Para empezar, nos hacemos eco del sexto Balón de Oro para Messi. Y entramos en la eterna dicotomía Messi-Maradona, que estaba destinada a no tener fin hasta que apareció un hilo de Twitter firmado por un tal Leandro Terraf. Nos comunicamos con él. Se trata de un abogado tucumano, fanático de las estadísticas, que se tomó el trabajo de comparar minuciosamente las hazañas de Diego con la imparable carrera de Lionel. La crónica se llama ¿El mejor del mundo? Messi, por supuesto. El resultado es pasmoso y habla por sí solo. ¿Se acabó la discusión? Seguro que no, pero no se pierdan el texto.
La nueva entrega de relatos autobiográficos de Matías Fernández Burzaco se llama Mi kinesióloga ve gente muerta y nos presenta a Fernanda, una mujer musulmana que de chica consiguió esquivar un accidente fatal y que ahora posee el don de ver a personas que fallecieron. Lo extraño es que nunca reveló su apellido ni el lugar en el que vive. Para Matías, ella se parece a un ángel. Como cada capítulo de esta saga, la poesía, el humor y la sorpresa atraviesan el relato.
Atentos a este cuento corto, sutil y hermoso de Rafa Fernández. Una mujer y un hombre están destinados a vivir el uno junto al otro. Pero nunca se vieron las caras. Tampoco viven en la misma ciudad. Ni siquiera en el mismo país. Están separados por una distancia extraña y deforme. En esta nueva entrega, que se llama El día que Dios se puso de nuestro lado, Rafa nos trae una historia de amor que pone en jaque las leyes de la física.
Y sin pretenderlo, seguimos con la temática misteriosa. Daniela Pasik es fanática de las historias de miedo. Ama la tensión al borde de la butaca o al filo de la almohada. Pero una vez que la historias terminan, el terror que pudo haber sentido como espectadora se evapora en el aire. Solo tres veces en su vida experimentó un miedo inusitado, real, palpable. En el relato, que lleva por nombre Corazón tenebroso, a veces, la autora se atreve a meter la cabeza en la oscuridad para contarlo.
Y para cerrar, algo que parece una crónica sobre cultura pero que, a mitad de camino, se convierte en otra cosa muchísimo mejor. Se llama Adiós a la retrospectiva de Le Parc con unas secas de porro. Parece que Luz Vítolo fue al ver este asunto algo fumada y vestida como para no encontrarse con nadie. Pero entre esculturas lumínicas y laberintos de espejos terminó chocando con un ex al que hacía diez años que no veía.
Nos despedimos con la sensación de que un grupo de editores fantasmas, que no somos nosotros, le pidieron a los autores una actualización temática sobre temas oscuros. No fui yo. Eso seguro. Las cosas ocurrieron así por una voluntad divina, o subterránea, o quizás un cuervo decidió que todos los contenidos resultaran misteriosos.
¡Oh cuervo, oh venerable ave anacrónica! ¿Volverás a editar en secreto las páginas de Orsai? —Dijo el cuervo: «Nunca más».
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