Lo tierno y lo monstruoso con Elaine Vilar Madruga

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Entrevistamos a Elaine Vilar Madruga sobre su novela El cielo de la selva. ¿Qué defiende Elaine con su escritura?, ¿cómo se relacionan lo tierno y lo monstruoso?, ¿cómo poner fin a la adultocracia? Elaine nos responde con la fuerza del machete a la selva.  

La Elocuente nace de la curiosidad sobre la creación artística. En cada capítulo, partimos de una misma pregunta y compartimos nuestra investigación sobre los hallazgos y misterios del proceso creativo. ¿Por qué creamos?, ¿cómo sueñan los artistas?, ¿cómo se crea en una ciudad que nunca para?, son algunos de los puntos de partida de estos ensayos en los que el pensamiento, la narración y los paisajes sonoros se entrelazan con referencias culturales y voces de nuestra vida cotidiana. 

Publicado: 16 noviembre 2023

Transcripción


Hola a todas. Bienvenidas al podcast de La Alocuente, el espacio donde comentamos los libros que iremos en nuestro club de lectura. Yo soy Paula y esta vez me acompaña Mercedes Duque, escritora y colaboradora de La Alocuente, y en el episodio de hoy vamos a comentar El cielo de la selva y para para ello tenemos la suerte de contar con la presencia de su autora, Elaine Aguilar Madruga. Bienvenidas a las dos y muchas gracias por estar aquí.

Muchísimas gracias, estoy muy feliz.

Igualmente.

Y muchas gracias también a Patricia y Leo que nos

han

dejado grabar en la librería Los Pequeños Seres, que estamos grabando aquí en un espacio muy especial que es un gustazo, la verdad. Y bueno, antes de comenzar vamos a contextualizar un poquito. El cielo de la selva es una novela que acaba de publicar recientemente la editorial independiente Lava. Su anterior la anterior novela de Laine es La tiranía de las moscas, que fue editada por Cristina Morales en la editorial Barrett en el año dos mil veintiuno. Este último título es el que ha provocado que el nombre de Laine resuene más allá de su Cuba natal, ¿no?

Podríamos decir. Sin embargo, Laine no es una recién llegada al panorama literario. Tiene más de treinta horas publicadas en diferentes géneros narrativa, poesía y drama Su estilo literario se caracteriza por ser salvaje e irreverente, tanto en el contenido como en la forma de sus escritos. Tiene una voz narrativa que te arrolla y te aleja de la indiferencia. Leer a Elaine te remueve la mente, las emociones y el cuerpo.

Por eso estamos muy emocionadas de poder charlar contigo un ratito Elaine. También me acompaña Mercedes Duque, que es escritora, como he dicho antes. Acaba de publicar un libro de relatos titulado Los días breves en la editorial Vermu y colabora con la elocuente en la sección Sin código postal. En esta sección Mercedes escribe cartas a las autoras que la influyen o motivan sus pensamientos. Son cartas que realmente no esperan respuesta muchas veces, aunque en el en el caso de la carta que le escribió Alainhe sí que la obtuvo.

Y bueno, pues cuéntanos, Mercedes, un poco que hablasteis en esta correspondencia. Así para empezar.

Vale. Bueno, yo también quiero agradecer a la librería Los Pequeños Seres, supuesto, a Elaine por estar aquí, y a Paula y a la elocuente por por tener este tipo de espacios, ¿no? En los que podemos conversar de de estos temas, ¿no? Bueno, en la carta que yo te escribí, Elaine, yo creo como muchas otras lectoras, me acerqué a El cielo de la selva y me fui abriendo camino a lo largo del libro, pues, como tú dices, ¿no? A machetazos y a dentadas, que es un poco también cómo nos movemos las las mujeres en el mundo, en el día a día.

Entonces, eso me ha hecho pensar que el terror, la fantasía, en cierta manera también sirven para comentar, para hablar sobre las violencias cotidianas que sufrimos las mujeres, ¿no? Entonces, bueno, en una parte de la respuesta que me enviaste en Instagram a a la carta que yo que yo escribí para elocuente, dices lo siguiente, ¿no? El miedo siempre ha estado en mi ADN desde niña, el mirar por encima de los hombros, el hecho de elegir la esquina más incómoda de transporte público para intentar que nadie me tocara, el temor a la oscuridad de las avenidas y a la sonrisa de los hombres extraños. Mi único consuelo ha sido que casi siempre he podido encontrar a otra mujer cerca que me ha ayudado. Me ha acompañado y ha velado por mi cuerpo como si fuera el suyo.

Mi abuela siempre recordó, si tienes miedo camina cerca de otra mujer. Yo te quería preguntar qué valor le das tú al terror, en especial aquel escrito por mujeres? Y si tú también lo utilizas como una herramienta para hablar de algo más, ¿no? Y que de de qué hablas a través del terror.

Yo creo que los libros y el género de terror dentro de los libros es un testimonio del tiempo que nos ha tocado vivir en la tierra. Y lo digo así, porque los tiempos que nos han tocado son como aquella famosa maldición, que no sé si realmente es China o es árabe, pero que dice, te deseo que vivas tiempos interesantes. Y estos tiempos interesantes que nos han tocado vivir están atravesados por un montón de historias que son, yo creo que las más terroríficas, algunas de las más terroríficas que le ha tocado vivir a los seres humanos en nuestro brevísimo paso por la tierra y a las mujeres especialmente. Yo cuento mis historias y cuento las historias de los libros de terror, pero no solo eso, sino de todos mis libros. Trato de atravesarlas antes por el filtro de mi cuerpo y por las historias que tienen que ver bien con mis ancestras o bien con las historias que me ha tocado a mí también experimentar.

Con ese trazo voy un poco como que forjando las historias y siento que también está enraizado con una tradición que no es joven para nada, aunque aunque sea querido vender así, de historias escritas por mujeres que a lo largo, yo creo que casi más de un siglo, hemos estado contando nuestros lugares en el mundo. Los terrores y los temores

de nuestros cuerpos, aunque

muchas veces estos terrores y temores, pues, nuestros cuerpos, aunque muchas veces estos terrores y temores puedan estar atravesados por un filtro de lo sobrenatural, yo creo que lo más valioso de estas obras específicamente que están contando aquello que nos atraviesa a nosotros como seres humanos, a cuerpos feminizados, cuerpos feminizados en espacios como seres humanos, a cuerpos feminizados, cuerpos feminizados en espacios colonizados, cuerpos racializados, todo el el drama y el trauma generacional que nos han transmitido nuestras ancestras y que de alguna forma yo creo que debería ser interés de nosotras curar y cuidar para no transmitir a las generaciones posteriores. Y en todo eso, aunque la literatura siempre digo que no es ni pedagogía, ni es psicología, ni es psicoanálisis, es también un poco la mezcla de esas cosas, ¿no? O nos puede ayudar a nosotras como lectoras y a nosotras como escritoras a tratar de sanar, de curar y de sentarnos en un espacio donde pongamos sobre la mesa esos temas, donde ya no lo ocultemos más bajo los manteles, donde no digamos esos temas no existen o donde nos conformemos con la aparente e impoluta limpieza de nuestras abuelas, que no contaban las historias, se las tragaban, ¿no?

Esas mordazas que estamos acostumbradas a que existan sobre nuestros cuerpos, sobre nuestras bocas y sobre nuestras identidades y que ahora mismo nos estamos arrancando a hundir.

Hablando de de esa limpieza, ¿no? De nuestras ancestras, nuestras abuelas, y cómo no solo se callaban las historias, sino que también tenían que, pertenecían a un a un canon, ¿no? Del de lo que debe ser la mujer, pues pulcra, ¿no? Como tú has dicho, y la mujer ideal, perfecta, según la las reglas sociales. Te quería preguntar, porque en el cielo de la selva tienes varios personajes femeninos que evidentemente rompen con este canon y además, por ejemplo, tenemos a Romina, ¿no?

Que que es la puta, que, o sea, que no no hace falta ni que explique por qué una prostituta es no corresponde al canon de la de la mujer establecido. Luego, también Santa, que es de todo menos santa, ¿no? Tiene, ella es la que pare, pero no tiene ningún instinto de maternar ni de los cuidados en absoluto. Tenemos Efigenia, que me encanta ahí porque tiene esta filia anormal, entre comillas, ¿no? Sexual, y te quería preguntar si, de qué manera tú construyes estos personajes y y cómo rompen con el canon de lo establecido de de sí, de lo que debe ser una mujer, ¿no?

Eso es un canon del silencio que que es cómodo para la sociedad aeropatriarcal en la que vivimos, pero no es cómodo para nuestros cuerpos, porque ni nuestros cuerpos, ni nuestras voces, ni nuestras identidades caben realmente en ese en ese molde. Y lo que hemos intentado durante mucho tiempo, yo diría durante siglos, es cortarnos pedazos de nosotras para encajar dentro de un molde que es imposible, porque no no no es un molde que sea construido según nuestras necesidades y según nuestros deseos. Entonces, yo creo que lo lo más importante y en esto está, yo creo que el testimonio del testamento de la literatura, es decir, que esos moldes no existen, que esos moldes perfectos no existen y que vamos a construir los moldes a nuestra imagen y semejanza. Ves fea, ya no nos vamos a conformar ni con la literatura que ustedes quieren que nosotros hagamos, la que es el canon conveniente para ustedes, ni vamos a encajar en la sociedad de la forma que ustedes quieren que nosotros encajemos. Nosotros vamos a hacer nuestra sociedad, nuestra imagen y semejanza, y vamos a hacer nuestra literatura como queremos hacerla.

Y tenemos el interés de que nos escuchen otras mujeres, y que otras mujeres digan, bueno, esto es también parte de mi testimonio. Y yo como lectora colaboro con este testimonio. Entonces, para mí es es importante, pues, dar voz a esos personajes que que muchas veces yo decía antes, bueno, son los personajes eliminales, son los personajes marginales. ¿Por qué marginales? O sea, ¿Por qué eliminales?

¿Por qué vamos le hemos puesto esa etiqueta? ¿Por qué consideramos al margen? Y y estas preguntas creo que son más importantes que las respuestas que puedo darte, Mercedes. O sea, ¿Por qué hemos considerado que son personajes al margen las putas, las locas, las enfermas, las que no desean ser madres, las no madres, las mujeres sin amor. O sea, ¿por qué consideramos que son personajes fuera del canon, fuera del margen?

¿Por qué consideramos que son outsiders? Si nos ponemos a ver y forman una parte importantísima de todo lo que es nuestra sociedad y lo que es la literatura, que es también una sociedad en micro, una sociedad literaria. Entonces, en ese sentido, mira, me interesa que esos personajes existan, me interesa que esos personajes escuchen, me interesa que esos personajes rugan, ¿no? Y y que también den una imagen diferente, porque los y es diferente en tanto, lo construimos en nuestro cuerpo y en nuestras voces, de lo que es ser una mujer. No necesariamente una mujer tiene que ser santa, no necesariamente una mujer tiene que ser pura, no necesariamente una mujer tiene que ser madre, no necesariamente una mujer tiene que cumplir con todos esos cánones del cómodo, al cual nos dijeron que era nuestra única forma de ser y estar en el espacio, y nos lo creímos, los creímos durante mucho tiempo esas mentiras, y y quienes no creyeron fueron las y fueron las malas, y fueron las putas, y fueron las venenosas, y fueron las locas, y fueron las histerectomizadas y fueron las que catalogamos como enfermas y como histéricas y las pusimos en los moldes de de las periferias porque no era cómoda tenerlas en el centro.

Pues bueno, todo eso ahora se está rompiendo. Yo creo que es una revolución lo que está sucediendo.

A mí me me encanta leer ese tipo de personajes porque creo que despiertan también, obviamente, pues, por ejemplo, Santa no es todo maldad, pero tiene una gran parte de maldad y, sin embargo, la mayoría de las mujeres de la literatura son, pues, o malísimas o buenísimas, ¿no? Songos o literalmente la santa o la bruja, ¿no? Aquellas que han sido definidas en en gran parte, ¿no? Por la literatura masculina. Y leer este tipo de personajes que no son ni buenas ni malas, la vieja y Figenia, son tan reales que dices tú, yo ahora mismo me puedo, como lectora, ya no como escritora ni, como la historia como mujer, puedo ver que puedo hacer varias cosas a la vez, ¿no?

No tengo por qué ser puramente buena o puramente mala, esos aspectos que yo tengo de maldad también son válidos, ¿no? Y yo creo que estos personajes son muy importantes por el reconocimiento, ¿no? De repente es como todo este mundo se abre ante nosotras y no tenemos que ser ni una cosa ni la otra, podemos ser varias cosas a la vez, ¿no? Por fin. Claro, porque ya no nos estamos preocupando, creo yo, por construir tanto personajes como seres

humanos, preocupando, creo yo, por construir tanto personajes como seres humanos ficcionales. O sea, cuando antes era muy fácil, ¿no? O sea, antes este es el personaje bueno, blanco, puro, este es el personaje malo, oscuro, el haber no, o sea, ya no. Porque el ser humano no es polar, la humanidad no es polar, no somos negros o blancos, estamos en este mestizaje, en esta grisura hermosa, ¿no? Y podemos ver lo bello y lo feo contaminado en el mismo ser humano, esa contaminación.

Yo creo que es

muy interesante en lo literario, porque mientras más lo literario se acerca a lo que la vida es, más nos

va a lo literario, porque mientras más lo literario se acerca a lo que la vida es, más nos va a resonar a nosotros como ser humano. Mientras sus sistemas de ética sean más parecidos a los nuestros, que son sistemas de ética, como mismo es

la civilización, tan valientes, porque vivimos en una civilización tan valiente

con sistemas de ética, tan baleantes, porque vivimos en una civilización tan baleante con sistemas de ética tan baleantes, en un total estado de porque se va construyendo en tanto la sociedad, va cambiando, o o se va transformando, o la transformamos nosotros, pues yo creo que son espejos interesantes a los cuales uno se puede se puede mirar. Sobre todo los personajes femeninos, porque no sé, yo estoy muy acostumbrada como lectora a ver personajes masculinos grises, estoy pensando así, digo, bueno, a mí me en la universidad cuando estaba estudiando un teatro me decían, bueno, vamos a hablar de los antihéroes, ¿qué son los antihéroes? Son personajes grises. Le ponemos el título que querramos, pero son los antihéroes. Y estaba pensando en Maxwell.

Maxwell es un tirano,

es un asesino, es un personaje

trágico en sí mismo, pero a la vez es heroico. Asesino, es un personaje trágico en sí mismo, pero a la vez es heroico. Y el hecho de que al final enfrente la muerte con heroísmo, pues lo convierte, lo hace de nuevo ganar su condición de héroe. A las a las mujeres no se nos permitía eso. Las mujeres moríamos en lo agyecto, en la locura, la propia Lady Marvel, que también es una antiheroína.

¿Cómo termina Lady Marvel? Suicidándose, loca. O sea, ni siquiera se nos da, no se nos daba la posibilidad de luchar o de revelarnos o de dar un testamento y decir, aquí estoy, este es mi lugar, estas son mis últimas palabras. Ni siquiera se nos boca, en las obras trágicas. Entonces mira, el que ahora nosotros digamos, mira, no me tienes que dar la palabra, tú te la tomo.

La palabra es mía y la palabra la transformo yo y la palabra la hago yo con mi cuerpo en el mundo, pues vamos, nos toca, nos toca el turno de hacerlo. Por eso digo siempre que la literatura que se está escribiendo ahora en mujeres en todos lados del mundo, las autoras más conocidas pero también las que nos llegan a nosotros a veces, porque la literatura es así, siempre nos llega un por ciento pequeño de lo que en realidad está sucediendo en un estrato, ¿no? Todas esas voces conocidas y y no tan conocidas, pues, están haciendo revoluciones interesantes desde el punto de vista de la lengua y desde el punto de vista también creo que de lo social y de lo cultural y de nuestro de nuestro lugar biopolítico del mundo también.

Y en ese sentido, ¿crees que también se está exigiendo un cambio a la hora de leer los lectores? Porque creo que muchas veces este tipo de textos que cuestionan como un canon establecido no solo a nivel social sino literario requieren o implican una cierta incomodidad en el lector ¿no? O sea, no sé ahora mismo este tipo de, pues eso, esta escritura ahora tan contemporánea, tan de ahora, ¿qué es lo que se le está pidiendo al lector o qué es lo que tú le pides al lector a la hora de escribir?

La incomodidad es fabulosa. O sea, partamos desde ahí. La incomodidad significa que saliste de tu zona de confort. O sea, si si te quedas en esa zona de confort, te va a parecer bien o mal, pero vas a estar ahí en en esos polos y el mundo ya no es polar. El mundo ya no es polar en ningún sentido.

O sea, si si tú das un paso más adelante y sientes que algo de lo que está en ese texto, un personaje, una forma de utilizar el lenguaje, un tema te fricciona y tú dices, esto algo me impacta, me fricciona para bien o para mal, ya tú saliste de tu zona de confort. Y ya tú has cambiado como lector, ya has cambiado como lector. Yo creo que a los lectores también son son cambios que no solo se pueden percibir a nivel de las autoras o lo que estamos escribiendo nosotras, sino también de la manera en que los lectores y las lectoras reciben los textos. O sea, el el la literatura no es solo una labor nuestra como autora, es también del otro lado, se termina construyendo del otro lado. Por lo tanto, mientras nosotros cambiemos ellos también y ellas, los lectores y las lectoras van a cambiar también.

Y es un proceso de aprendizaje mutuo. O sea, mientras más obras de este corte, mientras más obras cercanas a estos temas pongamos en en libro,

escribamos, y las editoriales se arriesguen, y

los concursos se arriesguen a premiar también, pues, estaremos también cambiando una manera de estar en el mundo de los lectores y las lectoras, y por lo tanto, un proceso de recepción. Por eso te digo que es tan interesante este tiempo, es un tiempo realmente interesante, pero yo creo que están cambiando muchas cosas, los lectores empiezan a cuestionarse sus espacios en el mundo también y su capacidad de creación con respecto a la literatura. A mí me interesa, por ejemplo, muchísimo cuando llegan lectores masculinos a mí, a mi texto. Y dice, bueno, voy a voy a leer esta historia que es una historia sobre mujeres y sobre las opresiones que han sufrido estas mujeres. Y y de repente ve a a si eso logra, si esa lectura logra que alguien se dé cuenta de un estereotipo que ha repetido durante tiempo, si se dé cuenta, lo mínimo, o sea, la la pequeña brizna que un libro pueda provocar en cambiar o modificar un hábito, una forma de ser a través de la cultura, un rasgo antropológico que hemos heredado de nuestros ancestros y ancestras, mira, eso está cambiando algo.

Los cambios no se van a ver de un día a otro. Eso estoy segura porque en la historia de la humanidad los cambios ocurren muy a muy largo plazo, pero yo creo que son los primeros pasos y podemos también ver que hay lectores y lectoras muy ávidos de esta literatura. Algo nos está diciendo que está funcionando. ¿Cuál será el alcance? ¿A dónde llegaremos?

¿Cuál será el final de este? No sé, movimiento, hornada, ola, como querramos decirlo, eso no no podemos verlo porque no tenemos la ola mágica del futuro. Pero desde que de que está sucediendo algo a nivel de lectura y a nivel de sensaciones y de espíritu entre lectores, lectoras, autoras y autores, yo creo que sí, y eso es lo que más se le puede pedir este momento a la literatura.

Leía el otro día una cita en un libro de Cristina Rivera Garza, un ensayo que que, bueno, lo lo ha sacado ella hace unos años, y en el que ella decía que lo que le maravillaba de leer y lo que ella pensaba que era como, pues, el sentido de la lectura era que los libros te hacían menos indolente. Como que te conmovían en el sentido de que te te alejaban de la indiferencia y te sembraban, pues, eso al menos la capacidad de una duda, ¿no? En este sentido, lo monstruoso es una herramienta útil para alejar de la indolencia a los lectores. O sea, ¿se usa lo monstruoso en ese sentido? ¿O cómo lo usas tú?

No sé cómo lo usan el resto de las autoras. Para mí es una herramienta, primero que me cuestiono siempre, entre comillas lo monstruoso porque forma parte de esos patrones con los cuales yo no estoy del todo segura ni de todo convencida de qué es realmente lo monstruoso en la actualidad. Para mí eso es algo que se va moviendo con el tiempo. Porque, no sé, hace hace unos años, moviendo con el tiempo. Porque a, no sé, hace hace unos años a mí me habían dicho que era monstruoso una madre que que una mujer que no quería tener hijos.

A mí me parecía monstruoso realmente porque es lo que me habían enseñado. Y han tenido que pasar muchos tiempos, muchas lecturas, muchas construcciones personales para yo darme cuenta de que las cosas no son como me las vendieron. Entonces, ese monstruoso es como una una amalgama ahí que está entre comillas y que va cambiando y creo que también cambia de acuerdo al diapasón de cada uno de los lectores. Para mí lo monstruoso es una forma de salir de la zona de confort. Para mí es una forma de decirle al lector, mirá este libro, no sé si te guste o no sé si lo detestes, pero que te va a mover algo, te va a mover.

Tú terminarás tirando el libro contra la pared o lo terminarás amando, pero algo te va a mover. O sea, lo a mí me basta con que los lectores y las lectoras sientan que han salido de su lugar confortable o piensen, esto es algo que tal vez no me hubiera leído en en la vida, pero mira, me llegó ahora y me hizo pensar en determinado tema. Esto me cuestiona mi lugar político en el mundo. Esto cuestiona las generaciones de mi madre y de mis abuelas y por lo tanto de alguna forma me está hablando porque somos herederos de esas tradiciones. Las abuelas y nuestras madres están ahí.

Aunque no estuvieran físicamente, están en nuestros genes y están en nuestras formas de entender el mundo. Entonces, si mira, si la literatura tiene, pues, estos mecanismos y esta forma de presentarse a través de los libros y eso, puede ayudar, yo te digo, a que se mueva, a que se mueva esta rueda, se mueva esta ola, y que y que sea una ola, y que sea una rueda que nos saque de la zona del confort, pues, para mí es suficiente como como doctora. No no le pido más a la literatura, sería demasiado ambicioso pedirle algo más a la literatura y a los lectores sobre todo.

Hablando de personajes monstruosos, tenemos a Nanda que bueno, a mí me resulta un personaje muy interesante, aparte de lo monstruosa que es por el hecho de que no se sabe muy bien si es humana, si es perra, qué es. Ella se convierte en este monstruo precisamente, por el amor que ella siente, ¿no? Dentro de un la hacienda, ¿no? Que es un espacio en el que el amor está prohibido prácticamente, ¿no? El apego, los cuidados están prohibidos.

Esta este devenir en animal se convierte en un castigo que ella recibe por querer tanto a choclo, no es el ser que más el la la el que más quiere aparte, ella no quiere ser madre, ella quiere tener a este perrito con ella, ¿no? Y hay una parte también que, también hablando de incomodidad, esta persona incomoda mucho y una parte que que me encantó porque difumina los límites que tenemos entre lo animal y lo humano y, en cierta ocasión, pone por encima de lo al a lo animal por encima de lo humano, ¿no? Y dice esta frase que es, los hombres matan hombres pero los perros no matan perros, y eso los hace mejores como especie, más dignos más dignos perdón de un paraíso. Me gustaría que me hablaras un poquito de Aranda y de dónde sale este personaje que aporta, no sé, cuéntanos sobre ella.

Bueno, te cuento primero que que viene de mi familia en el sentido de que mi madre y mi esposo son profesionales de la salud mental. O O sea, toda mi vida lo que son los límites de la cordura y la locura son temas que han estado muy en la en la mesa de mi familia, vamos a decirlo así. Sobre todo porque muchas veces se piensan que los profesionales de la salud mental no son empáticos con el otro lado. Yo tengo la suerte de que mis dos familiares son muy empáticos con con ese tema. De hecho, mi esposo siempre dice que que los manicomios son lugares donde que se han inventado por los sanos, entre convivio y los sanos, para encarcelar aquello que no conocen o que no entienden.

Entonces, ahí volvemos a hablar de los límites, ¿no? ¿Dónde empieza la eliminar? ¿Dónde empieza la sanidad? ¿Dónde empieza la la cordura? ¿Dónde termina y dónde empieza la locura?

¿Qué es realidad la locura? Es lo que se escapa al molde de lo permitido, esos cuerpos que se han ido, que van más allá de la forma usual de estar en un espacio. ¿Por qué existen los manicomios a a día de hoy? ¿Por qué encerramos a un ser humano? ¿Lo drogamos, lo dopamos, lo maniatamos?

¿Le imponemos nuestro sistema de realidad o tratamos de imponérselo? O sea, ¿cómo lidiamos con la otra edad? Al final creo que es la la gran pregunta que que está sobre la mesa. Y bueno, mira, yo yo quería escribir escrito, de hecho, en varias ocasiones sobre el tema de la locura. Vuelvo entre comillas la frase, lo lo empleo acá, pero bueno, como estamos hablando en un podcast, digo las entre comillas para que entiendan el sentido que el político es lo que quiero decir.

Había escrito algunas cosas sobre el tema de la locura, pero creo que Ananda es el personaje que en realidad más entra, más verticalmente entra en ese tema, ¿no? Y yo quería trabajar primero un personaje que estuviera como ese camino a término medio entre lo la la animalidad y lo humano, que si nos ponemos a ver no es tan no es tan diferente al resto de los personajes de la novela, porque hay otras formas menos sutiles de la locura dentro del libro y y y y menos sutiles de la animalidad dentro del libro en otros personajes que en apariencia son muy cuerdos, que están muy sanos. De hecho, son los que encierran a Nanda dentro de ese cuartito donde ya está con la urna de su perro, donde están los huesitos del perrito. Y también me interesaba que Ananda hablara de una maternidad a otra. O sea, que no fuera la maternidad biológica esta donde nos dice, parirás a tu hijo con dolor y lo vas a amar hasta el fin de los días y te quitarás todo por ese hijo, no.

Ananda es es esta mujer que decide no tener hijos pero que materna a los animales y que de alguna forma tiene mucho que ver conmigo y sí, mucho con mi relación con con los animales, con esta maternidad que no es una maternidad sustituta de un hijo, sino que es una maternidad otra distinta, como bien dice Mer, donde el animal forma parte de tu cuerpo, de tu familia, de tus afectos. Entonces, en este en este universo donde las del cielo de la selva de mi novela, donde hay una suspensión sin duda de los sistemas de ética y una suspensión más allá incluso que de los sistemas de locura, cordura, a mí me interesaba mucho que Ananda fuera como un personaje en el medio de todo. Es un personaje que de momentos es muy cuerdo, es un es un personaje que si el lector, el lector empieza leyendo el libro y yo creo que pensará esta esta mujer está totalmente loca. Sea, esta es un un personaje que está más allá del bien y el mal. Este es el típico personaje de los manicomios que encierran en la última ala del del manicomio para que nadie la vea porque no puede contagiar al resto de las personas que están allá.

Este es el personaje que no tiene vuelta atrás. O sea, la que ha sido desahuciada por todo. Y que a medida que el texto vaya avanzando, el lector diga, jo, pero esta no está tan loca, esta mujer no está tan loca, esta mujer quizás es la única que ha conservado un rasgo de amor, de cordura, de ética dentro de este sistema. Y aquí lo que ha sucedido es que han encerrado la cuerda y los locos son los que están gobernando esta selva y este mundo. Y a veces a mí me parece un poco que que la vida es así.

O sea, que que quién diablos nos están gobernando en todos lados, ¿no? Si no son los locos, los psicópatas más grandes de la humanidad. Tú empiezas a haber bombardeos, asesinatos y genocidios en todos y y ves que la gran mayoría de los seres humanos que estamos encerrados dentro de nuestras pobrezas, dentro de nuestras imaginaciones, dentro de de los colonialismos que han impuesto a nuestros cuerpos, estamos en contra de esas matanzas, estamos en contra de esos genocidios, pero los grandes locos que son los que están gobernando todo, pues siguen tirando bombas y siguen matando y siguen haciendo todo y siguen ejecutando un mundo para nosotros en el cual no nos interesa ni queremos vivir. Entonces, yo creo que al final la selva es un poco también esa metáfora de de ese mundo manejado por esos estos personajes titiritescos anómalos. Yo creo que la humanidad en su esencia es buena, fíjate.

Y yo sí soy utópica, yo creo que la humanidad en su esencia es buena, solo que somos muy malos escogiendo quienes nos dirigen, quienes manejan las reglas de nuestras selvas y de nuestras haciendas, quiénes son aquellos que en realidad manejan y tienen el control de nuestras vidas, tienen el poder sobre las cosas. Entonces, al final me interesa sobre todo que que la literatura, pues, esté ahí para para decirlo eso, decir esas cosas. No sé si a través de una metáfora, porque probablemente a mí me gusta trabajar más con las metáforas, es mi forma de estar en este mundo que con, digamos, que con el tema frontal o o o que vaya así como un cuchillo penetrando en la mantequilla, ¿no? Me interesa más que que se construya una metáfora y que pueda servir incluso para otros temas. Pero en realidad lo que subyace en todo este en estos personajes o o en Ananda en específico, que es por las cuales me preguntabas Mer, es esa necesidad de que nos cuestionemos de qué lado de la verja estamos, ¿no?

Si la verja es la es la locura y no se para la frontera hacia uno de otro lado, ¿en dónde estamos? ¿Y por qué le tenemos tanto miedo a esa verja? ¿Por qué hemos colocado esa verja ahí? ¿Por qué le tenemos tanto miedo a cruzar hacia el otro lado? ¿Por qué pensamos que es tan terrible?

¿Y por qué creemos que estamos cuerdos? Yo creo que, repito, ese es más importante que en torno a una novela se creen preguntas que respuesta. Si una novela nos deja con una pregunta, nos deja con esa necesidad de saber algo más o de preguntarnos a nosotros mismos algo, pues ya está.

En ese sentido, Ananda también difumina un poco los límites entre lo monstruoso y lo tierno, ¿no? Porque eso, ya lo hemos hablado de que es un personaje que da miedo porque se comporta de manera, pues, como un perro y no vamos a entrar en detalles, pero hay veces que da como tiene esa faceta de monstruoso, pero también esa faceta de ternura por todo el amor que conlleva su su locura, por así decirlo entre comillas. Entonces, me interesa mucho esta introducción de la ternura dentro de lo monstruoso y no sé si crees que son dos conceptos contrarios pero que se complementan de alguna manera o si se potencian cuando van juntos de la mano o de qué manera introduces tú la ternura en tus narraciones?

Sabes que esto de la ternura me gusta muchísimo que hayas abordado el tema porque a veces me han dicho no, tu literatura es muy cruel, es cruel, no, digo que no lo sea. Hay hay mucho dolor condensado en tu literatura, pero yo creo que detrás de ese dolor y detrás de esa crueldad, detrás de esa aparente feldad de ternura está ahí presente. Sucede, estamos hablando hoy del cielo de la selva, pero creo que también sucede con con la tiranía de las moscas, que son es mi otro libro también conocido aquí en España. En el cielo de la selva, yo creo que ahí hay ternura en casi todos los personajes, en Ananda por su por su perrito o por lo que queda de su perrito dentro de la ánfora, pero también hay ternura entre la niña demasiado alta, Alina, cuando cuida a sus hermanitos menores, entre los niños que extrañan a Juan Quito, que ha sido asesinado, pero que todavía recuerdan a ese niño noble, entre la propia vieja que sabe de la monstruosidad de sus actos, pero de alguna manera intenta aliviarlo, no digo que sea la manera correcta de hacerlo, pero intenta aliviarlo de la única manera que le ha enseñado a hacerlo, que es mentirle a los niños.

No podemos abusar a a nadie de mentir a los niños porque hemos pasado nuestro sistema adultocéntrico de crianza o mintiendo a los niños. Esa es nuestra manera de de hacerles saber que los niños tienen un lugar en el mundo, por lo que me parece monstruosa también, pero es una forma, digamos, sutil, terriblemente sutil de ternura. O sea, decirle a los niños el mundo es otra cosa y luego bueno, ya caes en el mundo y caes sin sin paracaídas, sin herramienta ninguno y vamos, ahora prende, que es lo que toca. Y hay ternura en en diferentes personajes, incluso Santa, que es un personaje que en apariencias es muy monstruoso, siente ternura hasta por por Lázaro. Siento una ternura casi maternal hacia ese hombre, el cual ella desea.

Entonces, yo creo que la monstruosa y la ternura no son un polo opuesto. En apariencia, la estética y la ética nos ha dicho que sí. Pero pero no, yo creo que son son potenciadores, son mezclas. También estamos viendo literatura como muy mestizas y yo creo como que mi mi literatura lo es, sin duda, donde las cosas se mezclan, se confunden, se cruzan, donde la presencia de una no no indica que va a estar exenta de la otra. O sea, que uno que pueda aparecer dosificada, entremezclada, donde a veces no sabes dónde empieza la crueldad, dónde empieza la ternura, ese ese espacio intermedio, ese espacio que depende mucho de la sutileza del lector y de la lectora, de cómo lo leas, de cómo lo mires, de cómo tu experiencia socio y biopolítica marca tu lectura.

Porque a lo mejor un acto dentro del texto, tú lo puedes interpretar como un acto de crueldad, pero quizás Merr lo interprete como de otra manera. Entonces, me interesa mucho ver, porque la humanidad es tan rica, ¿no? Y nuestra experiencia como seres humanos es es tan rica, ver de qué manera esta gota de agua que puede ser un hecho, percute de manera diferente en unos y en otros. Eso es lo que hace que la literatura sea tan universal y que a tantos siglos nosotros seguíamos hablando de personajes como Lady Mazda, Eddie Mazda que lo mencionaba antes, pero incluso de de personajes mucho más antiguos y que nos sigamos preguntando cuáles son los motivos que subyacen detrás de los saltos de ellos y que todavía hoy estamos intentando entenderlos. Como mismo nos intentamos entender a nosotros, no nos alcanza la vida para entender este espacio pequeño y a la vez tan multidimensional que es el cerebro y el corazón humano.

Que si te pones a ver, es una parte pequeñita de nuestro cuerpo,

nuestro cuerpo es mucho más grande que eso.

Pero esos dos espacios individuales, mucho más grande que eso. Pero esos dos espacios individuales, esos dos espacios biopolíticos son realmente la punta de flecha de todo lo que nos interesa a nosotros como seres humanos entender en nuestro devenir en la tierra. Nos concentramos en ellos, en el arte, nos concentramos en ellos como lectores y tratamos de anatomizar, de diseccionar, de comprender los por qué, de comprender las preguntas detrás de esos por qué. Y todo eso me parece a mí que es es fascinante y ya esto lo digo ya es una posición desde lectora, ni siquiera lo digo como escritora, aunque también, por supuesto, no puedo desligar una experiencia de la otra. Pero como lectora, que yo todavía me sienta a preguntarme, incluso a preguntarme durante largas horas, ¿por qué un personaje cualquiera que se escribió hace dos, tres siglos atrás, hace un milenio atrás?

¿Por qué este personaje ha actuado así? ¿Y por qué quiero yo como ser humano seguir entendiéndolo? Me parece que es un un regalo fascinante que nos ha dado esta humanidad nuestra tan convulsa, pero la verdad

es tan hermosa.

Wow, muchas gracias por esa respuesta, la verdad.

Desde

luego. Cambiando un pelín de tema, ¿no? Cuando empezamos a trabajar tú y yo juntas en en en mi escritura, con respecto a la novela en la que en la que en la que estaba escribiendo en aquel momento, me hiciste una pregunta que me que me gustó mucho, ¿no? Que me dio mucho que pensar, porque se suele preguntar, ¿de qué trata la novela? ¿Qué temas toca la novela?

Por ejemplo, ¿no? ¿Qué temas toca El cielo de la selva? Pues, entre tanto está toca la maternidad, ¿no? Pero me dijiste, no me interesa tanto que me digas de qué de qué estás tratando, porque eso realmente se se construye con los lectores y las lectoras también, se construye en el proceso de escritura. Pero la pregunta que me hiciste, me gustaría que me contases, y ahora te la quiero devolver porque para mí fue complicada, me gustaría que me dijeses qué defiendes con tu novela, qué hay más allá del nivel temático que tú estás defendiendo con tu escritura.

Qué buena pregunta.

Qué buena pregunta. Mira, ¿qué defiendo con mi escritura? Defiendo el privilegio, mi privilegio de hablar, que es un privilegio que no tienen muchas mujeres. Y es un privilegio que no tuvieron ni mi madre, ni mi abuela, ni mis bisabuelas, ni lo que vino detrás de mí que yo no conozco.

Son generaciones de mujeres que, o bien entendía que el

silencio era lo que generaciones de mujeres que, o bien entendía que el silencio era la única manera de estar en el mundo, o que cuando protestaban, las tomaban de la mano como si fueran niñas pequeñas y la devolvían al marido que no deseaban. Estoy contando por encima la historia de una de mis bisabuelas. Esas mujeres que murieron y se llevaron a las tumbas tantos secretos y se llevaron tantas cosas valiosas y que ya no podemos recuperar nosotras y que esos silencios fueron tan dañinos, sí, bueno, para ella, para sus hijas, para su familia, para su genealogía y luego como último para la humanidad, pues yo creo que desde el privilegio que tiene uno como una mujer que nació en un silo donde aparentemente aparentemente las cosas son un poco más fáciles. Y sobre todo porque tengo esta herramienta de trabajar con el lenguaje y el lenguaje es una plataforma política sobre la cual pararse y sobre la cual decir a otros, mira este es mi lugar y esta es mi historia y esta es mi genealogía y te hablo sobre este tema porque siento que puede ser un tema que conecte contigo, pues ese privilegio lo defiendo muchísimo.

Consciente sobre todo de que lo es, consciente de que las mujeres a mi alrededor, no todas, incluso en este siglo en apariencia de ciertos privilegios, no todas las mujeres en todos lugares del mundo pueden hablar, no todas pueden encontrar las historias de violencia que han vivido o que han estado viviendo, muchas caen por miedo, muchas son asesinadas. Ahora mismo, pongo solo un ejemplo, mi país año tiene setenta y cuatro feminicidios, feminicidios y transfeminicidios. A mí me parece esto una estadística violentísima en un país donde la violencia contra la mujer no era visibilizada hace unos años. Y aprovecho cada plataforma política, cada podcast, cada presentación para decirlo, porque es una realidad que no afecta solo mi país, sino el continente y sino el mundo. Entonces eso, defiendo esa posición de privilegio porque siento que será de alguna manera una plataforma para intentar que todos nos ocupemos un poco, que todas podamos levantarnos de alguna manera.

Yo siento que que también la historia de la humanidad, de la historia de las mujeres en la literatura es un poco, pues, escalar la montaña y tratar de extender una mano a la que viene detrás, ¿no? Y que se suba ella. Y siempre habrá una mano arriba, ¿no? Tratando de subirte a ti. O sea, si no nos damos las manos y si no entendemos, porque también esta es una forma política que tenemos las mujeres de relacionarnos en la literatura.

O sea, el hecho de que tú llegues a la cima no significa que no llegue otra, el hecho de que no tenemos que ser competitivas en nuestra carrera, todas tenemos un un trío distinto por subir. Incluso no hay una sola montaña que subir, hay muchas. No hay que pensar que hay un solo objetivo dentro de la de la literatura ni de la vida. Entonces ese ese sentido de que siempre hay una mano que tú puedes extender y una mano que recibir. Esa cadena de manos que al final están construyendo nuestra experiencia en el mundo es lo que a mí me interesa que mi literatura rescate.

El hecho de que una mujer pueda extender la mano a otra y que todas nos ocupemos juntas, porque yo creo que es la única manera de estar en este mundo. Creo que es la única manera de poder sentir que hacemos algo en este mundo que no sea simple y llanamente escribir. Escribir es hermoso, no estoy nada en contra de ello, este es mi oficio, me encanta, me fascina, pero no puede ser solo escribir por escribir. Yo creo que que hay algo más ahí, no quiero decir la palabra misión porque suena mesiánico y no no me gusta lo mesiánico, pero sí hay algo más dentro de la escritura. Hay un sentido, hay un deber espiritual que uno tiene con con la literatura y el deber espiritual yo creo que es ese que acabo de contar.

En este sentido, también en tu literatura demuestras una mirada hacia el mundo de la niñez y, además, como ya has mencionado aquí en esta conversación, como contra la adultocracia, en este sentido, ¿cómo sería una literatura antiadulcrática, por así decirlo? O sea, cómo nosotras como lectoras, como escritoras, como las editoriales, en todo el mundo de la del libro de la literatura, cómo se ¿Qué qué pasos habría que dar hacia esa literatura antiadultocrática? Hay muchas gracias, ¿no?

No solo la adultocracia, también está esta gobierno, vamos a decirlo, esta tiranía de lo joven sobre lo viejo, también como muchas marginaciones con respecto a eso, ¿no? O sea, fíjense, yo creo que casi el el voy a ser conservador, el ochenta por ciento de la literatura que se escribe, tiene personajes jóvenes. O sea, el hay un pedazo ahí de de la historia humana que nos interesa, que es parte de la juventud, la adultez, la madurez. Luego, la vejez nos interesa y nos interesa la infancia. Y si nos interesa la infancia es para los libros infantiles, nada en contra de la literatura infantil.

Yo la creo, me encanta, disfruto muchísimo que los niños me lean. Pero luego ya como que cuando cruzas ese límite y pones un niño como protagonista en una novela de adulto burocracia funciona en todos los márgenes sociales, literarios. Entonces, mira, no sé de qué manera uno puede evitar la burocracia, porque es que incluso cuando uno uno escribe siempre está el peligro de ser adultocrático, porque es con uno de los adultos. O sea, yo creo que la única forma de evitar la burocracia es que hubiera un niño genio que nos escribiera su historia y que se sentara y nos dijera venga, vamos, yo voy a a contarle cómo es esto. Eso sería genial.

Claro, uno hace un ejercicio con un un un trampantojo es lo que hace uno como autor, que yo no puedo evitar ser adulta, o sea, yo no puedo pensar, evitar pensar con una mente adulta. Luego lo que viene es un proceso como de de depuración y es un proceso como muy raro, porque yo ni recuerdo cómo era cuando era niña, recuerdo los momentos más alegres y los más dolorosos de mi infancia, pero no me puedo sentir como me sentía en esos momentos, puedo recordar cómo me sentí en esos momentos. Entonces, ahí hay como una especie de de trampa en la que uno va cayendo constantemente. Yo creo que lo que más podemos hacer como como escritoras es pensar en ese niño un poco, ¿no? Y empezar en ese niño que que tampoco está obligado a ser el niño bueno.

No es el niño que está obligado a encajar en un molde, porque queremos que los niños sean tranquilos, buenitos, modocito, que no tengan filias, que no tengan fobias, que no sientan odio. Los niños sienten odio, sienten odios atroces. Yo recuerdo sentir odio cuando era niña. Y eran a veces rencores pequeños, qué sé yo, por alguien que te hacía algo, pero eran odios terribles y amores terribles también. Yo recuerdo estar enamorada con terriblemente enamorada con diez años y creía que era el amor de mi vida.

O sea, yo recuerdo sentir todas esas emociones que luego he sentido de adulta. Claro, en ese momento las minimizaban porque que eran las emociones de una niña. Yo recuerdo mi infancia y tuve una infancia relativamente feliz, haber sido violentada y que me dijeran, ven a estudiar música. Vamos, y terminé graduándome, siguiendo la adultocracia de que me podrían más mayores. Me gradué de música porque yo quería ser escritora y escritora no había una carrera para ser escritora, había que hacer otra cosa para no morirte de hambre en el camino.

Entonces todas esas cosas, todas esas violencias y todas esas historias personales al final uno viene y se y se las cuestiona y trata de recordar un poco, pero claro, es un ejercicio difícil. Yo digo, bueno, que que nos demos cuenta primero como autoras, que colocar a un niño en el centro de la dinámica de un libro, no significa que eso sea un libro infantil, eso sería lo primero y lo básico para entrar ahí y luego, pues, es un personaje que merece el mismo respeto, el mismo trabajo, la misma profundidad psicológica, la misma investigación que llevaría el personaje un personaje histórico o que llevaría un les es el hijo de o el amigo de? ¿Por qué no es el centro? ¿Por qué solamente nos preocupamos porque esté en la periferia? ¿No?

Vamos a mover, vamos a mover el tejido del texto, vamos a ubicar a esos niños, vamos a tratar de entrar en su mente, vamos a tratar de no edulcorar esa infancia. Yo creo que es muy sano que no edulcoremos a la infancia. Creo que es sano que como mismo dijimos que la maternidad o decimos que la maternidad no es un espacio idílico, ni un paraíso como nos vendieron, tampoco sigamos repitiendo que la infancia es la edad de oro a la que siempre se regresa y el recuerdo fabulosa, o todos los blablablá que hemos incorporado a nuestras vidas como seres humanos. O sea, vamos a mirar la infancia con ojos críticos. Y vamos a tratar de, aunque hagamos este ejercicio artificial de de tratar de recordar y de acudir a la memoria histórica, a nuestra memoria emotiva, pues hagámoslo para cuestionarnos el lugar de esos niños en el mundo, nuestro lugar como cuidadores.

Yo digo que más que cuidadores como acompañantes de esos niños en el mundo. ¿Qué hacemos nosotros como acompañantes de los niños? ¿Qué seres humanos queremos construir? Esa ya es una mirada ortocrática. ¿Qué seres humanos queremos construir?

No están construyendo nada, ese niño ya viene con con su bagaje, y viene con su maleta, con sus emociones. Cuando más puedes acompañarla, cuando más puedes tratar de de de acompañar ese camino, es que ni siquiera es guiar. Pero fíjate todo de qué manera hasta en el discurso nuestro está filtrada la adultocracia. Yo creo que si nos empezamos a cuestionar el discurso, pero la palabra tiene valor, tiene un peso, pez, y la palabra cambia. Si nos empezamos a cuestionar el discurso, después podremos cuestionarnos otras cosas.

Pero fíjate, es un tema y qué interesante esto que lo hayas tocado, que estamos muy al azar. Por ejemplo, con el tema de la maternidad hemos avanzado en la literatura, y con el tema de las mujeres, de la el personaje femenino, de las fortalezas del personaje femenino, de del lo anti heroico, lo monstruoso en el personaje femenino, ya hay libros, existen bastantes libros, bastantes autores que defienden esa posición, que han mostrado una manera de hacer, pero con el tema infantil, con el tema de la adultocracia, ni tanto. Todavía nos queda de broma más más trabajo por recorrer, en ese sentido.

A mí me gusta eso que dices de de poner, básicamente, poner en valor la mirada infantil, ¿no? Dejar de edulcorarla, como tú dices, y y darle la complejidad que merece. Los niños no son la posible persona que serán en el futuro, ya son personas con con todo lo que una persona tiene. Y eso me ha recordado a una a una frase que hace poco leí de Louis Lucke, que dice que el mundo lo miramos una vez en la vida, que es la infancia, el resto son recuerdos, ¿no? Y se relaciona mucho con lo que dice, lo que estamos hablando, ¿no?

Porque vamos a poner en en en valor esta primera mirada, es superimportante, esa primera mirada sin los filtros que luego nosotros mediante el recuerdo añadimos esos primeros amores, esos primeras veces tan valiosas que luego se reviven, luego me vuelvo a enamorar, ¿no? Pero esa primera vez que me enamoré es muy es igual de importante que las otras, ¿no? Igual de compleja que las otras. Vamos a darle el el papel que realmente merece en la literatura y es muy importante eso

Tú has escuchado esta frase, creo que todos la hemos escuchado alguna vez, ¿no? Como hijos, quiero que seas una mejor persona de lo que yo fui. Esa me parece la frase más monstruosa que se ha inventado sobre la tierra, o sea, o sea, primero estás poniendo sobre mí unas expectativas que yo no sé si quiero cumplir, de hecho no sé si siquiera si me interesa, que tú vas a saber a los ocho, nueve años que es cuando te empiezan a decir eso, ¿qué tú quieres hacer en la vida? Y después tener el el el parabán, ¿no? O sea, la línea comparativa que es tu madre y tu padre, o quien sea que te haya dicho ese ese texto, o sea, tengo que ser mejor que tú, o sea, ¿quién diablos dice que tú tienes que colocarme esa piedra de sísifo sobre mi hombro y obligarme a subir esa cuesta?

Yo no quiero esa piedra, yo no quiero esa cuesta. Y y yo creo también es importante esto que voy a decir, que es sentarnos a escuchar a los niños.

Completamente sí.

O sea, dejar que los niños hablen y y y preguntarles, qué se yo, ¿cuándo fue la última vez que uno se sentó con un niño a escucharlo? De verdad, no tú tratar de que hiciera una monería el niño, que te enseñara cómo habla o qué hace o el huetito o la fantasía, ¿no? Preguntarle a ese niño qué siente, qué quiere, qué cómo se siente, qué le han hecho, qué le hemos hecho, o sea, sentarnos a escuchar a ese niño, ¿qué quieres en tu vida de verdad? O sea, no hay una respuesta más buena que la del niño que le preguntan, ¿qué quiere hacer cuando seas grande? No sé, esa es la mejor respuesta del mundo.

Es que no tienes que saberlo. Ni siquiera tienes que saberlo cuando eres un adulto.

Pues sí, la verdad que esto, estar perdido también está bien.

Está muy bien.

Todo el mundo está medio perdido. Continuando con el tema de la edad, ¿no? También recuerdo que muchas veces, bueno, muchas veces, en una ocasión me has dicho que muchas veces te mencionan en los medios como la joven promesa, ¿no? De la literatura y que, bueno, esto es bastante chocante, ¿no? Teniendo en cuenta que llevas muchos años escribiendo y tienes, pues, más de treinta libros publicados, ¿no?

¿Crees que esto de la joven promesa tiene que ver con algo, no? Con el, se relaciona con la edad, con el género, de qué manera se relaciona con el oficio de escritora?

Claro, mira, te te digo desde mi país, ¿no? Aquí en España no me han dicho buen promesa. Qué feliz soy, por dios. Te lo hubiéramos dicho. Me Me han dicho mucho en mi país, ¿no?

Y sabes, como me dicen joven promesa de que tengo dieciséis años que entré en el mundo profesional y ya he duplicado esa edad en trabajo. O sea, tengo treinta y cuatro años, yo a ver si las matemáticas no me fallan porque soy malísima, dieciocho años en este negocio, o sea más de lo que tenía cuando empecé y luego cuando llegas a los treinta y cuatro años con ya un trabajo yo creo que serio de mi lado, y te siguen diciendo como en promesas, es como bueno, ¿qué pasa aquí? Y creo que pasa por dos filtros fundamentales en mi país, y es que en mi país normalmente se triunfa ya cuando se mayor, o sea, cuando digo mayor es luego a los cincuenta, sesenta años, hay también como una mirada relativamente rara hacia los jóvenes que escriben, porque siempre se ha asociado lo la juventud con inmadurez, y se ha asociado, pues, los autores ya mayores, pues, como consagrados inmaduros, ¿no? Y luego también, pues, pasa por el filtro de ser mujer y joven, que son dos cosas diferentes, pero que muchas veces cuando están entrelazadas es como una mezcla explosiva, ¿no? Y luego que uno con treinta y cuatro años, pues, tenga una serie de libros publicados, una serie de cosas y además es mujer y ha triunfado dentro de una industria, pues, es un tema complejo en mi país, debo decirlo.

Luego es como que al principio esas cosas te importan y luego te das cuenta que es un sello que es una etiqueta y que el que quiera usar la etiqueta y imponértela es un problema de esa persona, no es tuyo. Yo creo que al final la etiqueta no es lo que va a leer el el lector, es un libro. O sea, si si vas a comprar el libro por mi currículum, por favor, no lo compres. O sea, no me interesa que lo compres porque sepas que yo he publicado treinta y tantos libros o porque he ganado terminados premios. O sea, porque porque en realidad no estás comprando el libro, me estás comprando a mí como autora.

No me interesa que me compres a mí como autora. De hecho, si si ni siquiera me mencionas, está perfecto. Cómprate el libro porque el libro te interese, cómprate el libro porque esta historia en específico te está interesando. La etiqueta de ganadora de nominada a becaria de, bueno, eso sirve para los currículums, sirve para las becas que por desgracia miran mucho esas cosas, sirven para llegar a determinadas editoriales, pero al final a ti como autor te sirve. Claro.

¿Te funciona de algo? No, lo que funciona en realidad es tu contacto con el con el lector, con las lectoras. Es la sinergia que se establece con el otro que que toma tu libro y dice, mira, me voy a leer tu historia, aunque no sepa quién diablos es esta caribeña que, bueno, mira, es el Caribe, mira, no he leído un libro caribeño, a ver cómo escribe esta gente allá o qué piensa o qué quiere hacer. Entonces, eso eso me vale a mí. La la etiqueta que me vale ahora mismo es que los lectores disfruten lo que uno hace o que les haga pensar o Lo demás ya queda para valoraciones para valoraciones como muy unas dinámicas muy raras para mí como ser humano.

Yo separo o trato de de distinguir los límites entre donde empieza mi trabajo con la escritura y mi trabajo como ser humano. Y honestamente me interesa más el de ser humano.

El de la escritura es mi medio de vida, es mi pasión y trato de que mi escritura siempre se parezca más al ser humano que soy y no que el ser humano se parezca más a la escritora. No sé si se entiende lo que estoy diciendo, trato de que vaya más hacia ese lado y por

tanto las etiquetas a esta altura, tanto, las etiquetas a esta altura del partido, pues. Igual luego pienso que cuando tenga cincuenta años me digan que soy una joven promesa, pues será muy elogioso, ¿no? Será el odioso. Será hermoso los cincuenta años.

Pero es verdad que muchas veces esta etiqueta como las autoras que tienen, pues treinta y treinta, treinta y parece como que le da más valor al libro, ¿no? Como ha escrito este pedazo de libro y encima tiene treinta y, ¿no? Es como que, o sea, a nivel como casi publicitario editorial que Y creo que eso también muchas veces crea en las escritoras que que siguen son joven promesa en el sentido de que todavía no se han consolidado en el panorama literario cierta presión, ¿no? Porque es como muchas y nos lo hemos comentado muchas veces entre amigas como de yo me visto mirando a ver la edad de esta escritora y y descubriendo que Etoni que Etoni Morrison publicó su primera novela de los cuarenta y algo y respirar de alivio. O sea, es como ostras, me normal que todavía puedo hacer algo más allá de los treinta, que parece que siempre hay ahí como un límite Claro, es que tampoco hay

tiempos precisos para la literatura. Luego, yo yo soy profesora de escritura creativa también, y tengo estudiantes que están empezando muy buenos y muy buenas con cuarenta y tantos, cincuenta, sesenta años, chicas. Y y están angustiados, porque es que vivimos en una sociedad que ha sido diseñada para los para los jóvenes. Sí. Voy a hacer una anécdota, estaba hace unos dos días en Francia y los semáforos en Francia duran así, o sea, esto es un semáforo no creado para que una persona, ni con una persona con con con mayor pueda cruzarlo, es que yo con treinta voy corriendo.

O sea, un nene aquí no puede caminar, no puede, un un adulto mayor no puede caminar por estas vías, no lo logra. Y las sociedades nos estamos dando cuenta que cada día están más diseñadas para temer a la a la vejez y para preponderar la juventud como si fuera el centro del mundo. Y y lo mismo pasa con la literatura. O sea, sesenta años, ¿te parece que ya has pasado tu vida? Como escritor, y hay gente que empieza a escribir a los sesenta y lo hace maravillosamente bien.

Sara Amao nos empezó a escribir joven y ganó premio, o sea, no sé, es que hay un montón de autoras y doctores que empezaron luego y que cada cual tiene su camino. Y y luego también la vida como que es muy muy tramposa en ese sentido, porque hay generaciones y generaciones a las cuales se le dijeron que que la escritura no era un oficio, Venga, o sea, sé médico, sé abogado, o sea enfermera, sea sea otro oficio digno, pero no seas escritor porque de esto no vas a vivir. Y claro, eso ha hecho que la gente también reconfigure su mente, y luego ves a personas que retoman la pasión de lo que fue, digamos, un primer amor, un primer dilumbramiento con la literatura, ahora que se jubilan y que tienen tiempo para poder sentarse una hora al día y poder escribir. ¿Por qué tu ejercicio de escritura es menos válido que el mío que tengo todo el día para hacerlo? O que lo o que sé o que supe y que me acompañaron bien siendo siendo niña y siendo joven para para tener esta carrera como mi profesión.

Yo creo que que la literatura no debe tener presiones, la literatura con presiones no funciona, yo creo que cada cual tiene su ritmo, no hay un ritmo más válido que el otro, ni el autor que superproduce y que escribe tres, cuatro libros al año, es menos válido o más válido que la autora que publica un libro cada década, o que empieza a hacerlo a los cincuenta años. O sea, yo creo que que lo hermoso de la vida es que cada cual tiene su etapa, su ritmo y su dinámica. Solamente tú tienes que descubrir cuál es la tuya, tu ritmo biológico natural y y amarrarte a eso.

Bueno, pues para ir acabando la conversación, Nos gustaría acabar esta entrevista con el inicio de El cielo de la selva, así que si nos puedes leer algunas líneas de ese comienzo para dejar a los oyentes con ganas de

seguir leyendo. Bueno, voy a leer primero la la cita que empleé. Yo soy muy amante de los clásicos y este es un fragmento de la Medea de Urípides que dice, más quisiera yo embrazar tres veces el escudo que parir una sola. Y voy a leer un fragmento de el primer capítulo, que es el capítulo de los niños. Vendrá la noche y junto a ella el latido de los grillos.

La hacienda se convertirá en un montoncito de nada que la oscuridad se tragará con su boca de monstruo. La abuela es la única que se atreve a caminar por pasillos cuando el sol se ha escondido. No tiene miedo. Vendr pronto en busca de los grillos porque los odia. Odia ese cri cri cri que parece el llanto de un niño enfermo.

Pero en esta hacienda no hay niños enfermos. En esta hacienda nos ocupamos de ser fieles y dormir temprano con un padre nuestro. No dormir temprano con un padre nuestro. No más cae la tarde dormimos, igual a las gallinas tristes de los corrales que viven cacareando al sol, que sin el sol no son gallinas sino carne muerta con plumas. Hacen bien los grillos en huir cuando sienten los pasos de la abuela, que es rápida aunque le duelan los huesos.

El dolor se le ha incrustado en su mano izquierda, la mano del corazón. Son los huesos los traidores de la edad, carajo, dice siempre. El año pasado en estas mismas fechas, soñó una noche que la selva había vuelto a ser roja, fechas, soñó una noche que la selva había vuelto a ser roja, despertó angustiada en la soledad de los pasillos de la hacienda, asqueada del mundo que había sido, asqueada de sus recuerdos y de sí misma, y por un momento tuvo ganas de que le fallara la mente o el corazón, que le doliera el pecho y le crujiera hasta que el esternón se le se le rajara. Se levantó de la cama dando voces, llamó a la santa y a Lázaro, y desorientada caminó por la oscuridad sin ropa. Esa noche escuchamos sus pasos por los corredores de vuelta al cuarto, algo más consciente ya de que había soñado con la selva hambrienta y de que su miedo no era solo pesadilla, cabrona selva, puto mundo, me cago en todo, carajo, mal dijo la abuela.

Luego regresó al corredor y más tarde a los pasillos exteriores de la hacienda, y Figenia trepó hasta la ventana y dijo que la había visto en pelotas. La abuela está encuera, susurró Figenia, que a pesar de su ojo visco tenía una predisposición natural de fiera para mirar dentro de las tinieblas. La abuela tiene la chocha pelona. Nos reímos bajito, masticando almohadas para que la risa no saliera por la puerta o se la encontrara santa regada por los pasillos, qué bien capaz era de eso y demás. De entrar al cuarto de repente y sorprendernos a cintazos, a cuerzos, a nalgadas, hasta que escupiéramos la risa y la maldad a puro golpe.

Tiene la chocha pelona y no para de mirar la selva, dijo Ifigenia en un temblor.

Muchísimas gracias, Elaine, por tu tiempo, tu generosidad. Ha sido un gustazo de conversación. Gracias a Mercedes también por venir a hacer la entrevista, a los libreros de los pequeños seres y a nuestros oyentes, que recordamos que vamos a comentar El cielo de la selva en nuestro siguiente club de lectura, que es el día veintiséis de noviembre. Estáis todos invitados y os animamos a leer la novela, a venir a comentarla, que seguro que os entrarán muchísimas ganas de hablar de ella. Un abrazo a todas y hasta la próxima.

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