El esplendor del Imperio romano coincidió con un período de clima cálido y estable, conocido como el Óptimo Climático Romano, que favoreció la agricultura y la expansión territorial. Sin embargo, a partir del siglo II d.C., las condiciones climáticas comenzaron a deteriorarse, volviéndose más frías y secas. Este cambio provocó malas cosechas, hambrunas y debilitamiento económico, factores que, junto con epidemias devastadoras como la peste antonina, socavaron la estabilidad del imperio.
Disfruta de la programación especial con series, programas y documentales en abril con motivo del mes de la Tierra, en el canal National Geographic.
Publicado: 7 abril 2025