Un asteroide de sesenta metros de diámetro pasó sin ser visto entre la Tierra y la Luna, a menos de 100.000 kilómetros de distancia de nosotros. Ningún sistema de alerta consiguió detectarlo porque mientras se acercaba, la roca espacial, mayor que un edificio de 20 plantas, permaneció oculta por el brillo del Sol. Una roca de ese tamaño tiene el potencial suficiente, en caso de impacto, para destruir por completo una gran ciudad