los hábitos de los apostadores de carreras de caballos, que está muy relacionado con lo que acabas de decir. En concreto, se analizó el tipo de apuestas que hacían a lo largo del día, y se descubrió que en las últimas carreras de la jornada se disparaba el número de las que iban a favor de los caballos menos favoritos, es decir, esos que se pagan quince a uno o veinte a uno, porque lo más probable es que ya no vayan a ganar.

O sea, que las apuestas chicharreras, por así decirlo, van aumentando a medida que se acerca el final del día. Exacto, y los apostadores que las hacían eran esos que habían tenido un día muy bueno, entonces se apostaban una parte de las ganancias para dar el pelotazo final con las ganancias a las que, como como has dicho, tenían poco apego, o las realizaban los que habían tenido un día horrible y necesitaban dar, pues, un pelotazo igualmente para recuperar. Es decir, esos que necesitaban reducir su pérdida. Y y lo hacían apostando a algo que casi seguro producirá mayores pérdidas. Sí, es un total y esto.

Es que el apego emocional a tu dinero o que el signo de los últimos resultados influya más que el perfil de rentabilidad y riesgo de una inversión, a mí es es algo que dice muchas cosas del cerebro humano, ¿no? Sí, y la culpa y el orgullo son factores importantísimos. Pero no son los únicos. El ego también es muy importante, sobre todo cuando se vuelve excesivo y nos lleva a un exceso de confianza. Es que el ego desmedido posiblemente sea lo más destructivo que tiene el ser humano.

Y claro, eso es con los consecuencias también se notan en los mercados. ¿No? Y si me permites, para explicar esto, voy a contar lo que mi experiencia personal es la manifestación del ego más habitual y dañina que he visto en en mi carrera. Y me refiero a la fijación de las creencias. ¿Vale?

¿Cómo funciona esto? Imagínate que estoy en la oficina leyendo un artículo que, le estoy dando vueltas a la cabeza, por lo que sea. Y de repente se me ocurre una idea de inversión. Mi idea, la idea, esta empresa es buenísima, está tirada de barata, hay que comprar. Pues, como soy un inversor serio, o eso es lo que quiere que me niego.

Me pongo a analizar, trato de buscar toda la información posible y voy descubriendo muchas piezas de información que confirman mi idea. Me gustan, les doy credibilidad, les doy mucho valor, están en lo cierto. Pero otras, en cambio, me contradicen, y eso me molesta, me desagrada, rompen mi narrativa. ¿Y sabes lo que hace mi cerebro si no lo controlo y es mi ego quien lo controla, mi cerebro y el de todos? Pues, mira, a esa pieza de información discordante las ignora.

Las rechaza, las olvida, les da menos valor de del que merecen, porque el ego no puede soportar la información desbordante que desafía a sus creencias. Esto nos ocurre a todos y es peligrosísimo para un inversor. Primero, porque si ignoras la la información que te dice que estás equivocado, tu confianza aumenta. Claro, nada te dice que te equivocas, te sientes muy seguro. ¿Verdad?

Seguro, porque con esto has alterado el tu proceso lógico. Ya no es la información la que te lleva a la conclusión, sino que es la conclusión la que te lleva la información. Esto es brutal. Tercero, porque al final Lo que según el ego le da valor a la información no es su veracidad, sino el grado de conformidad que tiene con tu creencia previa. ¿Y qué pasa cuando todo esto ocurre?

Pues que asumimos mi riesgo, concentramos mucho capital en en esa idea, Compramos más cuanto más cae sin replantearnos nada y ignoramos cualquier posibilidad de error, y al final la pérdida que se produce es enorme. Y es que las pérdidas que que sufrimos en ideas de alta convicción Que nadie tenga ninguna duda, son las peores. Y por eso, y esto es un pequeño spoiler del del próximo episodio, Creo que es un error grave cuando le preguntan a a un inversor. ¿Qué acción de tu cartera crees que es la más arriesgada? Y responde, pues tal compañía, y por eso es la que menos pesa en la cartera.

Error. Esto es un error. ¿Y sabes por qué? Porque las posiciones más arriesgadas siempre son las que más peso tiene. Nuestro nuestro ego dice que no, que en esas compañías tiene mucha más convicción, pero la realidad.

Dice que sí, porque en esas, si nos equivocamos, estamos muertos. Lo lo dramático para los inversores es que es muy difícil saber si si es el ego nuestra creencia dominante, la que nos lleva a analizar una compañía, alcanzar la conclusión, a darle un peso en cartera, a a comprar más cuando cae. O si hacemos todo esto fruto de de nuestro análisis. Y para poder diferenciarlo, es que hay que tener un método de inversión muy trillado, hay que ser disciplinado, es necesaria mucha experiencia, y yo diría que es una de las partes más difíciles de este negocio con diferencia. Acabas de de hablar de experiencia.

¿Crees que los inversores experimentados tienen más probabilidades de controlar su ego, que los que acaban de empezar? Pues, es buena pregunta, porque siempre hay que barajar que la experiencia si ha sido buena, claro, te puede llevar a un exceso de confianza. Pero también es posible que si tu problema como inversor es el ego y y el exceso de confianza, te arruines mucho antes de lograr esa experiencia, así que que para responderte, diría que sí, pero con matices, ¿No? Lo que tengo claro es que el exceso de confianza es una característica muy común entre los inversores más novatos. De hecho, supongo que por el contacto que tienes tú con inversores finales es algo que también habrás visto.

¿No? Sí, diría que cuanto más experimentado un inversor más tiende a la diversificación, a a no concentrar, a ser menos dogmático, a estar más preocupada por el riesgo, hacer menos entradas y salidas, a ser menos impulsivos. No, no quiere decir que todos los inversores jóvenes sean así, pero si son características que se dan menos cuando han pasado por varias crisis y por varios mercados alcistas. Y que nadie se sienta ofendido. O sea, a mí a mí me ha pasado exactamente esto que dices, y a medida que me hecho mayor, pues es verdad que he tenido esta esta evolución, es normal.

¿No? Y también otra cosa, También me he dado cuenta de que con el paso del tiempo recibo las ideas que me presentan otras personas desde desde un punto de vista más constructivo. Antes solo me parecían buenas las ideas que salían de mí, las de otros, pues me parecía ancara, los negocios no me parecía buenos o los que fuera. Las favoritas siempre eran las mías. Así que supongo que este oír a los demás con con mejores orejas.

También es fruto de la experiencia y también es fruto de de saber controlar el ego un poquito más que antes. Lo que está claro es que es que el ego influye mucho. Por ejemplo, está demostrado que por su culpa le damos más valor a un activo por por el hecho de que sea nuestro, nuestra casa merece más euros por Metrocuadrado que el resto del barrio, o nuestras empresas merecen un peso superior al al de su sector. Ojo, que esto no quiere decir que este tipo de primas se deban siempre al ego, sino que debemos tener un proceso muy riguroso para estar seguros de que están basadas en motivos fundamentales y no psicológicos. Por ejemplo, el ego también se manifiesta cuando sentimos un apego por unas acciones que hemos mantenido durante tanto tiempo que ya las sentimos parte de nosotros.

Es como si se hubieran convertido en algo especial gracias al contacto que hemos tenido con ellas y y nunca las vendemos. O, por ejemplo, el vínculo que tenemos con nuestras decisiones pasadas. Como sabes, siempre se recomienda que, a medida que un inversor se vuelve mayor, vaya, incrementando el peso que tiene la renta fija dentro de su cartera y reduciendo el de la renta variable. Siempre teniendo en cuenta su horizonte temporal, ¿no? Tiene sentido, porque los horizontes temporales de un inversor suelen disminuir con la edad.

Sin duda. Bueno, pues, hay muchos estudios que señalan que los pesos iniciales, fijaos décadas atrás, se cambian mucho menos de lo que debería. Y es que a nuestro ego le gusta sentir que somos coherentes y que nuestras decisiones son correctas siempre. Bueno, pues nos, la verdad es que nos estamos dando con un palo la mentalidad de los inversores, no estamos dejando titere con cabeza. ¿No?

Porque hemos hablado de de las emociones, hemos hablado del ego y ahora tenemos que buscar esas interferencias en nuestro pensamiento originadas hace miles de años. ¿No? Vamos a vamos a ver cómo afecta nuestro instinto animal, nuestro instinto de supervivencia más básico a la toma de las decisiones de inversión, porque también afecta. Ajá. Un instinto que que ha funcionado a la perfección para la supervivencia de nuestra especie, pero que para generar rentabilidad en los mercados no funciona tan bien.

Muchas veces hemos explicado que para obtener mejores resultados que la media necesario que pensemos y actuemos de manera diferente a la de la mayoría. Insistimos tanto en eso, porque sabemos que de manera instintiva estamos programados para querer actuar exactamente igual que el resto. Los seres humanos nos sentimos más seguros dentro de un grupo o de un rebaño, que cuando estamos solos, muchas veces actuamos sin darnos cuenta para mimetizarnos con la gente que nos rodea. Es lo que ocurre cuando nos vestimos siguiendo a la moda, por ejemplo, Queremos estar guapos, queremos gustarnos, y para eso, obviamos unos códigos de vestimenta, que nos identifica indican con un grupo social, cultural y económico, incluso. Es una forma de integración que nos sale natural, sin darnos cuenta.

A los inversores nos pasa igual. Sentimos una comodidad natural cuando nuestra opinión concuerda con la de los demás, porque nos da una sensación de estar en lo cierto. Tú lo has explicado muchas veces, Pepe, desde que nos conocemos, la mayor parte de los inversores no analizan las empresas en las que invierte. Sino que escuchan unas noticias, leen algún informe, buscan por Internet, hablan con con un amigo que ya tiene esa compañía, y van formándose una opinión del sentimiento general que hay en el mercado sobre esa compañía. Sí.

Esto es esto es una realidad. O sea, es una realidad incómoda, pero es una es una realidad que marca la experiencia. ¿No? Muchas veces no hay análisis de los fundamentales de un negocio, sino simplemente usamos un termómetro del feeling del mercado. ¿No?

Un un feeling en el que, por supuesto, el cerebro está encantado de sumergirse porque se siente bien ahí dentro. Y al mismo tiempo es un feeling que termina convirtiéndose en una opinión pero para nada es una opinión racional, sino, por así decirlo, es una es una opinión emocional. Totalmente. Es un feeling que nunca es discordante con la opinión mayoritaria, porque nace precisamente de copiarla. Nuestro cerebro quiere creer que nuestra opinión y la del mercado coinciden, porque ambas son son correctas, pero muchas veces no es así.

Sino que coinciden porque, sin darnos cuenta de forma instintiva, la hemos copiado. Sí, es esto también lo hemos dicho muchas veces. ¿No? Los seres humanos, para tomar decisiones, muchas veces, confiamos y sentimos. Pero no pensamos.

¿No? Ese es el ese es el efecto del instinto de manada que hay que hay en el mercado. Y le da muchas vueltas a esto. Y tengo claro que, sin un análisis riguroso, que pocos pocos inversores pueden hacer, es imposible llevarle la contraria al mercado. Por eso creo que no se valora suficiente el valor que aporta un equipo con tanta gente como tenemos en en Bestinver, en el que no solo intercambiamos nuestros conocimientos y completamos los análisis de los demás, sino que además también nos controlamos los unos a los otros.

Nos aseguramos de que al final una compañía entra en cartera, porque se ha recorrido de manera rigurosísima, un proceso de inversión muy detallado que lleva más de treinta y cinco años mejorándose día a día. Y llevo aquí en esta empresa casi dos años, y lo que he visto de en Bestinver, en cuanto al rigor, no lo he visto en en ningún otro sitio. Así que nuestros clientes no duden si no analizamos con detalle, estamos dentro del rebaño. Nos nos engañamos si si alguien piensa, lo contrario. Ajá.

Además ocurre algo que ya hemos comentado, si dentro del rebaño cometemos un error, ese error es compartido por todos, y entonces la culpa es menor. Lo de mal de muchos consuelo de tontos, ¿no? También ocurre en el mercado. Y además, dentro de un grupo, también ocurre que nos vamos conociendo en nuestra propia salsa. ¿No?

Vamos autoconfirmándonos los unos a los otros, los sesgos de todo se potencian entre sí, y y al final cuando el mercado se vuelve superemocional, que es lo que ocurre en los grandes techos, y en los grandes suelos, el rebaño es un hervidero. ¿No? Por eso insisto en que hay que tener las ideas muy claras Hay que tener un proceso muy riguroso lleno de mecanismos de de control y también un mecanismo, un temperamento, muy fuerte para poder apartarse de de la manada. ¿No? Porque al final, si no, el instinto te come, sobre todo, cuando hay miedo, cuando hay miedo AAA perderte algo bueno o miedo a sufrir algo malo también.

Vamos a centrarnos en el miedo a sufrir algo malo, porque después de las caídas de dos mil veinte y de dos mil veintidós lo tenemos más reciente. ¿Te parece? Venga, muy interesante, sí. Pues nada, está tan relacionado con la supervivencia de huir del peligro y de todas esas cosas que nos causan dolor. Cuando algo nos hace daño en la mano, apartamos instintivamente, cuando cuando algo nos quema, por ejemplo, o si sentimos una amenaza accionamos inmediatamente huyendo de ella.

El miedo toma el control y se activa un mecanismo incontrolable. Ese mecanismo que está producido por nuestro instinto de supervivencia, actúa idénticamente la cabeza de todos los inversores cuando sentimos que algo puede provocarnos una pérdida. Seguro que nuestros oyentes han oído alguna vez hablar de la aversión al riesgo. Bueno, pues eso es en instinto de supervivencia actuando. Sí, es, explícanos más cómo cómo funciona esto en el mercado porque creo que es muy es muy significativo.

Pues, primero lo vemos cuando se desea tan los pánicos. Te pongo en situación año dos mil veinte, en pleno pánico, por COVID. Hay duras caídas por una cuestión macro, así que Como ya sabemos, nos vamos a resistir menos a vender porque genera una culpa menor. Además, todo el mundo está perdiendo, así que la culpa es mucho menor. Y como nadie sabe, muy bien qué está pasando y es difícil analizar algo, pues tan desconocido como fue la pandemia, dejamos de pensar y empezamos a sentir.

Ponemos el termómetro al mercado y vemos que claramente pinta mal y sentimos miedo a que la bolsa caiga sin parar. Es comprensible. A todos nos pasa lo mismo, así que pensamos de la misma manera, hacemos lo mismo, nos autoconfirmamos los unos a los otros y todo el mundo vende a la vez. Sí. Y luchar contra esto es es durísimo.

Yo me acuerdo en en aquellos días de dos mil veinte, hablar con con, bueno, pues con compañeros, con otros inversores. Y les decía, en mi opinión, el el mercado está muy barato YYY nos estaba dando una una oportunidad para comprar. Y muchos de ellos se enfadaron. ¿No? Por ir en contra de de de ese de ese planteamiento general.

Esto es es la realidad del mercado y es así de dura. Claro, es que, a ver, es difícil soportar que alguien te diga, aguanta el dolor, y si puedes, trata de aumentarlo comprando más. Es que además es que ese dolor en los momentos de pánico es insoportable. Y tan insoportable que nos que nos impide pensar a largo plazo. ¿No?

Pero es que lo que lo que pedimos, los inversores, lo que tenemos que hacer los inversores Es algo que es totalmente antinatural, que es pensar que eso que ahora percibimos como una amenaza. ¿No? Algo que nos da miedo, que nos que nos está doliendo, pensar que si aguantamos esa amenaza desaparecerá y se convertirá en algo positivo. Esto va, es totalmente antinatural, porque el miedo se percibe siempre en el en el aquí y en el ahora. ¿No?

Por eso, cuando a nuestros acentos o a nosotros mismos ahora, no suele pasar, pero cuando nos persigue un un oso, pues corremos sin parar. ¿No? Porque ante una amenaza Estamos programados de manera natural para actuar inmediatamente. Así que, al decir, compran los pánicos, porque es cuando la bolsa se pone barata de verdad, que estamos luchando con fuerzas demasiado demasiado poderosas. ¿No?

La la realidad, la dura realidad, Es que la combinación del efecto rebaño, el miedo al dolor y esta programación cortoplacista que tenemos todos de serie en el cerebro tiene un efecto demoledor en los inversores. Y creo que es imprescindible que todos nosotros tengamos claro cómo funciona este mecanismo, porque tarde o temprano vamos a terminar enfrentándonos a él. Pues pasemos a analizar la última fuente de problemas, a los que nacen por el funcionamiento del cerebro. Vale, pues, mira, muy muy relacionado con el rebaño y con la programación cortoplacista. Está la forma en que nos imaginamos el futuro en esos momentos de estrés.

¿No? Como en los pánicos. Esos en esos momentos, ya hemos dicho que el cerebro no piensa, básicamente siente. Y por eso es incapaz de percibir los procesos de cambio que siempre ocurren detrás de eso que es tan evidente. Y claro, si no, si el cerebro no percibe el cambio, ¿Cómo se lo iba a imaginar el futuro?

Pues se lo imagina exactamente igual que el presente. ¿No? ¿Cómo cómo nos imaginábamos en dos mil veintiuno nos imaginamos dos mil veintiuno en el peor momento de dos mil veintidós. Pues, básicamente, como dos mil veintidós, pero a lo bestia. ¿No?

De eso estamos hablando. El cerebro cuando cuando detecta una amenaza, no cree que el peligro va a pasar, sino que va a permanecer. Y por eso nos hace huir cuando se asusta. O todo lo contrario. ¿No?

Cuando todo va bien y estamos encantados, pues el cerebro quiere ignorar las cosas que va a llamar. Que que pueden ir mal. No sé si es el clásico, vea, no seas aguafiestas. Cuando el cerebro se vuelve emocional y deja de pensar, como no percibe esos cambios que hay detrás de lo que tanto le gusta, cuando imagina el largo plazo, lo que hace es extrapolar la situación actual, y se queda tan ancho, Y esta extrapolación es un fenómeno diario en los mercados. Te pongo otro otro otro ejemplo.

¿No? Del del error por la forma de pensar en el cerebro. A todos nos gusta pensar que que que que la vida se organiza en cajones independientes. Sobre todo lo relacionado con el dinero. ¿No?

No no no pensamos en nuestro patrimonio como un todo, sino que vamos parte a parte, pues, aquí el dinero de la hipoteca. Aquí los ahorros de los críos para la universidad. Aquí el dinero para los gastos diarios. ¿No? Son todo cajoncito.

Y los examinamos uno a uno. No pensamos desde, las las inversiones para la universidad del niño han caído, ¿No? Pero no no no no valoramos el efecto conjunto. Y cuando llevamos esto al análisis de una cartera, pero una cartera de fondos o una cartera de acciones. ¿Vale?

Me da igual. Pues ocurre lo mismo. No pensamos en el todo, sino que vamos a las partes individuales. Si una acción va bien, pues nos alegráramos mucho por esa acción. Que una acción va mal, pues, nos da mucha rabia esa esa esa acción.

Nos cuesta mucho pensar en el efecto conjunto que tienen en en la cartera, así que aquí corremos el riesgo de que, al ir uno a uno, por este efecto del cajoncito, es muy frecuente que las carteras terminan cargadas de empresas, que se parecen mucho todas las unas a las otras. ¿Por qué? Pues porque no miramos el efecto del conjunto. ¿No? Así destrozamos la diversificación.

Exacto, eso es, destrozamos la diversificación. Ahora, como dirían en la universidad, al al cerebro se le da muy bien estudiar el perfil de recompensa y riesgo de cada posición individualmente, sea mucho mejor que estudiar la correlación que hay entre los perfiles de recompensa a riesgo de todas las posiciones de una cartera, que esa es la clave de de de la diversidad notificación, así que como ves, los seres humanos, por la forma que tenemos que tiene nuestro cerebro de funcionar, estamos programados para no diversificar correctamente. Aquí me gustaría decir que en Bestinver la diversificación y el equilibrio de las carteras son importantísimos. Por eso, cuando explicamos una idea a nuestro los inversores lo hacemos para mostrar nuestro proceso de inversión a través de un ejemplo, no para que compren esa empresa. Tengan en cuenta que en nuestros fondos cada compañía tiene una función y un peso que que tienen sentido dentro de la cartera y porque esa empresa está acompañada de otras con perfiles complementarios.

Si los inversores nos copia solo algunas posiciones individuales, Por ejemplo, pues no están comprendiendo el efecto total que para nosotros es clave. Sí, esta puntualización es muy importante, Marta. Gracias. ¿Y qué te parece si ahora explicas el efecto que tiene la memoria? Que es que es muy interesante.

Ajá. Muy bien. La la mayor parte de las personas creen que la memoria registra los hechos pasados para que los recordemos, pero Esto es incorrecto, lo lo que hace la memoria es grabar las sensaciones que nos produjeron esos hechos pasados y son esas sensaciones, esas emociones, lo que realmente recordamos. Cuando alguien dice, no quiero invertir en bolsa porque siempre pierdo. Lo que recuerdan es la sensación desagradable que les produce la renta variable, no todos los errores que cometieron y que les llegaron a perder dinero.

Sí, además que esos errores son precisamente los hechos que creen recordar. ¿Verdad? Sí, pero esos hechos no se registran o se registran de una forma tan lejana que se pierden en la memoria. También está demostrado que dos empresas que nos producen la misma pérdida del veinte por ciento El recuerdo, por ejemplo, es mucho más vivo si esta pérdida se ha producido a consecuencia de una caída vertical en un único día, que si fue cayendo poco a poco a lo largo del año. Esto tiene un impacto tremendo, porque si pensamos comprar para aprovechar las rebajas en los precios, nos va a resultar más difícil hacerlo en la que cayó de golpe, porque parece más peligrosa que en la que cayó poco a poco.

Sí. Este, es otro ejemplo de que el cerebro bajo presión no piensa, sino que siente. ¿Qué es lo que llevamos diciendo en todo el episodio? Porque Aquí, en este caso que comentas, es el efecto de la memoria, la que termina. ¿Qué acción comprar Y no el no el análisis de de los fundamentales de de la empresa, es que otra vez volvemos a esas interferencias.

¿No? Vemos una y otra vez a lo mismo, y otro ejemplo brutal, se harán las posiciones perdedoras que directamente olvidamos, empresas que tenemos en cartera que han perdido el no y nueve por ciento, y que ni pensamos que las tenemos. Sí, esto es un esto es un fenómeno repetidísimo, vea, mi mi mejor amigo tienen su cartera personal Vocentro, que las compró en el año, no sé, dos mil siete, dos mil ocho a diez doce euros por acción, cargastan a cero sesenta o cero cincuenta, y cuando habla, cuando cuando hablamos de su cartera, pues empieza a hablar de posiciones y tal, y al final dice, bueno, sí, y y el tema este del Albocentro, como que el tema de la Alboceto, o sea, ahí tienes una pérdida del noventa y nueve tanto y ni siquiera las considera. Esto es increíble, porque ¿Cómo? Para empezar, tiene una pérdida sustancial, pero es que además si hacemos caso a a al cerebro y esa manía que tiene por olvidar las mayores pérdidas, YYYY dejar languidecer las posiciones en la cartera, pues tendemos a pensar que nuestros resultados históricos son mejores de lo que realmente fueron es otro efecto impresionante.

¿No? Sí, no es que nos mintamos, sino que olvidamos lo que no queremos recordar. Y con esto, si quieres, puedes terminar explicando el efecto ancla, que también es muy interesante. Sí, vale, pues, el efecto ancla es otro error súper común, que está causado por la necesidad que tiene el cerebro de tener referencias. Aquí me refiero tener, o sea, a tener simplemente referencias, no referencias válidas, ¿vale?

El cerebro solo quiere referencias. Y hay precios que tienen mucho capital emocional para el cerebro. Por ejemplo, el el precio al que hemos comprado una acción. Seguro que nuestros clientes lo han oído alguna vez. Su efecto, porque.

¿Qué pasa con esto? Pues, imaginémonos, tenemos una acción que nos gusta, que va bien, que ha subido, y pensamos, buff, si vuelve al precio al que compré, compro más. O lo contrario. ¿No? Una acción o un fondo en el que tenemos una pérdida, decimos, cuando vuelva al precio al que compré, lo liquido.

Vendo, pues, aquí no estamos analizando los fundamentales, ¿no? Sino que estamos tomando una decisión de compra o de venta, en función de que el precio toque un nivel de referencia que hemos fijado en nuestra mente, y que muy probablemente sea irrelevante respecto al al valor real que tiene que tiene la inversión. Pero para nuestro cerebro, esa referencia lo es todo. Y también ocurre en los chartistas que que que miran gráficos y buscan soportes y resistencias en los que operar. Sencillamente, porque en el pasado el precio, pues, estuvo rebotando en esos niveles varias veces.

¿No no hay un análisis de qué pasaba en la compañía para rebotar esos precios? Porque igual las condiciones ahora son totalmente distintas. Pero su cerebro ha puesto una carga emocional alta, en esos niveles a través de la vista del gráfico, y por eso los consideras relevantes. Nada que ver con la realidad de la inversión, pero el cerebro se se agarra y ceros. ¿No?

000 también contra un fenómeno que nos ha pasado a todos, es, imaginamos, tenemos una acción en cartera, termina el año a cien euros, y después de unos meses cae a ochenta euros. Y lo sentimos esos veinte euros, ese veinte por ciento de caída, lo sentimos como si estuviéramos perdiendo un veinte por ciento. ¿No? Pero, ¿qué pasa si habíamos comprado esa acción hace años, yo qué sé, pues, AAAA veinte euros. ¿No?

Estaríamos multiplicado por cuatro, pero como nuestro cerebro usa siempre como referencia la última información que recibe, actúa como si estuviéramos perdiendo y, vaya, como escuece esa esa caída. ¿Verdad? Sí, esto pasa también cuando una acción alcanza unos niveles máximos y luego cae, muchos inversores piensan, cuando vuelva a los máximos, vendo. Y a lo mejor la tesis ha cambiado y deberían vender en ese instante, pero la referencia del precio máximo es demasiado poderosa, y mantienen creyendo que el precio volver a ella. Sí, ese es el día a día de un inversor.

Ajá. Bueno, pues, Con esto ya hemos terminado. Hemos elegido unos pocos sesgos los que creemos más importantes, pero hay unos ciento ochenta registrados y creciendo, Así que seguro que muchos de ustedes han han echado algunos de menos, pero seguro que también al oírnos se han visto reflejados en en algunos errores. Sí, son errores que todos cometemos y que muchas veces se camuflan o se confunden con cosas que hacemos los inversores y que están bien. ¿No?

Por ejemplo, cortar las pérdidas es algo bueno, pero si el análisis de la compañía y la valoración nos dicen aquí hay poco que ganar. En cambio, si vendemos sencillamente para dejar de sufrir. ¿No? Porque esa esa pérdida nos produce dolor, porque las emociones, el ego, el instinto de supervivencia, no lo pueden soportar, pues, cortar las pérdidas no sería bueno. ¿No?

Ahí está la la complejidad de de esta historia, ¿ok? Al final, lo importante de estudiar la psicología de la inversión es que sirve para identificar situaciones en las que con mayor probabilidad estemos actuando de manera irracional sin darnos cuenta. Y si en esos momentos cuando se enciende la alarma, cuando se tiene que encender la alarma y tenemos que parar, tenemos que pensar y tenemos que frenar los instintos y esas emociones para no cometer errores. Eso es, pero de la soluciones trataremos en el próximo episodio. Nos despedimos hasta entonces.

Muchísimas gracias, Pepe. Muy bien. Gracias, Marta, gracias a todos ustedes. Gracias por escucharnos. Volveremos pronto con otro episodio de valor con b, un podcast de Bestinver, hasta pronto.

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