En las remotas y gélidas costas de Alaska, por encima de los 60º de latitud norte, hay dos pueblos pesqueros de inequívoco origen hispano: Valdez y Cordova. Ambos topónimos se deben al leridano Salvador Fidalgo, que en 1790 recorrió la región y tomó posesión de ella en nombre de Carlos IV. Son dos de los vestigios de un periodo épico, en las últimas décadas del siglo XVIII, en el que España, en una serie de expediciones memorables, exploró y tomó posesión en el oeste de Canadá y en Alaska. Como tantos otros capítulos del pasado español en Norteamérica, aquella época apenas es conocida por el gran público, pero archivos y bibliotecas conservan el relato de una aventura fascinante que permitió alcanzar el fin del mundo.