La sextorsión de Lucas

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A él le llamaremos Lucas aunque en realidad no se llama Lucas. Ella le dijo que se llamaba Rocío, pero nos jugaríamos el cuello a que ese no era su nombre. Él, empresario. Ella se ve que todavía estaba estudiando. Él es de Barcelona. En el perfil de ella ponía que era Bilbao, pero vete tú a saber... No se conocían de nada, pero un día ella le escribió a él a través de Facebook y lo que podía haber sido una bonita historia de amistad en estos tiempos metavérsicos resultó una pesadilla en el mundo real.

Un infierno que arranca el pasado mes de agosto, todavía atrapados en esta dichosa pandemia. "¿Cómo empezó todo, Lucas?", le preguntamos. "Pues lo típico", responde él como si de verdad se llamara Lucas. "Te mandan una solicitud de amistad a través de Facebook y antes de darle a aceptar, chafardeas un poco. Era una chica normal, aparentemente todo correcto. Tendría 25 o 30 años, estaba estudiando y no tenía nada raro. Nada sexual ni historias. Ella era de Bilbao, yo soy de Barcelona, miré un poco y acepté".

Al cabo de un par de días, escribe Rocío:

-Hola, amigo del Facebook.

Lucas responde un rato después:

-Hola, ¿qué tal?

"Yo estaba trabajando y no le dije mucho más", recuerda él. "Ella empezó a entablar conversaciones conmigo, pero normales y corrientes. Cada dos o tres días, lo mismo. Todo correcto. Es verdad que se equivocaba mucho al escribir, como si fuera extranjera... Y yo le decía, pero chica, ¿qué te pasa que no sabes escribir? Y entonces ella cambiaba de tema".

Cuenta él que ella siempre le escribía por la mañana, antes de comer o a media tarde, pero un viernes le escribió por la noche. Serían las doce. "Estoy de fiesta y estoy pensando en ti".

"Yo también estaba tomando unas copas. Igual llevábamos dos o tres semanas hablando de chorradas"

-¿Qué haces?

-Nada, aquí trabajando.

"No me agobiaba ni nada. Ya había cierta confianza y todo me pareció muy normal".

-¿Quieres que nos veamos?

-Venga.

-¿Nos llamamos?

-Ok.

-¿Quieres ir al lavabo?

"Empezó a mandarme fotos e hicimos una videollamada. Si ella se toca un poco, pues yo también me voy a tocar, pensé. El que no lo haya hecho que levante la mano, oye. Se veía una habitación y de repente cambió por completo la imagen. Estaba sentada en el ordenador y de repente apareció en la puerta, luego en la cama... En cuestión de segundos... Era muy raro, como un video grabado, así que colgué".

"No fue ni medio minuto, pero ya me habían pillado".

Sólo 10 segundos después de colgar, Lucas recibió un mensaje de Rocío. O como se llame. "Te hemos grabado, la chica tiene 16 años, eres un pedófilo. Tenemos todos tus contactos. Haz una aportación de 10.000 euros y no le mandaremos tu video a nadie".

Lucas tecleó dos palabras en internet como quien busca una puerta en el laberinto. "Abogados + sextorsión". Lo primero que responde Google es que en los últimos años se han multiplicado las formas de explotación y chantaje a través del uso de imágenes privadas de carácter sexual.

Durante las primeras semanas de la pandemia, la empresa de ciberseguridad Avast bloqueó más de medio millón de intentos de extorsión sexual al mes a través de internet en todo el mundo. Alrededor de 36.000 se dieron sólo en España. Los meses de confinamiento y la hiperdependencia de los dispositivos electrónicos ha disparado una tendencia que ya venía creciendo desde hace años. 

"Es el delito de moda", admite el abogado Álvaro Gómez Rodríguez, que dedicó su tesis doctoral a los delitos informáticos y desde hace ocho años se centra en los casos de chantaje sexual a través de internet y las redes sociales. "El confinamiento ha incrementado todos los delitos de ámbito tecnológico y las extorsiones sexuales, quizás por la soledad y el tiempo encerrados, se han llevado la palma".

Lucas se negó a pagar y minutos después recibió el vídeo en el que aparecía él mismo masturbándose. "Ahí empiezas a preocuparte de verdad, habían copiado todos mis contactos y me amenazaron con hacer un envío masivo. Ves ahí tu careto y lo que no es tu careto y te acojonas. Les dije que no tenía 10.000 euros y entonces me pidieron 5.000, en bitcoins. Me dijeron que era para una ONG que ayudaba a niños en riesgo de pobreza. Tócate las narices".

Bloqueó a su amiga Rocío, la de Bilbao, y al rato tenía el perfil de otra chica, otra cara e idéntico mensaje. "No vas a poder escapar". Recibió un enlace que remitía a una plataforma de vídeos de documentales en la que habían colgado sus imágenes. El título decía: "Pedófilo se masturba delante de una niña de 16 años". Y ahí estaba su nombre (el de verdad), su cara y su todo.

"Estuve tres primeros días para llorar, derruido. Me quería morir. Tienen un video tuyo tocándote y sabes que lo puede ver todo el mundo... Y piensas que lo tienes que parar como sea. El 99% de las veces no lo suben a ningún lado, pero vives con eso, con la angustia. No puedes pagar porque sabes que te sacan los ojos. Y tampoco se lo puedes contar a nadie. Yo nunca lo he dicho. A mi mujer sólo le dije que había puesto una denuncia porque me estaban amenazando por internet. Mi gente sabe que yo no soy un pedófilo, pero nadie quiere pasar por esto. Si no eres fuerte, entiendo que se te vaya la olla y te tires por el balcón. Porque es horrible. Te tiras días sin dormir, fatal, fatal. Pero o te comes todos los días la olla o te olvidas y sigues p'alante. Yo he intentado borrar todo el rastro y no puedo hacer más. Al final, si alguien ve el vídeo en alguna página guarra es porque él también ha entrado ahí, así que... Además se me ve bien, se me ve bien dotado. Con eso me quedo, el que me quiera ver que lo disfrute".

Lucas  contrató los servicios de RepScan, una empresa especializada en reputación digital. Eliminaron su perfil en Facebook, rastrearon las publicaciones de su vídeo, borraron todas las réplicas y persiguieron cualquier movimiento en la red de los delincuentes. Lucas no volvió a tener noticias de esa tal Rocío.

"Cuando los delincuentes notan que hay alguien tras sus pasos, desaparecen", explica Josep Coll, CEO de la empresa que ayudó a Lucas. 

"Cada cierto tiempo busco el vídeo por si acaso", admite él. "Pedófilo se masturba delante de una niña de 16 años". Ya no aparece. Estoy tranquilo. Además yo sé que no hice nada malo. Como mucho me pueden decir que me toqué delante de una chica, pero en realidad no era ni eso. No era nadie. Era un hijo de puta, un asqueroso. Ni siquiera me puedo sentir culpable".

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