Entrevistamos a Lidia Caro Leal sobre su colección de relatos "No entrar con llamas". La segunda temporada arranca con un híbrido monstruoso: Paula de La Elocuente y Érika de Las Moscas se unen en este capítulo para conversar con Lidia Caro en la maravillosa Librería Pérgamo.
Las tres hablan sobre temas como la precariedad juvenil, la inestabilidad de las relaciones, la vida frenética de la ciudad, la literatura como colectividad y de la anécdota como forma de vivir.
Nenas, ¿a qué esperáis? ¡Dadle al play para oír a esta MOSCA ELOCUENTE!
La Elocuente nace de la curiosidad sobre la creación artística. En cada capítulo, partimos de una misma pregunta y compartimos nuestra investigación sobre los hallazgos y misterios del proceso creativo. ¿Por qué creamos?, ¿cómo sueñan los artistas?, ¿cómo se crea en una ciudad que nunca para?, son algunos de los puntos de partida de estos ensayos en los que el pensamiento, la narración y los paisajes sonoros se entrelazan con referencias culturales y voces de nuestra vida cotidiana.
Publicado: 2 noviembre 2023
Transcripción
Hola a todas. Somos Paula y Erika, bienvenidas de nuevo al podcast de La Lo Puente. En este episodio vamos a comentar el primer libro de nuestro club de lectura, que es No entrar con llamas, una colección de relatos que acaba de publicar Alta Marea, y para hacerlo tenemos la suerte de tener con nosotras a su autora Lidia Caro. ¿Qué tal, Lidia? Bienvenida.
Hola, muchísimas gracias por invitarme y también muchas gracias a Pérgamo por acogernos en este espacio tan genial.
Sí, también muchas gracias a ti, agradecer a Pérgamo que nos haya bajado el espacio. Nos ha dejado con la luz apagada la librería. Está cerrada. Así es. Genial.
Vale, Lidia Caro es valenciana, este es su segundo libro de relatos y también ha publicado una novela, Los años que no, que está editada por Barney. No entrar en llamas es una colección de relatos en los que arden temas que nos interesan mucho como la pluricalidad laboral de los jóvenes o la insustancialidad de algunas relaciones entre amigos y parejas. Está escrito con un estilo fresco, un tanto punk y macarra en ocasiones y con un humor ácido que hace que algunos relatos sean decadentes, pero divertidos al mismo tiempo. Sobre todo, creemos que es un libro en sí mismo con una narración que se focaliza en los diferentes espacios y personas que se construyen dentro de la clase obrera.
Y una de las cosas que destacan a todo estilo narrativo, Lidia, es la precisión de los detalles. Por ejemplo, para describir a una de tus personajes dices que tiene un gorro de paja de una caja de ahorros rural y de otra personaje que tiene los ojos del color de la lata de cerveza báltica tres. En un relato introduces una conversación con un personaje que un personaje escucha en el vestuario y en otro describes lo que la narradora ve en la terraza de un bar, y luego le escribe las notas del móvil sentada en el baño. Hay un vínculo muy fuerte entre la escritura y el acto de observar lo que te sucede alrededor. ¿Es esta la manera de estar en el mundo de la escritora o es una propuesta vital en general, válida para todo el mundo, incluso necesaria, quizás, para tener una vida un poco más consciente y significativa.
Voy a citar ya directamente a Nirno, grandísima Nirno, que ella dice que no concibe una escritura, una literatura que no parta del yo, de la experiencia propia. Lo que nadie se puede aislar completamente y escribir, todo va a surgir de lo que sentimos y no sé si es un sitio, una forma de estar en el mundo, valida todo el mundo, sí que es la mía y sí que te hace estar más atenta, como los gatos que van girando las orejas y van percibiendo, Entonces, igual eso eso genera narrativas, que es observar todo lo que ocurre a tu
alrededor. Queríamos hablar ahora también de algo que es muy importante en este sentido en tu en tus relatos, que es cómo presentas Madrid, que es como una mina de personajes, pero también como un ejemplo de las dinámicas capitalistas y angustiosas, que es el contexto que marca un poco a tus personajes precarizados. Y queríamos preguntarte si para ti sigue siendo la ciudad un núcleo para la creación o nos está echando la ciudad y como artistas tenemos que buscarnos otros espacios.
Luego, hoy cuando he salido del tren y me he metido en el metro y empezaba ahí y estaba pensando no entiendo por qué la gente vive en las ciudades, pero preocupadamente yo pongamos que ahí sí. Viví en Madrid hace la primera vez creo que hace ocho años y ve que cada vez hay más gente y cada vez es más rápido, entonces sí la ciudad es una forma, es un lugar de creación como puede ser otro, pero el problema sí es un lugar para vivir o para vivir bien. O sea, ¿qué necesitas para estar en la ciudad y crear? Teniendo en cuenta que para crear necesitas tener un trabajo que te dé tiempo. Tiempo.
Y aquí es imposible, solo solo si tienes que desplazarte y el desplazamiento ya lleva una hora en metro. Entonces, creo que es complicado, ¿no? O sea, las ciudades se tienen que replantear en qué modelo qué modelo de vida tenemos y qué modelo de vida tenemos en ellas.
Sí, es como muy muy frenético, ¿no? Muy se necesita esa pausa
frenético y por el final como la ley de la oferta y la demanda, pues la única que se cumple siempre. Todo el mundo quiere venir aquí con la promesa, que es lo que sale en el relato, no esa promesa de de un trabajo mejor, una vida mejor, pero merece la pena saber qué es la promesa. Herminia Garcés analizaba, la filógrafa catalana, analizaba cómo nos movemos con esa idea de no, será lo mejor, la hierba estará más verde al otro lado y ese motor de movimiento de la promesa, jo, o sea, no sé, la idea de la búsqueda de la felicidad como que esto es nuestra misión y está la constitución de Estados Unidos, ¿no? Igual no existe ese derecho a ser feliz como la persecución de la felicidad de la promesa, porque luego vienen las decepciones. Y creo los personajes están así, el el no están deprimidos de serie, pero van a hacer algo y ven
que no llegan y no llegan y
se les escapa de punta de los dedos.
Además, es como que que parece que solo puedes ser artista o solo puedes crear en las grandes ciudades, porque son como los núcleos culturales, pero luego, pues eso, que llegas ahí y te das cuenta de que todo te está echando atrás. Luego
también, otra cosa que nos ha parecido muy interesante es que en tus relatos, en ocasiones, haces visibles las decisiones que tomas en la narración, ¿no? Incluso, te presentas a ti misma como narradora en un momento en un relato, misma como narradora en un momento, en un relato localizada de forma espacial, ¿no? Como viendo a los personajes desde lo alto y jugando con ellos como si fueran un poco Los Sims. Voy a citar la parte en la que haces esto porque me parece muy interesante cómo te metes ahí dentro de tus personajes, que es Lirio llora mucho, también Rosa, la camarera, el pez borrón, el repartidor de cerveza, el dueño del bar, que también es chino, pero que ha olvidado el chino, la familia gitana, que es la alegría y las palmas del lugar, el caniche, que cuidan como a un dios, y la narradora, yo, que estoy en lo alto. Mis lágrimas son una tormenta de verano y las gotas son la fuerza de un campeón de halterofilia.
¿Por qué has decidido romper esta barrera convencional en la que el narrador trata de pasar desapercibido?
Estaba, bueno, en el momento que escribía los cuentos, se terminaba de trabajar o de estudiar, o sea, estar cara al ordenador escribiendo y y me ponía escribir relatos. Entonces, quería que fuese divertido y era la idea sobre lo que has dicho de jugar a Los Sims o jugar con los Playmobiles. Entonces, era un punto de voy a ser dios, voy a manipularlos, van a ser Los Sims a los que les quitas la escalerilla y se ahogan. Entonces, mucho surgía por la parte de divertirme, romper esa cuarta pared, incluso quinta, en qué momentos cómo podía cambiar el ángulo y por entretenimiento.
Como un juego, ¿no? Un impacto con el lector de
Que di, ver cómo cómo se puede saltar, cómo puede ir por los aires eso, y que esas formas de narración que estamos acostumbradas son como terceras personas, que son muy válidas, son muy interesantes, pero a ver cómo se les podía girar y romper eso o diluir el yo de la autoficción, diluirlo a través de tus personajes o a través de ficciones, más ficciones dentro del gradiente de ficcionalidad.
Claro, sí. Y en otro relato que a mí nos ha gustado mucho, que se titula Algunos hombres sin sal, dices que todo el mundo necesita alguien que se dé la vuelta, mantenga la mirada y nos coloque una mano en la espalda. Este anhelo de que nos miren, una mano en la espalda. Este anhelo de que nos miren choca con el contexto frenético en el que vivimos, un poco el de Madrid, que hemos hablado antes como expresión, máxima expresión como de este frenetismo, que vimos como una especie de como una que vimos como una especie de, como en el karting que aparece en el relato, ¿no? Como así dando vueltas un poco sin parar.
Y en este mismo relato dices que los personajes no han amado algo con sinceridad en su vida. Es la falta de pausa lo que con sinceridad en su vida. ¿Es la falta de pausa lo que nos impide amar con sinceridad y darnos cuenta de los detalles que nos rodean?
No creo. Tengo que saber que lo que nos impide amar son muchos factores. Perdón, por ejemplo, impide amar no tener voz. No, no creo que que creo que no ayuda, obviamente, la vida acelerada, pero igual cuando estás súper acelerada sí que sabes parar y ahí, pues, con que sea tu pareja, tu perro, tus familias, puedes amar, sobre todo porque no son ideas. No quería dar una idea de amor romántico.
No creo, no ayuda, pero no vamos a echarle todo la culpa igual a la vida frenética, porque es lo mismo. Si decimos la culpa es de la ciudad, colocamos a la ciudad como si fuese un cracken culpable de todas las cosas, no, eso es una parte. Veo muchos compartimentos y muchos ángulos. Pero aún así, jornada laboral de menos de de ocho horas, y en en Valencia hicieron un experimento de la semana la semana laboral de cuatro días que pasó, sorpresa, bajó los niveles de ansiedad y de estrés.
Oh, en serio.
Pero como elemento negativo decían que había bajado el consumo y después Ah, bueno, igual no hace falta conseguir tanto. Nos referimos a esto un día.
Ojalá, no sé.
Se se nos fue, la gente no fue a los bares, la gente fue, pues, pues, a estar un poco más en su casa o
sin cuidados, etcétera. Pasivo. Exacto.
Pues sí. Igual la gente, si yo le voy a preguntar en la encuesta que hicieron, a ver si la gente se sentía más querida, más querida y podía también creer más en estas condiciones en cuatro días.
Es muy interesante, porque tú piensas que que que el consumo también viene como de esta de este ritmo frenético de la vida Sí. De, bueno, solo tengo dos horas libres. ¿Qué hago en estas dos horas? Por
Claro, y tienes mayor tienes mayor distancia de desplazamiento y en nada, pues tienes los estímulos de la compra. Y no cocinas y vas fuera y necesitas el desahogarte, el sofonizarte, hacer cosas.
Estoy muy estresado, voy a comprar.
Sí, y y muchas veces caemos en en meter dentro de ese ritmo de comprar tal como el momento de relaciones sociales rollo. Igual que te compras algo en Amazon con el móvil en el metro, le das más a alguien en en Tinder o lo que, ¿sabes lo que te quiero decir? Como que al final se crea como una especie de círculo un poco consumista, ¿no? A la hora de relacionarnos afectivamente.
Sí, y que los agujeros o espacios o pausas que serían, pongamos, casos de desplazamiento o de esperas, también hay una actividad productiva y y y de compra que sería ese match, macho, like, etcétera. Eso también eso no vemos, pero también hay un movimiento económico porque estás recibiendo publicidad, o sea, hay unos ingresos, no no está parando en ningún momento la rueda. Totalmente.
Muchas veces, vamos a seguir un poco con esta cosa de jugar a los signos, de quitarle la escalera y ver qué pasa y tal, en tus relatos parece que te ríes un poco de las desgracias de tus personajes, ¿no? Como ahí hay una pizquita quizá de de maldad, por así decirlo. Y en uno de los cuentos, que es que esta parte me hizo mucha gracia, es un el cuento en el que se narra como desde la perspectiva de las cenizas, dices esto. A mí un día me echaron por un acantilado esperando a que me esparciera por el mar. El viento paró y me enganché en la procesión de un pino que en el pie tenía pañuelos meados y latas de cerveza oxidadas.
La muerta fue un desecho más en un parque natural mal protegido. Puede ser la escritura una forma de despojar a la realidad como de su
solemnidad, ¿no? Sí, igual de los tópicos literarios de la naturaleza buena, ¿no? Estos los tópicos renacentistas, el Beatus y le y todo lo precioso y bucólico. Claro, o sea, y al menos la escritura que me gusta a mí es mostrar mostrar las pequeñas cutadas de la vida desde un lado, no sé si divertido, pero sí irónico y rompiendo esa imagen de preciosismo.
En este sentido te consideras una escritora como antiintensita, por así decirlo.
Sí, es que soy de origen manchego, creo que va. Eso, el otro día me decían en un club de lectura, que decían, es que una chica que no, que era era austriaca y era su primer libro en español que se leía era Anotar con Llamas, que era como, pues, no has empezado fuerte. Y me decía, y no estaba segura, me decía, es que es una escritura seca, pero me gusta, dicen, seca no es la palabra, digo, sí, sí, seca es la palabra. Te digo, sí, o sea, por algo familiar vengo de tierra totalmente árida, tierra roja que se desquebraja.
Y a mí me mola mucho también por lo que has dicho, Ande, ya que tengo que escribir, voy a pasármelo bien y voy a jugar, porque, con nosotros que también como que intentamos escribir, muchas veces a mí me pasa que llego al ordenador como diciendo, uf, es que esto tiene que ser algo muy serio, porque tengo una hora para dedicar a esto y no me puedo poner a jugar ni a Entonces, me parece también una propuesta como muy muy divertida, tanto a la hora de escribir como a la radio. O sea, yo me leía y era como, ay, qué bien me lo estoy pasando.
Sí, pero además también como yo sentía un poco que también me estaba riendo un poco de mí misma. Siempre como, no sé, reírte también de esa parte que al fin que te angustia y estás como harta, tal, pues desahoga mucho. Es un alivio, la verdad.
Vale, pues ahora sigo yo. Bueno, todo tu libro está atravesado por las marcas. Por ejemplo, cuando dices sus ojos son del color de Loud, de Vimeo, American Express, que realmente las marcas hacen las veces un poco de imaginario vital, incluso generacional, y hasta que no te leí, pues, como que no había caído en esto. Yo soy de Vallecas, soy de entrevías, y y bueno, toda la vida ha sido y sigue siendo un barrio obrero, y creo que solo tienes que irte a este o a cualquier otro barrio obrero de provincia para reconocer muchos de los espacios de los que hablas en tu en tu libro. Por ejemplo, los supermercados locales, donde las cajeras y los cajeros están totalmente sobrepasados, los bares o las casas se apuestas.
Creo que, en especial, además, este espacio del bar es como el punto de encuentro entre cualquier perfil afectado por la desigualdad económica y social, ¿no? Y esto aparece de maravilla en tu relato, las tres primas, esta lleno de flores y de capullos, que creo
que es mi favorito.
Y me parece también como muy guay el título, porque es como bajar a echar un vistazo a los infiernos, pero luego elevar esos personajes que están condenados a algo que es como tan delicado y tan bucólico como una flor. Entonces, quería preguntarte que por qué te has interesado especialmente en estos perfiles y en concreto en los femeninos, y si ha sido una narrativa o ambos?
Primero, yo no no tengo una escritura nada planificada. Entonces, lo que voy viendo o tomando notas, sí que mucha presencia de bares me parece, pues, sociológicamente retrata España, de dónde está situado el bar y también la gente que se concreta se congrega ahí. Y la el apartado de una mujer dentro de un bar chungo es o forma para ir trabajando o Sora no va a estar o cómo es. Entonces, me hace mucha gracia y es lo que dices muy próximo. El barrio de mis abuelos podría estar en Madrid, podría estar en Sevilla y ese es el grueso, o sea, ese es el grueso de España, si decimos bueno cuando hay cuando hay elecciones, vale, o sea, cómo son esos barrios, cómo son esas vidas, entonces me parece bastante más interesante que hacer personajes estupendísimos y fantásticos y creativos que eso pues igual es mi entorno con sus desgracias, que sigue desgracias, que si que hay alguno en el libro, pero me parece que tienen más sustrato narrativo todas aquellas espacios intermedios que existen como eliminales o los que están al margen del margen, que no son marginales, pero, pues, tiene unas vidas anodinas, pero en esa nodino me parece que hay muchísima gracia.
Además, España creo que es uno de los países de la Unión Europea con más bares. Sí. Sí, o sea, eso es una cosa brutal. Entonces, me gustó mucho como que te centraras ahí, porque realmente es como lo que se ve todos los días y de lo que no vamos a hablar.
Que sí que se habla mucho, o sea, hay bastante literatura de bares, pero digo, si sirve para defender la el bar frente a la cafetería tan que es súper estándar de de azulejos.
Sí, sí, sí.
Pues me me parece que tiene bastante más pecado eso que, bueno, en los bares hay algunas dinámicas muy chungas, pero bueno, también me parece que es más
sincero. Y aparte del foco en los bares del que estamos hablando, también hay un momento, hay dos momentos en esta colección en la en los que defiendes las gasolineras, ¿no? Hay una mujer que trabaja de cajera a una gasolinera y, en otro momento, otro personaje dice, la literatura no ha prestado la debida atención a las estaciones de servicios, ¿no? ¿De dónde viene esta atracción por las gasolineras? ¿Qué tienen las gasolineras que nos hablen de la vida o de la sociedad?
Mira, me parece fascinante porque tú seas de una clase social u otra, tienes que pasar por la gasolinera, y esa es la gasolinera que hay, no puedes elegir. O sea, eres cautivo, hay algo que no se iguala, ¿no? La muerte y la dependencia del de los combustibles fósiles. Viva. Hay hay eléctricos, pero digamos que no pueden ir muy lejos y por las ciudades y también tienen que parar en las estaciones estas.
Entonces, en las gasolineras encuentras un conglomerado social impresionante, y me parece muy interesante ver cómo, pues, cómo han ido evolucionando, porque lo que era la gasolinera de, pues, una gasolinera chunga con su bar, sí, de, o sea, pegajoso, algunos se han adaptado y ahora tienen hamburguesa vegetariana. Entonces me parece súper curioso como hay cosas que pasan por ahí también, cómo se quedan a medias, cómo este intento de modernidad cuando las reforman, pero la reforma es cutre, entonces casi que es peor porque sigue estando en las navajas, pero ahora también hay aguacate. Me parece fascinante cómo se dan se chocan décadas y generaciones ahí y y todos, pero todos necesitamos, ¿mear? O sea, ir al baño, poner a gasolina y tomar un café para seguir conduciendo. Entonces, me parece fascinante, aparece que conduzco mucho.
Sí, sí, sí. Pero me gusta mucho, si estoy conduciendo sola, el paladar a gasolinera y ir pensando después en lo que he visto ahí. He encontrado auténticas maravillas.
Yo también, cuando leíaste en La gasolinera, me gustó mucho también porque yo me acuerdo que cuando empecé a leer a comprarme mis primeros libros fue porque cuando íbamos de vacaciones y parábamos en una estación de servicio, había como los los típica ruedas Sí, de los libros. Y yo como que que no lo sabía, pero tengo superrelacionado como mi inicio de la literatura con las gasolineras.
Había libros en vez de, o sea, yo recuerdo CDs, dibujos de camelas. Sí,
pero como los típicos de MSSL, sino en todas, en las más grandes. Pero es que yo me acuerdo como de de mi madre decirme, no, no, ahora en la gasolinera te coges el que quieras para el verano.
Sí, con el líquido de verano. Sí, sí, sí. Ya ves. Bueno, pues
ahora vamos a hablar un poco sobre la literatura compartida, ¿vale? También nos interesa mucho preguntarte esto acerca como de la colectividad de la literatura o el alcance que esta puede tener para ser compartida. Hemos oído un montón de veces que la escritura es como un acto muy solitario, pero nosotras pensamos que la literatura no tiene por qué ser un acto solitario. El otro día estuve escuchando una charla por el día de las escritoras y y citaban a Gaite, que hablaba de la literatura como un acto de interlocución entre el lector común, la crítica y el autor. Creo que además esto como que aterriza mucho lo que lo que es la literatura, ¿no?
Porque deja de ser como una cosa sagrada, elevada, inalcanzable para empezar a generar conversación, que es un poco lo que nos interesa de esto. Entonces, te queremos preguntar, ¿tú piensas que hay cabida en la literatura para la colectividad, tanto en el acto de escribir como en el acto de leer?
Sí, totalmente. Hice hace un año, creo, organicé una mesa redonda sobre podcast de literatura en Valencia, la escucho por ahí. Y era eso y al final, sí, fue súper bonito y y y cerré bastante emocionada y dije, jolín, muchísimas gracias por venir, porque tanto escribir como leer en casa es un un punto solitario, pero luego cuando lo empiezas a compartir es como si todas las soledades estuvieran juntas y se crea, pues, una calidez brutal y, de hecho, cuántas veces en los clubes de lectura trasgrede de lo vulgarmente literario a la experiencia personal. Entonces, no sé, es una, pues, una necesidad de lo que decíais de la del lo de la mano, el trase la espalda. De una forma, es una mano que te hace parar y y nada de reflexionar desde tu vida desde un ángulo porque hoy estás poniendo en comparación.
Y esto, joder, pros, pros, pros, me gusta mucho las reflexiones que hace prous dentro de ese magmotreto de En busca del tiempo perdido, que es que la literatura nos lleva a unos paisajes que no podríamos conocer, que son más extraños que que pisar la luna. Entonces eso pasa, primero te lleva a la te aleja a la experiencia narrada en un sitio que no es el tuyo y luego lo comparas con tu vida y ves a las personas comparándolo como también les ha pasado, entonces creo que ese de, hostia soy yo total aunque esto esté sucediendo en, no sé, en la tundra y yo esté en el Mediterráneo, te te acerca y justo pues lo que decimos, velocidad, soledad, epidemia de soledad, todos esos encuentros literarios y saber que está ahí, que tu historia está contrada forma, joder, eso es muy, muy colectivo. Y una más, que es la narración, porque hablaremos la literatura esto como un acto, pero la narración, primer tipología textual que existe, primer acto que nos hace humanos es cuando un individuo se da cuenta que no está solo en el mundo y le ha pasado una anécdota. La narración es individuo en un medio social contando anécdota.
Lo más super simple. Entonces, como uno va a ser social algo que emana nada de eso. Totalmente.
Y en este sentido, nos el otro día estuvimos pensando Eri y yo en los clubs de lectura a los que hemos ido, y es verdad, no sé si a lo mejor es tu experiencia, pero siempre han sido como mayoritariamente mujeres las participantes, ¿no? Total. Entonces, nos dio por pensar por esto y también por esa pulsión como de salir de la individualidad que tiene como también un potencial político importante, ¿no? En el momento en el que conectas con otra persona en este sentido. ¿Crees que se podría decir que una manera feminista, por así decirlo, de vivir la literatura sería esta, como una manera colectiva?
Sí, y me parece muy curioso eso, que sea casi siempre mujeres, porque luego en los talleres de escritura está más igualado o hay bastantes más hombres y dices, ostras, sí en lo que es producir, pero no en lo que es recibir. Entonces, parece algo a analizar muy importante. O sea, si en lo de aquí voy a poner mi nombre estoy haciendo mi gran obra. Sí. Y no, yo en las clases que doy es de, o sea, lo estoy hablando de ostras, son hombres, sobre todo, porque más tengo, siendo una casa de la universidad, hombres y mayorcitos.
Y a mí cuando doy asisto a un club de lectura, son casi todo mujeres y los hombres, club de lectura, son casi todo mujeres, y los hombres, si hay cuatro, igual tres son gays o b o etcétera, etcétera. No hay, o sea, el cis no abunda.
Ya. Además, el otro día, en la charla esta que que te comentaba, decían que que Ferlosio, por ejemplo, cuando publicaba algo, no quería saber absolutamente nada de la opinión de nadie. No era como como un acto que él
entendía que era suyo, que era valioso en sí mismo,
por el por el tiempo que él suyo, que era valioso en
sí mismo por el por el tiempo
que él había dedicado y que eso no iba más
allá, ¿no?
Que no se podía generar conversación. Entonces, José, que creo que eso también es algo como muy
muy femenino o muy feminista, el el acto de querer compartir
lo que estás haciendo tú. Ajá. Y transformarte,
haciendo tú. Y de transformarte, o sea, de recibir el, ¿no? El otro discurso De
hablar, ¿no? De compartir.
A mí me aportan mucho los los clubs de lectura, más bien las presentaciones, y cada cual da su opinión es agotador. De hecho, estas anginas son de eso, pero, vale, aporta muchísimo y se ven esas perspectivas y, sobre todo, porque igual el lector a lectura que esperabas, pues te encuentras otras personas muy distintas.
Totalmente. Totalmente. Vale, pues vamos a seguir un poco con esta tono más político y vamos a recuperar la precariedad que abunda mucho en tus relatos, ¿no? Que está ahí presente porque tienes tus personajes son como muchas veces incapaces de tener el control de su propia vida, ¿no? Entonces, queríamos preguntarte un poco como qué hacemos con toda esta rabia, ¿no?
Que surge ante esa frustración de tengo mis sueños y mis ideas de futuro, pero me mis ideas de futuro, pero en el contexto, pues, se me pone un poco difícil, ¿no? Y queríamos también preguntarte que cuál es el papel de la escritora en este contexto, ¿no? De precariedad y de autismo, violencia, ¿no?
En el último club de lectura, que fue en Alicante, la población era considerablemente mayor y de una clase bastante cómoda, pues fue en tu vida por la ropa, y decía de, bueno, es que los jóvenes os quejáis mucho, estáis muy enfadadas, etcétera, etcétera, etcétera. Y, bueno, al día siguiente, cogió el periódico y nos quedó en el país semanal y decía de de que no algo que hablaba de cómo no se estaban las mujeres antes no expresaban su rabia. Entonces, vale, es que la rabia ha estado ahí, pero lo que pasa es que no se ha hablado, se hablaba de ella. Entonces, la literatura, como nosotros tantos temas, puede contar que eso está pasando.
O sea, tú consideras que es como tu lo que te hace escribir, por así decirlo, aparte de lo del juego que habíamos dicho antes, sientes como una
Sí, sí, entre una venganza, y eso también es Daniel, ¿no? Que decía, escribo para vengar mi raza, así directamente, entre una venganza pero tipo, no te enfadas y empiezas a pegar pimientazos en el aire o algo así. Y sí, la muchas veces la situación que me incomoda me ayuda a escribir.
Vale. Y ahora, ya para ir acabando, vamos a hablar de otra cosa que entre nosotras hemos hablado mucho y que está presente siempre en nuestra vida, que es de la anécdota, así como en mayúsculas, que también tiene mucho que ver con la noche y también tiene mucho que ver con la sensación de llegar tarde. Porque yo, por ejemplo, tengo la sensación de que la veintena es o llegas tarde a todo o llegas demasiado pronto, ¿no? Y entonces, el otro día justo estuvimos hablando como de de esta sensación y de como tener la necesidad de que en la veintena tienes que crear un montón de anécdotas y que al final acabas muchas veces haciendo cosas más por la anécdota que por el momento de vivirlas, por el hecho de seguir contándolas. Hay una cita de uno de tus relatos que nos encanta que dices, hay dos verdades respecto al tiempo, que nada que valga la pena dura menos de cincuenta minutos y que nunca estamos cuando la otra persona llega.
Repartidor de el repartidor de Amazon, perdón, la notificación de Hacienda o el amor. Entonces, aquí queríamos preguntarte. Bueno, también eso muy en relación con otro de mi relato favorito, que es el fin de semana es una espiral de color nuevo, que cuando leí a Paula era como, Paula,
hazle esto, somos nosotras. Entonces, el que sí que saca la clase creativa, por así decirlo, precarizada. Y era
como, ¿me está vigilando esta persona? Entonces, bueno, ¿qué piensas de esto, no? ¿Y qué significa para ti madurar?
Uf, mira, mira, no, mira, te puedo nombrar así. Te lo puedo decir, madurar es cuando en uno de los relatos empiezan a hablar de las oposiciones,
del trabajo.
Eso es madurar. Y de alguna forma, pero esto no no se ha dado cuenta nadie, pero en mi mente sí y y estaba claro, hay un relato que contesta al relato del fin de semana, es una espiral de color neutro, que es la profesora. Cuando hay ese salto y ya son los pequeños alcoholismo, ya no es el beber de salir de fiesta, entonces en mi cabeza suena espectacular hacer ese enlace así, entonces pues tiene mucho de cuando ya no sé como un aterrizaje de sí lo que parecía que iba a funcionar que no es ni bueno ni malo, pero, pues, cambiar de rumbo.
Qué dolor. Ya. En algún momento nos chocaremos.
Es como que se empieza hablando empiezas como hablando del precio del alquiler, ¿no? Y poco a poco ya en plan de, bueno, estoy depositando.
Eso que parecía tan tan aburrido, como te dije. Lo estoy depositando y y, este, a mí me mueve, es el motor, igual quiere lo de la rabia, y me mueve haber trabajado en empresa privada. O sea, con no volver a empresa privada, vamos, eso me tiene que salir bien el plan.
Claro que sí. Pues sí, para ir terminando ya, nos gustaría que nos hablases un poco de tus proyectos de futuro, pues que estás escribiendo, qué planes tienes. Y siguiendo con ese tema de las anécdotas de los fines de semana locos, de las cosas que se hacen solo por la anécdota, que nos que nos cuentes algo que hayas hecho tú solo por la anécdota, que puede ser real o falso. Sí,
vale. Que la adivinen la gente.
Oh, es libertad.
El hazlo por la anécdota surge si habéis visto Girls o tenéis la maravillosa serie, ahí la protagonista quiere ser escritora y hacer el muy hacerlo por anécdota, hacerlo por la anécdota. Y esto me sirve, o sea, aparece un, o sea, hay buen fragmento de un capítulo que versa sobre eso. Y esto me enlaza para hablar de próximos proyectos, que es un ensayo sobre la ficción y la realidad y la monetización de las lágrimas, que mencionó, de hecho, esto de Elena Durham ahí. Ese es uno de los próximos proyectos, está en proceso de edición.
Qué bueno.
Y luego cuentos, porque porque eso es para lo que tengo tiempo, por desgracia. Cuando después de trabajar y estudiar, si aún tengo ganas de escribir, lo que puedo escribir son cuentos porque veo el final, que es. Claro, ya. Y tienes este premio, o sea, este chute de dopamina de he concluido una cosa. Ya está.
Ale, algo menos. Totalmente. Y una cosa verdadera y una cosa falsa, como anécdota.
O sea, puedes contar una anécdota que te la posibilitar ahora mismo o puede ser una anécdota
que te da una
cosa, ¿no? Una de verdad y otra una. Una de verdad y otra de mentira, pero no decir cuál es la verdadera y cuál es la de mentira. Vale, como quieras.
Una época de mi vida, soy mayor que vosotras, ¿no? Que me apunté al paro para poder estudiar cocina gratis gracias a los fondos europeos. También por, o sea, me me interesaba mucho esto, pero me interesaba muchísimo él, poder trabajar en sitios que que molaban y y viajar, etcétera. Entonces, descubrí que una de estas cosas es viajar en un barco y trabajar ahí. Entonces, llegué a trabajar en algún barco como cocinera el grado más bajo de cocina posible.
Qué bueno,
Qué bueno eso. Ya para relato,
Porque siendo relatos de ella, la cocinera en un barco, ¿sabes?
Pero luego luego esto sí que es real de de escritura, o sea, es falso en verdad. Sí. Con Eva Baltasar en uno de los libros, creo que es Bulder, la protagonista. Es una feliz cocinera en un barco carguero, todo con hombres, y se enamoran y la arrastran a una ciudad del norte, no sé, fidedílica, hijos rubios, con su mujer tienen un niño o dos, no sé cuántos, y de repente, pues, le parece peor la realidad esta prueba
del país
y una una cocinera, una cocinera de barcos.
Yo vi.
No, mi amor era tan guay como lo de ella. Súper. Bueno, de manera más seguro.
Bueno, pues nada.
Pues muchísimas gracias, Lidia, por esta conversación tan interesante y gracias también a gente que nos está escuchando. Y aprovechamos para recordar que os venir a nuestro club de lectura, que es muy y muy gratuito. Muy gratuito.
Y nada. Y mil gracias también a la librería Perdomo y a Pablo por cedernos el espacio.
Pues muchísimas gracias por invitarme.