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Todos conocemos los factores de riesgo cardiovascular típicos: tabaquismo, colesterol, hipertensión, diabetes, obesidad... pero existen otros no tan conocidos a tener en cuenta.

Hoy repasaremos al menos 7 factores de riesgo cardiovascular menos conocidos, pero igual de importantes en la búsqueda de la salud y la calidad de vida.

Como siempre, os dejo algunos enlaces de interés:

Falta de sueño: https://www.elespanol.com/ciencia/salud/20221021/factor-oculto-aumentando-riesgo-infarto-alertan-cardiologos/712178932_0.html

LpA: qué es y por qué tenerla en cuenta https://www.elespanol.com/ciencia/salud/20240904/actuar-frente-colesterol-malo-pone-peligro-salud-corazon/863664047_0.html

Inflamación de bajo grado (PCR ultrasensible): https://www.elespanol.com/ciencia/salud/20240903/sencilla-prueba-detecta-mujeres-van-sufrir-infarto-anos-prevision/882161896_0.html

La ira aumenta el riesgo cardiovascular: https://www.elespanol.com/ciencia/salud/20240507/tomarse-cosas-calma-dispara-ira-riesgo-morir-infarto/853164935_0.html

Exceso de proteínas y vitamina B3: https://www.elespanol.com/ciencia/nutricion/20240219/peligro-proteinas-arterias-tomarlas-exceso-dispara-riesgo-infarto/833916794_0.html

Celiaquía y riesgo cardiovascular: https://www.elespanol.com/ciencia/salud/20230131/paradoja-celiaco-riesgo-cardiovascular-pese-habitos-saludables/737676530_0.html

Cenar tarde: https://www.elespanol.com/ciencia/nutricion/20231219/error-cometemos-noche-cenar-espana-aumenta-infartos-cerebrales/818168363_0.html

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Publicado: 14 octubre 2024

Transcripción


Hola, y bienvenidos un día más a la consulta del doctor Méndez. Yo soy Roberto Méndez, médico de familia y especialista en nutrición clínica y deportiva y en ciencias del deporte. Como ya sabéis, hay algo en nutrición, de medicina, de deporte o de una mezcla de tantas, que es lo que más me suele gustar a mí, y hoy hablaremos de una mezcla de tantas, porque hablaremos tanto de salud, medicina, nutrición como de deporte. En este caso, hoy aunaremos un poquito algunos capítulos previos, aunque algunas cosas sí que sean nuevas, porque hoy me gustaría hablar de los otros factores de riesgo cardiovascular que no solemos conocer. Digo que no solemos porque algunos, seguramente, ya os conoceréis, seguramente porque ya habéis escuchado algún podcast previo, y otros sean nuevos, pero no hablaremos de los típicos que son el colesterol, la la hipertensión, el tabaquismo, la obesidad, etcétera, sino que incluiremos algunos nuevos.

De hecho, para empezar, en primer lugar, el que hablaremos se ha añadido ya a la lista de la Asociación Americana del Corazón hace relativamente poco, esto fue hace un par de años, para medicina dos años es muy poquito. En este caso, la la AJA, la Asociación Americana del Corazón, tenía los que llamaban los Lives Simple Seven, que eran los siete factores de riesgo, los siete mandamientos para tener una vida sana, que eran, os los leo directamente, tabaquismo, evitar el tabaquismo, obviamente, la dieta, la actividad física, el índice de masa corporal, la hipertensión, el colesterol total total y el nivel de glucosa en en en ayunas, que en este caso puedes llegar a ser prediabetes o diabetes. Si llegamos a diabetes, pues ya tenemos un problema importante. Y tras una revisión científica publicada en el año dos mil veintidós, se añadió un factor nuevo, que era el sueño, las horas de sueño. Y no solo importa tanto la cantidad, sino también la calidad.

De esto hemos hablado ya en algunos capítulos previos, de hecho, tenéis uno íntegramente dedicado al tema del sueño. No es lo mismo dormir x horas cuando se es más joven que si es una persona un poco más mayor, si se es si se tiene más actividad física o menos. No es igual adecuado recomendar siete u ocho horas a todo el mundo, ¿vale? Cuanto más mayores nos hacemos, menos horas requiere nuestro organismo para dormir, es decir, dormir seis horas o seis y media, igual es buena idea a partir de los sesenta, setenta años, pero no es buena idea cuando tienes veinte años, ¿vale? Por ejemplo, cuando ya uno está en etapa infantil o o siendo un bebé, pues hay, se vuelve más, obviamente, esto lo habréis visto.

Entonces, en el tema del sueño, cuidado, porque recomendar x horas a todo el mundo no está bien hecho, y además no importa solo las horas, sino la calidad del sueño. En este caso, se hizo una investigación con dos mil participantes que participaron en el estudio multiétnico de arteriosclerosis, un ensayo de Estados Unidos, que evaluó sus factores de riesgo para enfermedad arterial y cardíaca, además de sus factores de riesgo cardiovascular. Los voluntarios eran de edad de mediana edad o mayores, es decir, a partir de cincuenta años hacia arriba, y se sometieron a un examen del sueño y proporcionaron datos sobre sus hábitos del sueño. Se incluyeron medidas como el descanso, las horas dormidas, es decir, la cantidad, su eficacia, la regularidad, porque esto también es importante, dormir siempre a la misma hora y despertarse siempre a la misma hora y no irse dos más de dos horas de diferencia en fin de semana, la sonorencia diurna y los trastornos del sueño. Se calculó que los los voluntarios debían dormir una media de siete horas cada noche, pero no más de nueve.

De esto también hemos hablado en alguna ocasión. Incluso, un índice cardiovascular que solo mida la duración del sueño, la medida más habitual y fácil ya sirve para predecir los problemas cardiovasculares a futuro según los responsables de estudio. En este caso, habría que tener en cuenta todas las variables, es decir, cantidad de sueño, calidad y constancia, entre otras, ¿vale? Y lo que se vio es que un un sueño de baja eficiencia, dormir menos del ochenta y cinco por ciento del tiempo que pasamos en la cama, los patrones irregulares, la somnolencia diurna o las avenidas del sueño, aumentaban el riesgo cardiovascular. Aquellos que dormían menos horas mostraban una mayor incidencia de problemas de salud, como sobrepeso, obesidad, diabetes tipo dos o hipertensión.

El descanso de calidad es necesario para prevenir la arteriosclerosis y la enfermedad cardiovascular que, a día de hoy, ya supera el cáncer como la primera causa de mortalidad en todo el mundo. Esto sería uno de los factores de riesgo que os quería comentar. El segundo, este ya tiene que ver un poquito más con el tema del colesterol, pero es un poquito más especial. De hecho, recientemente visité a a una paciente, en este caso, no en la no en la consulta virtual, en la consulta privada, y hablamos sobre esto porque tener este parámetro como a nivel familiar, es decir, que tus familiares lo tengan y poseerlo tú, aumenta mucho el riesgo cardiovascular sin hacer nada, es algo genético y no se puede cambiar, que es la lipoproteína A o LPA. Realmente, es un parámetro genético que no se puede modificar, aunque algunos estudios dicen que es un ochenta por ciento no modificable, ¿vale?

Entonces, en este caso, el veinte por ciento de la población tiene una LPA elevada y ya de por sí, solo con eso, ya tienen un aumento del riesgo cardiovascular. Es como el tema de del gen ApoE cuatro en el la enfermedad de Alzheimer, que solo poseyendo esta variación de del gen, que tienes mayor riesgo de sufrir enfermedad de Alzheimer que otros. Quiere decir esto que en el en el caso de la APOE cuatro o en el caso de la EPA sufriremos sus sus consecuencias, no tiene por qué, pero hay que tenerlo en cuenta para llevar un mejor estilo de vida más si cabe que si no lo supiésemos, ¿vale? Las lipoproteínas son partículas formadas entre lípidos y proteínas que se encargan de la atmósfera del colesterol. En este caso, las que conocéis todos serían la lipoproteína de alta densidad o HDL, el colesterol bueno, y la de baja densidad o LDL, colesterol malo, pero hay un montón más, ¿vale?

En este caso, la LPA pertenece al segundo grupo, al de baja densidad, y es una partícula LDL que lleva adherida a su superficie una proteína denominada ApoA. Esto la convierte en un colesterol malo muy malo, por decirlo de alguna forma, ¿vale? Esto es para que nos entendamos. Entonces, una LPA elevada aumenta el riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio o un ictus de forma temprana. Además, los expertos en el tema aseguran que la medición es muy sencilla, de hecho, es muy barata, aunque no se suele hacer de continuo.

De hecho, en mi hospital de referencia, actualmente, ya estamos intentando que, por lo menos, a a los pacientes que ya tienen cierto nivel de riesgo o que ya han sufrido algún evento, tener, al menos, una medición de liboproteína A en la vida, que realmente es lo que recomiendan actualmente las guías. No hace falta hacer una medición continua sino medirla una sola vez, porque eso no suele variar. Habrá casos, pero no es habitual, ¿vale? La medición de de, bueno, en en un documento de consenso de la Sociedad Española de Arterioclerosis y la Sociedad Española de Medicina Interna, ya se ya se haya recomendado hacerlo de de manera consensuada y constante a determinados pacientes. En algún momento supongo que esto ya se hará de forma continuada.

En el caso de ictus, la concentración de la LPA también se relaciona con la radiopatía periférica, infarto cardíaco y la estenosis de la válvula aórtica. La bioproteína A es especialmente perjudicial porque penetra en el interior de las arterias con mayor facilidad si cabe que el LDL. Esto, para que para que nos hagamos una idea, el LDL, el tema de que sea de baja densidad suele ser porque es una una lipoproteína muy pequeñita. Eso quiere decir que puede penetrar en la barrera arterial con mayor facilidad entre las uniones entre células, ¿vale? En en lo que llamamos el endoteliovascular.

¿Qué pasa con la LPA? Que es más pequeña todavía. Entonces, tener una LPA elevada quiere decir que hay mucha cantidad de esta proteína tan pequeñita que además tiene mucha, aunque sea llamada de baja densidad, tiene mucho colesterol en su interior, porque baja densidad implica que no tiene muchos triglicéridos, que es otro tipo de grasa, ¿vale? Entonces, esto a largo plazo aumenta el riesgo cardiovascular, pero si ya se tiene de base una LPA elevada, aparte del del LDL, el riesgo aumenta más si cabe. Como dicen los expertos, que os enlazaré el artículo en las notas del programa, la concentración de LPA tiene una gran carga genética, es hereditario en el ochenta por ciento de los casos, ahí es nada.

Pasando al siguiente factor de riesgo, que tampoco me quiero enrollar mucho porque son bastantes, este tercer factor ya se está estudiando mucho en cardiología. De hecho, ya ya he tenido la oportunidad de ir a alguna jornada y algún congreso donde se comenta el hecho de que también les gustaría poder medirlo de forma protocolizada, por decirlo de alguna manera, porque este factor también se mide cuando se busca algún tipo de inflamación inespecífica, que es la llamada proteína CR activa o PCR. Pues, en el en este caso, en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología de dos mil de dos mil veinticuatro y publicado en el New England Journal o Medicine, ya se centraron en varios factores específicos de la inflamación, porque se está empezando a ver ya, por fin, porque ya hace años que en este podcast lo decimos, que la inflamación de bajo grado es la responsable de multitud de enfermedades que vemos hoy en día, entre ellas la enfermedad cardiovascular, la diabetes, la demencia y un largo etcétera. Esto, claro, está muy fácil decirlo cuando vas viendo estudios y vas diciéndolo aquí a a nivel divulgativo, pero la evidencia tiene que seguir su curso, y para llegar a un punto de que se diga cien por cien es por esto, pues en la medicina se tarda mucho, ¿vale?

Entonces, en este caso, en el artículo publicado de New Englishingham se centraron en varios marcadores específicos de inflamación relacionados con el riesgo cardiovascular, y uno era la PCR o proteína CR activa, que hoy en día se utilizan mucho cuando se buscan infecciones, inflamaciones agudas y demás. Una PCR muy elevada en un momento de búsqueda de una infección, una neumonía, por ejemplo, implica mal pronóstico porque significa que hay una gran inflamación generalizada, pero lo que se está viendo es que el análisis de la proteína C reactiva ultrasensible a nivel de riesgo cardiovascular también nos puede dar mucha información, ¿vale? Como dicen los autores del estudio, no podemos tratar lo que no podemos medir, y esperamos que estos hallazgos nos permitan intervenir antes todavía. En el estudio, lo que hicieron fue recolectar muestras de sangre y datos médicos de veintiocho mil participantes del estudio de salud de la mujer de Estados Unidos. Las voluntarias tienen una edad media de cincuenta y cinco años cuando se incorporaron al estudio, y fue un objeto de seguimiento durante treinta años.

Durante este período, más de tres mil seiscientas sufrieron algún infarto cardíaco o muerte por enfermedad cardiovascular o intervención quirúrgica para restaurar la circulación, como el caso de los stents o los bypass. Los investigadores determinaron que una PCR de alta sensibilidad, los niveles de colesterol LDL o colesterol malo, que hemos comentado anteriormente, se relacionarían con la aparición de estos eventos, y una segunda grasa, la comentada LPA, también se vincularía con una petición aún más precisa. Las mujeres con mayores niveles de LDL tenían un treinta y seis por más de riesgo de enfermedad cardiovascular. El grupo que tenía una LPA más elevada tenía un treinta y tres por ciento más de riesgo, y aquellas con la PCR más intensa mostraban un incremento de hasta el setenta por ciento del riesgo. Sumando esos factores, aquellas mujeres con mayores niveles de las tres tenían uno coma cinco veces más riesgo de infarto y tres veces más riesgo de enfermedad arterial coronaria, calles es nada.

Los investigadores consideran que los hombres también tendrían un riesgo similar, aunque se estudió, en este caso, en mujeres, ¿vale? Entonces, hay cosas que ya tenemos a mano, lo que pasa es que no las medimos en en la situación que toca, por decirlo de alguna forma, pero es algo que ya se está teniendo en cuenta, al menos en en las investigaciones que ya era ahora. El siguiente factor de riesgo de este, no me no me entretendré mucho porque lo hemos comentado, de hecho, en capítulos relativamente recientes, al menos de este año, porque ya estamos en octubre, que es el caso del estrés, la ansiedad y la ira. En el artículo que comentamos este caso, le llamamos hay que tomarse las cosas con calma, porque la ira dispara el riesgo cardiovascular. El tema del estrés y la ansiedad ya hemos comentado que es un factor de riesgo por sí mismo, pero sufrir ira, o sea, enfados continuamente o un episodio muy drástico de enfado aumenta el riesgo cardiovascular.

Se solía pensar que no, que el tema de de los sentimientos, ¿no? Del estrés, la ansiedad y demás no podían causar enfermedad, y poco a poco se está viendo que sí, sobre todo cuando es un estrés, aunque sea continuado de bajo grado, como la inflamación de bajo grado, pues un estrés mantenido en el tiempo sí que aumenta el riesgo de diversos tipos de enfermedades. Eso se está empezando a ver ya. Ya hemos visto en estudios, en en antiguos episodios del podcast, que hay diferentes enfermedades vinculadas, por ejemplo, aumento del riesgo de infecciones, aumento del riesgo cardiovascular en general, y ahora lo que se se está viendo ya cien por cien es que la ira, por ejemplo, sí que se aumenta directamente con el riesgo de infarto. La idea lleva al odio, como decía el maestro Yoda en Star Wars.

En este caso, también conduciría no al odio, sino a un mayor riesgo cardiovascular. En el estudio se tuvo en cuenta a doscientos ochenta adultos para analizar su respuesta vasodilatadora, es decir, cómo su endoteriovascular respondía ante ciertos estímulos, ¿vale? Como decían los investigadores, se sabe que cuando hay una alteración de la respuesta vasodilatadora, puede llegar a producirse un problema arteriosclerosis y, a la larga, causar un infarto o un ictus. Los hallazgos mostraron que la ira afecta directamente a la función del endotelio, limitando la capacidad de la hidratación de los vasos sanguíneos. Una de las hipótesis que traen los investigadores es que si los ataques de ira se repiten, y con ello los problemas los problemas arteriales, es decir, es decir, de vasodilatación, sí que podrían desencadenar un mayor riesgo de muerte prematura.

En el caso de la ansiedad y la tristeza, el impacto no fue tan pronunciado en su estudio, pero quizás se debe a que son situaciones emocionales negativas más tranquilas que la ira como tal. Existen otros trabajos, por ejemplo, uno que se publicó en la revista Española de Cardiología, que demostró que la ira y la depresión elevan un diecinueve por ciento el riesgo de sufrir una cardiopatía. Según la revisión, las emociones negativas no solo juegan un papel importante en en el desarrollo de la enfermedad cardiovascular, sino que también participan en la progresión de la misma. Es lo que comentábamos antes, que está el tema de sufrir un ataque de ira o una crisis de ansiedad puntual, aguda, pero, claro, en ese momento, pues puede aumentar mucho el riesgo según en qué persona sea, edad, antecedentes y demás, pero el problema puede ser constante. O sea, si una persona joven, treinta, cuarenta años, tiene continuamente ataques de ira o un estrés prolongado a largo plazo, sí que puede tener mucho más riesgo de sufrir algo cardiovascular respecto a alguien que es de mayor edad, sesenta, setenta, pero que lleva una vida más tranquila, y eso se está empezando a demostrar ya por estudios.

Al final es como todo la las cosas que son constantes en el tiempo, sean buenas o malas, tienen consecuencias. Cuando alguien tiene un estilo de vida adecuado en el tiempo, tiene menos riesgo de enfermedad, pero cuando alguien tiene un estilo de vida inadecuado en multitud de factores, dieta, ejercicio, estrés, todo esto al final al cuerpo le afecta aunque sea de bajo grado, pero continuado porque se acumula. Eso es lo que estamos viendo ya a partir de la evidencia científica disponible. Luego, por otro lado, pasando ya a la dieta, nos llevamos ya cuatro factores que seguramente muchos no os conocíais, o al menos eso os espero, para que esto tenga sentido. Y en el caso de la dieta, ya sabéis que, claro, ultra botesados, grasas trans, grasas saturadas en exceso.

Todo esto ya lo conocemos, pero resulta que se publicó en hace poquito, de hecho, creo que esto fue el año pasado, un estudio publicado en Atiur Metabolish lo que nos dijo es que el exceso de proteína podía aumentar el riesgo cardiovascular. Pero cuidado, porque aquí decían ciertas cosas, pero hay que ser específicos. Según los hallazgos, consumir más del veintidós por ciento de las calorías de la dieta de proteínas activaría las células inmunes relacionadas con la formación placas arterioscleróticas, pero habría una minusación particular cuyo exceso se relacionaría más con este riesgo, que sería la leucina, porque activa medidas metabólicas patológicas relacionadas con la rigidez arterial y la arteriosclerosis o formación de placas grasas. En ese trabajo, como os dicen los investigadores, nos muestra que aumenta la ingesta de proteínas para mejorar la salud no siempre es la panacea, hay que saber elegir, como siempre os digo, en prácticamente todo lo que comentamos en el podcast. En estudios previos, estos mismos investigadores ya observaron que el exceso de proteínas dietéticas aumentaba el riesgo de arteriosclerosis en ratones.

Ahora, además, se han oído a otros investigadores y se ha investigado de fondo qué qué mecanismos moleculares estarían implicados en este aumento del riesgo. Según los investigadores, los aminoácidos, que son, como ya sabéis, los componentes básicos de las proteínas, son capaces de desencadenar enfermedades mediante mecanismos de señalización molecular específicos, alterando el metabolismo celular. En este caso, un tipo de célula inmune, los macrófagos responsables de eliminar los desechos celulares, participarían en la cascada molecular necesaria para producir arteriosclerosis o formación de placas grasas a nivel arterial, esto es básico en la formación de la arteriosclerosis. La leucina podría activar dicha cascada, dando lugar a una acumulación de macrófagos en las paredes de los vasos sanguíneos, lo que agravaría las placas grasas. Además, la leucina, que está presente en en alimentos origen animal, como ternera, huevos y leche, es el principal responsable de activación anormal de los macrófagos, según este estudio.

Pero, además, habría otro factor, que esto es que el estudio se publicó a la vez, que este de Nature Metabolish, pero en Nature Medicine, que sería la vitamina B tres o niacina, que sería clave para la salud de la piel, el sistema nervioso y el sistema digestivo. Se ha usado suplementos para reducir el colesterol, pero estas reducciones no han logrado reducir el riesgo cardiovascular. O sea, estos suplementos sí que han demostrado reducir el colesterol, pero no riesgo. ¿Por qué? Es lo que llaman la paradoja de la niacina.

Pues, según ese estudio, la paradoja tiene explicación. Se analizaron muestras en cuatro mil trescientas personas de tres cortes de Estados Unidos y Europa, y sus hallazgos dijeron que dos productos de descomposición de la niacina o vitamina B tres, el N uno metil dos piidoxina cinco carboxamida, o dos IP, y el cuatro IP, bueno, ya no os lo voy a leer todo porque el nombre es similar, se asociarían con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. Es decir, no la vitamina B tres como tal, sino sus metabolitos. Ya hablamos recientemente del metaboloma, que son los metabolitos de la microbiota cardiovascular, porque al final importa todo, no solo las células, sino sus metabolitos y cómo actúan estos metabolitos y los desechos de la la transformación metabólica, ¿vale? En estudios posteriores de genética humana y en ratones, se ha comprobado un mayor riesgo relacionado con la capacidad de estos productos, porque el segundo, el cuatro PI, puede aumentar la cantidad de una proteína proinflamatoria llamada V CAM uno, que que está en las células que recubren los vasos sanguíneos, es decir, en el noteliovascular.

Esto también es básico en la formación de la placa arterioscliótica. Como ya sucedería con el tema de las proteínas, el consumo de niacina debería hacerse en un rango adecuado, no siempre más es mejor. Es como todo, si beber agua es necesario, pues te debes diez litros de agua cada día, te mueres, ¿vale? Esto funciona así, y no estoy exagerando, ¿vale? Entonces, con todo, no no por tomar las proteínas mejor, tomar la suplementación x es mejor, hay que tomarlo en el rango que toca, las veces que toca y cuando toca.

Igual, no hay que hacerlo de por vida y hay que hacerlo solo una temporada, depende, ¿vale? Y luego ya, en los dos últimos factores de riesgo que que quería comentar, una es la otra paradoja, sería sería la paradoja del celíaco, hasta un treinta por cien más de riesgo cardiovascular, a pesar de que la los pacientes diagnosticados de diriaquía o intolerancia al gluten suelen tener hábitos de vida más saludables, porque, por desgracia, esto va a controlar mucho el tema de la dieta. Pero en este caso, lo que se vio en un estudio publicado en el Vitis Journal, Vitis Medical Journal Medicine, perdón, sufrir celiaquía aumentaría un treinta por ciento el riesgo de de padecer alguna complicación cardiovascular. La celiaquía, como ya sabéis, es un trastorno crónico del sistema inmune que provoca una intolerancia permanente al gluten, una proteína que se encuentra de forma habitual en multitud de cereales, como el trigo, centeno, cebada, avena y derivados. Según el Ministerio de Sanidad, la prevalencia de de esta enfermedad en España es de en torno al uno por cien.

Es setenta y calculando que oscila entre uno de cada setenta y un niños y uno de cada trescientos cincuenta y siete adultos que hay es nada, ¿vale? No obstante, se considera que la epidemiología de la cirugía tiene las características de un iceberg. Los afectados podrían ser muchos más debido a que parece que es una patología infradiagnosticada. A largo plazo, la celiaquía se ha se ha relacionado con muchos otro con muchas otras patologías, desnutrición, infertilidad, diabetes o hipotiroidismo. Pero su relación con la enfermedad cardiovascular estaba ahí un poco ambigua.

Pues lo que se ha visto ahora, según los investigadores de de de que publicaron un estudio de Almitis Medical Journal, es que hay más riesgo si cabe de lo que se pensaba. Se tuvieron en cuenta datos del Oxford Population Health, un estudio de que que se realizó en la división de cien días médicas de la Universidad de de Oxford, y se percataron que no se había medido la relación entre la cirugía y los factores de riesgo tradicionales, como la medicina corporal, el consumo de alcohol, etcétera. Entonces, lo que se hizo es ver si había relaciones entre sufrir y enfermedad cardiovascular. Se analizaron datos de casi quinientos mil participantes, y dos mil ochenta y tres tenían enfermedad celíaca, y comprobaron que los diagnosticados con la patología tenían un IMC más bajo, consumía menos alcohol, eran menos propensas al tabaquismo y, pues, seguían una concentración total de colesterol más baja, o sea, lo tenían todo superbién. Sin embargo, se realizó un seguimiento de trece años y paradójicamente este grupo tenía una mayor incidencia en enfermedad cardiovascular como cardiopatía isquémica, infarto y accidente cerebrovascular.

Concretamente, la tasa era de nueve por cada mil personas al año con estos problemas, frente a siete coma cuatro en personas sin cirugía, lo que se traduciría en un veintisiete por ciento más de riesgo cardiovascular. Entonces, este estudio destacaría que la relación es consciente y habría que tenerlo en cuenta. ¿Pero por qué? Pues, bueno, esto habría algunas razones. Los investigadores sugieren que numerosas enfermedades autoinmunes se asocian con un mayor riesgo cardiovascular.

De hecho, os lo voy a poner como uno de los factores desconocidos, aunque no no es tan desconocido, porque hoy en día, en las guías médicas de cardiología, en este caso, la sociedad europea, ya se tiene en cuenta el sufrir cualquier enfermedad autoinmune, siendo las más típicas artritis reumatoide, psoriasis, todas las enfermedades autoinmune en general, solo por sufrir la enfermedad, aumenta el riesgo, ya es un factor de riesgo más, como sufrir hipertensión, hipercolestoodemia o el tema genético de la LPA. Y aquí lo que se ha visto es que la filiaquía, al ser una enfermedad autoinmune, podría ser, o sea, la explicación podría ser esta, que al ser una enfermedad autoinmune, se asociaría con un mayor riesgo cardiovascular, que es una teoría que ya se barajó en dos mil catorce, cuando se presentó en un estudio en la reunión anual del Colegio Americano de Cardiología, donde se vio que las personas con celiaquía tienen casi el doble riesgo de sufrir la enfermedad cardiovascular. Sin embargo, esto aún está en en proceso de investigación. Y, por último, el error que cometemos todos, bueno, todos cada vez menos, porque de esto he hablado multitud de veces en el podcast, pero es un factor de riesgo más, que es el tema de cenar tarde.

En España cenamos súper tarde, pero súper tarde es súper tarde, la La mayoría de horas de cenar son las nueve, diez de la noche, cuando ningún país europeo cenan más tarde a siete, ocho de la tarde. Claro, para nosotros eso es tarde, o sea, es tarde de que es por la tarde, pero la cena es por la noche. Pero en los países europeos, de hecho, hay países donde se cena a las seis de la tarde, que para nosotros es la hora de la merienda, claro. Pero es que resulta que hay que cenar más pronto, porque cenar tan tarde, aparte que aumenta el riesgo de sufrir insomnio, problemas para dormir diversos, también aumenta el riesgo cardiovascular. En este caso, aumentaría un veintiocho por ciento el riesgo de sufrir enfermedad cerebrovascular.

Realizar las comidas al día más tarde que lo que indican las olas de sol, como ocurre en España, aumenta el riesgo. En este caso, el estudio se publicó también en Nature, pero en Nature Communication, a cargo del Instituto de Salud Global de Barcelona, que ya os he hablado alguna vez de él, porque también hablamos de de cómo el Instituto de Salud Global está empezando a estudiar la medicina como en formato integrativo. Y bueno, el estudio de este se publicó en el año dos mil veintitrés, o sea, no hace ni un año de ese estudio, y lo que se vio es que desayunar desayunar tarde aumentaría un seis por ciento el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares, y cenar tarde un veintiocho por ciento. Por el contrario, un ayuno nocturno de mayor duración se asociaría a un mayor a un menor riesgo, perdón, de enfermedad cerebrovascular. Y esto lo dijeron después de realizar un seguimiento de trece años a cien mil personas, ¿vale?

Esto quiere decir, no no es moco de pavo, ¿no? ¿No? En este caso, los resultados subrayan la importancia del horario y de respetar los ritmos circadianos de los que hemos hablado en multitud de ocasiones. De hecho, os he hablado hasta de la relación entre ritmo circadiano y microbioma, porque el microbioma intestinal tiene su propio ritmo también y también hay que respetarlo. Entonces, bueno, el instituto nos recuerda que la enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en todo el mundo, con dieciocho coma seis millones de muertes anuales, al menos en dos mil diecinueve, y alrededor de siete coma nueve son atribuyes a la dieta.

Pero no solo a la dieta, sino también a las horas. La crono nutrición, que es el nuevo campo de investigación, cada vez está cobrando más peso y, de hecho, creo que ya os lo dije, pero ya se está empezando a nombrar en los congresos de medicina. Antes no se nombraba porque era como la dieta no tiene tanta importancia, la hora del día no tiene tanta importancia. Haz tus cinco comidas al día y ya se está viendo que esto no es así, que podemos comer. De hecho, las culturas, bueno, antiguas, si no tan antiguas, hacen tres comidas al día y tan panchos, y nos han dicho toda la vida cinco.

Cinco no hace falta, si quieres hacer cinco o seis, bien, pero hay que saber repartir los nutrientes, los horarios y tener en cuenta que habría que comer en las horas de luz. O sea, cuando ya es de noche, no hay que comer porque nuestro organismo se está preparando para dormir. Entonces, si le damos comida al organismo a las diez de la noche y nos ha costado a las once o once y media, pues igual no no es buena hora, hay que hacerlo antes. ¿Vale? Hay que hacer una diferencia, al menos entre dos y tres horas, entre la última comida y acostarnos.

Y si puede ser que sea lo más más pronto de las siete y media, ocho de la de la noche, que sería de la tarde, ¿no? Porque, en este caso, el equipo lo que vio es que el tema es de de no dejar suficientes horas ayuno, que lo ideal sería un ayuno entre diez y doce horas, aumentaría el riesgo hasta, en este caso, un veintiocho por ciento, que muy probablemente en otros estudios nos saldría como incluso más. Y nada, esto es todo lo que os quería contar por hoy. Me ha quedado un podcast un poco más largo de lo habitual, pero espero que sea de interés, porque la verdad es que no son factores habituales. Siempre se nos habla de colesterol, tabaquismo, hacer ejercicio, todo está muy bien, de hecho, todos son factores de riesgo, pero todos estos otros, más específicos algunos, menos, un poco más abstractos otros, se están estudiando y ya hace años que se están viendo, lo que pasa es que ahora, pues, cada vez hay más evidencia.

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