«No tenía que haber cogido esa llamada», dice María, de 51 años. Esa es la frase más repetida entre las víctimas de una técnica de engaño conocida como vishing que hace estragos en España y que inquieta tanto a la Policía como a las organizaciones de consumidores.

Se trata de un fraude que consiste en una llamada telefónica realizada para obtener datos personales o bancarios de una persona. Con el vishing los delincuentes suplantan una identidad de una compañía reconocida o incluso de un organismo público para generar confianza en la víctima y hacerle picar el anzuelo.

La última estrategia de estos estafadores conocidos como vishers es aprovechar la incertidumbre generada por los desaforados precios de la luz y el gas de este invierno, a los que se ha añadido la perspectiva desoladora de la guerra de Ucrania. La energía es hoy un disfraz ideal para este delito. Pero no hay que olvidar que por las garras de estos suplantadores pasan también bancos, telefónicas, la Seguridad Social e incluso la OCU.María fue víctima del vishing en su modalidad de la doble llamada.

Primero contactó con ella alguien que se identificó como miembro del servicio de atención al cliente de su compañía de energía para darle una mala noticia: la coyuntura hacía que su tarifa fija fuera a costarle 25 euros más. Diez minutos después, otro timador, conchabado con el primero, interpretaba en una segunda llamada el papel de un comercial de otra compañía para ofrecerle un descuento del 25% sobre lo que venía pagando en su factura.María, que no tiene un gran sueldo, aceptó y facilitó el número de su cuenta corriente.

A continuación, como le indicó el comercial, recibió un SMS sin ninguna identificación de la supuesta compañía al que, siguiendo sus instrucciones, debía contestar con un «SI». Aquel mensaje estaba 'infectado'. A María le habían hecho un tocomocho telefónico. Sus datos estaban en manos de una banda de delincuentes.

Cuando una víctima cae en la trampa, el inspector jefe de la Policía, Carlos Juárez, da una serie de consejos: comunícate con tu banco y cambia tus contraseñas, incluso la huella digital. Y si recibes unos códigos de verificación no los facilites nunca si vuelven a llamarte. Ese paso es mortal: los delincuentes podrán hacer cualquier operación con tu dinero.Esto no es todo.

Queda un trámite tedioso pero que puede evitarte muchos problemas: denuncia el caso a la Policía o la Guardia Civil. Que no te de pereza. Para ello es importante presentar capturas de pantalla de los mensajes recibidos, extractos bancarios y cualquier información que permita acreditar los hechos y ofrecer algún indicio sobre los posibles autores. De no hacerlo esa maldita llamada, puede arruinarte la vida.

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