Transcripción
Hola y bienvenidos un día más a la consulta del Dr. Méndez. Yo soy Roberto Méndez, médico de familia y especialista en nutrición clínica y deportiva y en ciencias del deporte. Como ya sabéis aquí hablamos de nutrición, de medicina, de deporte o de una mezcla de tantas. Hoy en particular será un poco mezcla pero más tirando hacia salud y medicina.
Antes de empezar, como siempre, os recuerdo la Academia Nutricado, cursos de nutrición y deporte. Por un lado tenemos a Raquel Casares, nuestra nutricionista, que os hablará de la parte práctica de estos cursos y por otro lado estaré yo que hablaré de la parte teórica científica.
Como siempre os animo a entrar a la web edu.nutricado.es a echar un vistazo y cualquier sugerencia, idea o lo que queráis podéis decirlo aquí en el podcast o en la propia web. Y ya, sin más dilación, empezamos con el programa de hoy. Hoy hablaremos sobre soledad y salud. Es un pilar esencial de la salud de la cual no se suele hablar tanto como por ejemplo dieta, actividad física, descanso, estrés...
Estos son ya más típicos, estos últimos sobre todo en los últimos años han cobrado mucho protagonismo, pero la soledad como tal dentro del ámbito de la salud mental no se está hablando tanto como debería. De la salud mental sí, de eso estoy de acuerdo, pero la soledad en especial sí que es verdad que algunos estudios están ya dándole un poco de bombo como deberían, pero no tanto como sería factible.
Por un lado hablaremos de la relación entre soledad y obesidad, también de soledad y envejecimiento, y para terminar, soledad y aumento de riesgo de ciertas enfermedades como es el caso de la demencia o el Alzheimer en particular. En primer lugar, el tema este de la soledad y la obesidad, algunos pensaréis, ¿qué relación tiene esto? Pues la tiene, y además, a nivel genético.
No es que uno por sentirse solo tienda a la obesidad, sino que hay ciertos genes que se relacionarían tanto con la obesidad como con la soledad, o el sentimiento de soledad como tal. Actualmente, el Reino Unido tiene el dudoso honor de ser el país con mayor tasa de obesidad en Europa, y España es el segundo, con lo cual tampoco es que estemos súper bien.
De hecho, en España se sabe que el 25% de la población sufre obesidad. Si juntamos con sobrepeso y obesidad, los dos ámbitos a la vez, es decir, simplemente el grupo de IMC superior a 25, donde ya se habla de sobrepeso, estaríamos rozando, si no recuerdo mal, esto lo estoy diciendo de memoria, un 40-42% de la población adulta.
Esto es una burrada. En Estados Unidos, si no recuerdo mal, estamos entre un 56-60%, que es una burrada mayor todavía, pero son tasas muy elevadas. Recordad que la obesidad se relaciona con muchas otras enfermedades, diabetes, hipertensión, aumento de riesgo de hígado graso, aumento de riesgo cardiovascular en consecuencia, así que no estamos nada bien en ese sentido.
No se trata de una patología aislada, la obesidad, sino que se rodea de otras, y ahora, gracias a un estudio publicado en la Ture Communications, podemos decir que la obesidad también se relaciona con la soledad. En este caso, el estudio lo realizó la Universidad de Cambridge, los investigadores de la Universidad de Cambridge, y lo que vieron es que existían áreas de genes similares que aumentarían la probabilidad de sufrir sobrepeso y aislamiento social.
Sería el primer trabajo que mostraría un vínculo causal, entre comillas, porque sería un vínculo genético entre obesidad y soledad. Y habría, esto según los investigadores, y yo creo que también, habría que abordar ambas epidemias, porque realmente ambas son epidemias, de forma conjunta. En España, según datos del INE, en este caso de la encuesta continua de hogares, durante el pasado año 2017, que es verdad que ya han pasado años, ahora estamos en 2023, hasta 4,7 millones
de hogares españoles, alrededor del 25%, estaban formados por una sola persona. Esto es un dato escalofriante como poco. Sí que es verdad que hay que diferenciar el sentimiento de soledad respecto a la soledad como tal. Algunos estudios indican que no habría, en este caso hay 4,7 millones de hogares, según los datos del INE, pero había 2 millones de personas que se identificarían con el término soledad, con sentirse solos.
Uno puede vivir solo, pero no sentirse solo como tal. El tema del sentimiento subjetivo de aislamiento social es diferente al de vivir solo, porque una persona puede vivir sola y realmente sí tener vínculos sociales como tal, es decir, tener familia, amigos, tener un apoyo social como tal externo, y sin embargo vivir solo en su casa no es tan a gusto.
Esto hay que saber diferenciarlo también, pues cada persona es como es. Pero en datos, la verdad es que tener en 4,7 millones de hogares que haya solo una persona, da para pensar a ver qué está pasando. En el estudio, lo que nos dicen también los investigadores, es que la soledad no sería provocada exclusivamente por el entorno y las experiencias de vida como se suele creer, sino que habría una importante base genética.
Se sabe que existe una mezcla entre genes y ambientes, lo que llamamos epigenética, pero este estudio arrojaría a luz sobre un posible tratamiento conjunto para, en este caso, soledad y obesidad de forma coexistente. Lo que vio el estudio, tras analizar a casi 500.000 personas, los datos proceden como ya viene siendo habitual en últimos estudios del Biobanco del Reino Unido, y lo que se hizo es hacer una encuesta sobre su percepción de soledad, en este caso
a los participantes del Biobanco. No a todos, sino a una muestra bastante significativa. Se tuvo en cuenta la frecuencia de interacciones sociales que llevaban a cabo y la calidad de estas interacciones. Según los datos del trabajo, aquellos que se consideraban solos, es decir, que tenían un sentimiento real de soledad, poseían diferencias genéticas en su ADN en hasta 15 ubicaciones diferentes.
Y además, estas diferencias también se encontraban en los individuos que sufrían sobrepeso. Y aparte de esto, aparte de que las diferencias genéticas eran compartidas entre soledad y sobrepeso, también se encontraban vinculadas con una región cerebral relacionada con el autocontrol emocional. Esto podría explicar por qué algunos individuos son felices viviendo en soledad, pero otros se desaniman por la misma razón.
Y también por qué este desánimo podría provocar atracones de comida. Esto según el estudio. Para finalizar, también se detectaban ciertos genes que aumentaban las probabilidades de que una persona fuera más sociable. Es decir, todo lo contrario. Existían 13 variaciones genéticas que podían predecir si una persona va a un pub o un club social al menos una vez a la semana, y hasta 18 variaciones que se vinculaban a grupos religiosos.
Porque al final, el tema de estar en un grupo ya sea religioso o del ámbito que sea, también es socializar. Entonces, esto es bueno para la salud. De hecho, se han visto estudios, en este momento no los tengo a mano, que han visto que el tema de estar dentro de un grupo religioso aumentaría el sentimiento de felicidad, y reduciría el sentimiento de soledad.
Esto tiene sentido, porque son actividades grupales, pero muchas veces se suele creer que el tema de pertenecer a grupos religiosos es malo, a nivel de salud social, pero todo lo contrario. De hecho, son más felices que la media. Luego, por otro lado, se ha visto en otros estudios que estar solo y sentirse infeliz acelera el envejecimiento más que fumar.
Esto, ahora lo explicaremos bien, porque el estudio también tiene sus cosas, porque más es verdad, a nivel de datos sí que es verdad, pero tampoco la diferencia a mí me parece significativa, pero veréis que el número tampoco se va tanto. En este caso, lo que relata también el estudio es que tenemos que diferenciar la edad biológica y la edad cronológica.
¿Qué es la edad cronológica? La edad cronológica es la edad que tiene uno. Una persona tiene 60 años porque, aparte de que su DNI lo pone, es que ha vivido esos 60 años. Pero la edad biológica sería ya una cifra más personal, se configura por la genética y el estilo de vida. Si una persona ha llevado a cabo un estilo de vida muy bueno, y además su genética es proclive a ayudar en este sentido, a lo mejor tiene 60 años, pero su edad biológica son 50.
Esto exagerando, porque normalmente no hay... 10 años de diferencia son muchos, pero hay quien los posee. Siempre vemos a típica persona de... bueno, yo los he visto, típicas personas de 80 años, porque me lo ponen la historia clínica cuando los visito, pero realmente yo pienso, ostras, a mí me parece que tienen muchos menos, a lo mejor 70 o incluso 65, me ha llegado a pasar de ver a una persona y decir, no tienes la edad que pone aquí. Pero mira, hay gente que genéticamente tiene suerte, y que además ha llevado un estilo
de vida que le ha ayudado a llegar lejos sin parecer que tenga la edad que tiene. Esto está muy bien, de hecho, ojalá nos pasara a todos, pero no pasa a todo el mundo. En este caso, lo que se ha visto es que el tema de la soledad lo que podía hacer es acelerar el proceso de envejecimiento, es decir, ir al revés, que la edad cronológica sea menor que la biológica.
Es decir, que la biológica se nos supere porque el sentimiento de soledad y de infelicidad nos ha acelerado el proceso. Esto también suele pasar en consulta, que viene alguna persona que ves la edad que pone en su historia clínica, y de repente la ves y dices, ostras, estás más envejecido de lo que debería, y te entristece, porque lo ideal sería que fuera al revés, que una persona esté más joven de lo que pone su edad en la historia.
Pues aquí lo que nos dice el estudio es que el tema de sentirse solo, sentirse infeliz, aceleraría este proceso, incluso más que fumar, porque sabemos que ciertas enfermedades aceleran el proceso, es decir, sufrir diabetes, hipertensión, el tema de la obesidad también acelera el envejecimiento. Bueno, sobre todo la obesidad, el sobrepeso, en algunos estudios lo que dice es que como que ralentiza esta edad biológica. Esto es algo paradójico, se suele creer que el sobrepeso aceleraría el proceso, pero
es más en la obesidad. Cuando se llega al punto de obesidad, ahí sí, pero el sobrepeso parece que protege un poco. Esto es muy paradójico, es algo que se está estudiando, pero recordad que el IMC no es una medida ideal para medir esto, porque el IMC mide peso por altura, no mide ni grasa corporal, ni masa muscular, entonces esto habría que mirarlo un poquito más con microscopio.
Bueno, volviendo al estudio, lo que se vio tras estudiar análisis de sangre y datos biométricos de casi 20.000 adultos, teniendo en cuenta sus sentimientos de soledad y el envejecimiento prematuro, además de otras enfermedades, malos hábitos, lo que se vio era que en personas con afectaciones cardíacas, hepáticas, pulmonares, es decir, enfermedades orgánicas, había una edad biológica mayor, y fumar, también.
Fumar sumaba al menos 1,25 años a la edad biológica como tal. Y los problemas psicológicos, como la soledad, desesperanza e infelicidad, aceleraban el envejecimiento 1,65 años, es decir, más que fumar. Veréis que el número no es drásticamente diferente, pero, oye, que son de 1,25 a 1,65 se va a un trecho, quiero decir.
Yo creo que sí que es importante la diferencia. Los autores lo que dijeron es que los factores mentales y psicosociales son algunos de los predictores más sólidos para hablar de salud mental y calidad de vida, y son los grandes olvidados en la atención médica moderna. De hecho, sí que es así, porque no solemos fijarnos más en analíticas de sangre, en que el paciente tenga hipertensión, tenga X enfermedad, y no se les suele preguntar si está solo.
Y esto suele pasar mucho a medida que uno envejece. A partir de los 65 años, la OMS ya recoge que la soledad no deseada es uno de los mayores riesgos de deterioro de salud física y mental en todo el mundo. Así que deberíamos tenerlo en cuenta. De hecho, hubo un estudio, esto me parece muy interesante y os lo comentaré ahora también, que se hizo un experimento de laboratorio que demostró que las personas solitarias, las que se sienten solas, expuestas a un virus del resfriado, tienen más probabilidades
de desarrollar síntomas que las personas que no se sienten solas. Esto, según los investigadores, se debería a que la situación de sentirse solo también hace que uno se sienta más vulnerable y, por tanto, sienta más sintomatología. Entonces, es curioso y entristece también a la vez, porque a lo mejor la enfermedad no sería para tanto, pero el sentimiento de soledad hace que sí que sea así. Y ya para ir terminando, tenemos el caso de la soledad y el Alzheimer.
Se sabe que algunos factores genéticos, como poseer la mutación APOE4, de la cual hemos hablado en anteriores capítulos de podcast, puede triplicar la probabilidad de sufrir la demencia, en este caso la demencia tipo Alzheimer. Pero la soledad es uno de los factores modificables que no se suele tener tanto en cuenta.
La sensación subjetiva de soledad y el objetivo de apoyo social serían importantes en la enfermedad. De hecho, son cosas diferentes, porque una cosa es sentirse solo y otra cosa es el apoyo real social que tenemos externo, y hay que tener las dos en cuenta. De nuevo, en este estudio se usaban datos del Biobanco de Reino Unido, más de 500.000 personas, y también del estudio longitudinal cardiense sobre envejecimiento con más de 30.000 participantes.
Se recogieron diversos datos, en este caso, datos de aislamiento social, de factores personales, sociales, salud física y mental. También se tuvieron en cuenta consumo de tabaco, alcohol, nivel educativo y socioeconómico, y diversos problemas de salud. En el tema del consumo de tabaco, como ya hablábamos en el anterior estudio, se asoció también con la soledad.
En el estudio anterior se había visto que el tabaco envejecía, aumentaba la edad biológica 1,25 años, pero aquí lo que se ve es que el consumo de tabaco también se asocia con casi un 20% más de probabilidades de sentirse solo. La mayor actividad física, al menos en el estudio canadiense, reducía el riesgo de soledad en casi un 27%, mientras que mirar la tele, en este caso el sedentarismo como tal, se ligaba con un mayor aislamiento.
Luego, por otro lado, el hecho de poseer una renta, unos ingresos de media elevados, se relacionarían con una reducción de un 33% de la sensación de soledad. Los autores, para finalizar el estudio, lo que dicen es que el aislamiento social en teoría sería fácil de intervenir y que reduciría el riesgo de Alzheimer como tal.
Ya sabéis que hemos hablado en anteriores podcasts que aparte del aislamiento social, el tema de la dieta, el ejercicio y demás, también serían importantes para reducir el riesgo de demencia y de Alzheimer en especial, y que de hecho, modificar el estilo de vida, teniendo en cuenta también la soledad, el sueño, las relaciones sociales en general, el sueño, la dieta y el ejercicio, entre otros, pueden reducir el riesgo de Alzheimer incluso si uno posee el gen APOE4.
O sea, podemos luchar contra la genética, por decirlo de alguna manera, aunque la genética tenga un gran peso sobre el riesgo de Alzheimer. Entonces, cuidado, porque la genética no siempre se tiene que activar, sino que si hacemos determinadas cosas en el estilo de vida, podemos pararla, entre comillas. No siempre la genética dictará que vayamos a sufrir X enfermedad.
Sabemos que hay enfermedades raras que sí, o sea, si tenemos tal gen, sufrimos esa enfermedad, pero estamos viendo que la mayoría de casos, como es el gen APOE4 con el Alzheimer, no siempre tienen por qué activarse, simplemente aumenta el riesgo. Esto es como si vas a comprar lotería, si compras lotería tienes oportunidad de que te toque, si no compras no.
Pues aquí es igual. Si tenemos el gen, hay más riesgo de que toque, pero no tiene por qué. ¿Vale? Y nada, esto es todo por hoy. Como siempre, gracias por escuchar. Si veis esto en YouTube, seguimos subiendo los capítulos ahí, y si no, se puede escuchar en cualquier plataforma de podcast, Spotify, iVoox, Amazon Music, Apple Podcast, Google Podcast, o Pocketcast, entre muchas otras.
Como siempre, nos vemos y nos escuchamos en siguientes episodios. ¡Hasta la próxima!